Luis Garcia Mora
Semana de acontecimientos que inducen una tendencia.
En la noche del martes la ciudadanía se quedó de una pieza tras escuchar de la boca del propio jefe del Estado dos anuncios de dimensiones tan desproporcionadas, que en cualquier otro país que no fuese el nuestro (tan anestesiado por esta cargada y largamente sostenida atmósfera de violencia) hubiese desatado una conmoción.
Primero, el presidente de la República prácticamente acusaba en cadena nacional a la dirigencia de oposición de estar detrás del horrendo crimen con descuartizamiento de una mujer, sin más apoyo que el testimonio del propio asesino. Al mismo tiempo Maduro traía también a la mesa que había salvado la vida de uno de los acusados, Leopoldo López, sin revelar nombres ni mayores detalles, pues supuestamente tenía en su poder una grabación ordenando el crimen, que “ya llegará el momento histórico adecuado para que se la dé a conocer al Poder Judicial y a la opinión pública”, como si del vulgar conductor de un reality show se tratara y no del máximo magistrado de la nación.
Por aquello del suspenso, pues, para dejar en la mente de la ciudadanía esas perlitas envenenadas (reforzadas por el martilleo masivo y continuo de VTV y su Sistema Nacional de Medios) de que si la oposición barre en las elecciones legislativas del 6-D, llegará y “descuartizará” a sus contrarios.
Casi simultáneamente se anuncian recursos económicos para los circuitos en que el Gobierno se consideraba vencedor, y que ahora están en pico de zamuro en Miranda, Aragua, Barinas y Bolívar, entrando en la campaña el Fondo de Compensación Interterritorial, el Ministerio de la Defensa y el Comando Estratégico de la FANB.
Es decir, el poder del Estado en pleno en contra del país opositor, donde estamos hablando de 20 puntos de diferencia, para luego, la noche del viernes, declarar el estado de excepción, por primera vez en el marco de la Constitución de 1999, en los municipios dominados por la oposición en el estado Táchira. Un paquete en el que se suspenden las garantías constitucionales en la frontera con Colombia, y donde los contrabandistas y el hampa organizada dejaron el miércoles a tres militares y un civil heridos, tras un ataque con fusiles automáticos.
Ya el jueves Maduro (en una semana muy agitada) había denunciado el reforzamiento militar fronterizo por el ingreso masivo de “colombianos” (más de 121 mil en seis meses) que lo ha obligado a crear “un plan humanitario especial” y a solicitar el apoyo de las organizaciones internacionales humanitarias. No por la gravísima crisis masiva alimentaria y de medicamentos que estamos padeciendo, sino porque “estamos llegando al punto límite que puede aguantar ese éxodo y esa migración masiva “ desde Colombia.
Sin entrar en el desagradable trasfondo chovinista de tal discurso (que gente como PROVEA asocia con el pícaro y peligroso precandidato republicano Donald Trump y su gigantesco muro de contención en la frontera para parar a los mexicanos), no hay duda de que estamos en presencia de un gran descontrol. De que desde el poder se construye un peligroso clima de insostenibilidad.
En el video del autor material del descuartizamiento, este confiesa haber recibido dinero e instrucciones directas de Leopoldo, Henrique, María Corina, Antonio, y Miguel Henrique, de Uribe, y hasta de los congresistas norteamericanos Ros-Lehtinen y Marco Rubio, además de otros funcionarios norteamericanos.
Un verdadero genio del espionaje.
Como aquel testigo clave, Giovanni Vázquez, en el asesinato del olvidado Danilo Anderson, que también incriminó de la autoría intelectual del terrible crimen a la oposición venezolana, y que permitió echarle tierra a la investigación y convertirla en una cacería de brujas con tintes políticos.
Como también ocurriría con el crimen de Otayza, debida al hampa común, de acuerdo con las pesquisas, y el de Serra, del que se acusó de autor intelectual a aquel colombiano al que se terminó imputando en los tribunales por todos los motivos, menos por el que se le acusó desde el alto Gobierno.
Un sinfín de truculencias políticas y propagandísticas, que se perpetran con el mayor desprecio por la estabilidad mental del venezolano, y que definitivamente ya no alcanzan para esconder el auténtico trasfondo de la actual situación: la erosión de la legitimidad de los órdenes civil, político y público. Con las dos línea de falla: la crisis económica y el desajuste estructural.
La palpable existencia de una crisis de Estado.
Crisis, que ya regional y hasta hemisféricamente, preocupa altamente a las autoridades al más alto nivel.
Para muestra lo recogido por el periodista Andrés Oppenheimer tras entrevistar al secretario de Estado John Kerry, quien hablando a puertas cerradas sobre la crisis venezolana, le habría admitido que tanto Estados Unidos como Cuba tienen un interés común en Venezuela, que es el de impedir que el país se convierta en un Estado fallido.
Países que caen en un caos económico y político total.
