El
célebre tratado sobre el totalitarismo de Hanna Arendt fue escrito en 1951.
Desde entonces se desentrañó la estructura del ADN y se completó el mapa del
genoma humano, se desarrolló la incursión en el espacio, apareció la
computación, se crea la TV en colores, el CD, la Internet, Google, la
nanotecnología. Nacen modalidades que hibridan autoritarismo y democracia
El debate sobre la forma del
poder establecido en nuestro país es un asunto académico y político. Necesita
el auxilio de la teoría para formular sus conclusiones y de la política para
validarlas. Su objetivo inmediato es lograr una estrategia que mejore la
calidad y la eficacia de la lucha por los cambios.
Definir con la mayor precisión
posible la naturaleza del poder permitirá calcular las respuestas que pueden
esperarse de él, la clase de impugnación que puede debilitarlo y el tipo de
oposición necesaria para derrotarlo. Asunto que tiene que ver con el país y la
situación personal que queremos tener.
Durante mucho tiempo sectores
importantes de la oposición han tomado decisiones suponiendo qué actúan dentro
de un régimen democrático o han realizado iniciativas de enfrentamiento radical
que permiten al poder justificar su autoritarismo. Aunque hemos ido afinando el
punto para acumular fuerzas con sentido alternativo.
Entre las dificultades que opacan
la comprensión del actual poder pesa el hecho de que, en varios aspectos, no se
comporta como una dictadura convencional. Promueve sus eventos
electorales o no acude al terror masivo y sistemático. Desde esa perspectiva,
usando los viejos lentes para caracterizar a una dictadura, el actual gobierno
no se parece en nada al de Pérez Jiménez. Es peor.
La proyección de una imagen
democrática enmascara la aplicación de nuevas formas y métodos para lograr el
control y la subordinación absoluta de la sociedad al poder. El célebre tratado
sobre el totalitarismo de Hanna Arendt fue escrito en 1951. Desde entonces se
desentrañó la estructura del ADN y se completó el mapa del genoma humano, se
desarrolló la incursión en el espacio, apareció la computación, se crea la TV
en colores, el CD, la Internet, Google, la nanotecnología. Nacen modalidades
que hibridan autoritarismo y democracia.
Karl Schogel, autor de Utopia
y terror, señala que el uso de nuevas formas de violencia dictatorial no
implica una reproducción directa del estalinismo. Los enemigos de la democracia
han desarrollado adaptaciones formales a ella para mimetizarse mientras la
destruyen. No tiene campos de concentración, pero a quienes declara como
enemigos los excluye del funcionamiento del sistema, los descalifica y los
hostiga constantemente.
El hecho determinante es la
sustitución del propósito de gobernar por el de dominar, el servicio a la
sociedad por la exaltación del Estado, el terror por el temor y el aparato
policial por el aparato ideológico. En esta fase no han podido instaurar el
partido único, pero lograron el control de la armas, de las comunicaciones, de
la economía y del aparato institucional. Su lógica está articulada en torno a
perpetuar una élite de privilegiados en el manejo del poder.
Lo nuevo es que han perdido el
apoyo de masas requerido para imponer sostenidamente relaciones totalitarias y
que la sociedad misma está abriendo cursos para reunificar el país, tener
crecimiento económico con justicia social y mejorar la calidad de vida de los
sectores que están luchando por sobrevivir.
Subsisten elementos propios de
una democracia, pero es una democracia enjaulada. Los gatos aparentan un cambio
de color, pero siguen comiendo ratones.
Vía Tal Cual
Que pasa Margarita
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