Maduro cava y cava cada vez más hondo y lo peligroso es que arrastra al país con él. Se generaliza la pobreza masiva, la informalización de la economía y de la sociedad, y la exclusión social comienza a alcanzar considerables contingentes de la población, mientras el Banco Central y el Ministerio de Salud dejaron de publicar los boletines con las cifras oficiales. La situación la agrava la presencia de actores armados que compiten por la hegemonía con las autoridades legítimas sobre el espacio urbano.
Según el economista Jorge Sanguinetty, citado por Oppenheimer, ante el temor anteriormente advertido, “si Venezuela cayera en el caos total y se volviera ingobernable” (algo que puede sucede, considerando que ya tiene la inflación más alta del mundo, el crecimiento mas bajo de América Latina y una de las tasas de homicidios más altas, con una economía en picada y los venezolanos alargando diariamente las colas ante mercados, supermercados y farmacias), o sea “ante la ausencia de un gobierno central capaz de mantener el control del territorio”, el temor de Estados Unidos y el resto de la región es que Venezuela se convierta “en refugio de terroristas y narcotraficantes colombianos, que podrían adueñarse de una parte del país y desestabilizar a Colombia desde allí”.
El anuncio del reforzamiento de la frontera, la escatología de una conducta política irracional, la destrucción de los fundamentos morales del orden democrático, quizás adviertan sobre una crisis terminal.
A la que el Gobierno no haya cómo (ni por dónde) meterle mano.
CRÁTERES
—Y se construye este clima de insostenibilidad tal vez con la intención de dañar la llegada de las parlamentarias, afectándolas incluso en su fecha o celebración, en un intento suicida por soslayar que vivimos en el hueso. Un trance, una coyuntura, consecuencia de los controles de precio y de cambio que se mantienen desde hace 12 años, y que no funcionan, y sobre la que se deben tomar decisiones que escapen obligatoriamente a cualquier elección, imposible de aceptar para esta camarilla en el poder que, como en otros casos, mantiene el terrible mantra político anti-Venezuela, de que “me caigo pero me traigo el techo”.
—Se evidencia la manifestación de nuevas formas de violencia (al margen de su aprovechamiento político oficial). Descuartizamientos. Degollamientos. Territorios urbanos donde las autoridades del orden y la ley se retiran o están presentes en forma represiva. Venezuela es una sociedad mayoritariamente urbana, joven y pobre, un contingente donde segmentos significativos de población son cada vez –y hablamos de semanas, de meses– más pobres, informales y excluidos. El desempleo abierto crece junto al sector informal. Vivimos un proceso de descomposición del orden social, que originan sectores económicos paralelos, jerarquías sociales paralelas e incluso estructuras institucionales paralelas.
—Por cierto, al margen de la actual situación, la conjura contra Ramón Guillermo Aveledo, al fin triunfó. Desde hace más de tres años Timoteo Zambrano se la juró a Aveledo, dado que este había asumido la Coordinación Internacional de la MUD, cargo que aquel ambicionaba denodadamente. Y aprovechando una afección de salud de Aveledo se reactivó la conjura con apoyo de Voluntad Popular (Luis Florido y Freddy Guevara), UNT (Luis Emilio Rondón y Enrique Marquez), y el propio Chúo Torrealba, quienes con el silencio de AD y Primero Justicia, procedieron a sustituirlo en esa Coordinación. Esperemos a ver los resultados de la gestión de Zambrano al frente del área internacional, que ha sido el compromiso primario ofrecido para lograr su designación.
—Y Maduro no tiene por qué seguir buscando al Diablo por los rincones, lo tiene en sus narices en el colapso de instituciones que tradicionalmente funcionaban como sostén del orden democrático. En el decaimiento de los partidos y su arrinconamiento para impedir que brotaran libremente. En la erosión del estatus del Parlamento y del sistema judicial, que se someten al Ejecutivo. En el ocaso del prestigio de los magistrados y de las autoridades de justicia. En el declive de las otrora poderosas centrales y confederaciones de sindicatos y gremios de los trabajadores. Y en el debilitamiento de otras entidades de la sociedad civil, como las cámaras empresariales y las instituciones universitarias, con el barrido educativo. Sin olvidar la criminalidad común y las unidades paramilitares rojas rojitas, alimentadas desde una concepción primitiva de la política que sólo atiende a la venganza y el odio.
—La carta de Felipe a Maduro: ¿Se imagina alguien a Obama intentando desestabilizar a Venezuela mientras trata de normalizar las relaciones con Cuba?, le pregunta y le señala con el dedo el desquiciamiento: “Ha liquidado lo público y lo privado, desde PDVSA hasta la industria del acero, pasando por la producción alimentaria o de medicamentos, incautando lo que funciona y estatizándolo, han conseguido que todo se paralice, que la productividad desaparezca, y que lo único que prospere sea la boliburguesía depredadora”.
—Un Estado de derecho débil (donde el Presidente acusa sin ambages de criminales y descuartizadores a los dirigentes opositores por TV) por la falta del imperio de la ley, la incapacidad del Estado de asegurar los bienes públicos básicos para el conjunto de la población, y una importante erosión de nuestro sistema político como tarea primordial de este régimen que soñó con existir únicamente con un solo partido, junto a la corrupción y el crimen organizado. Corrupción que cuando es sistémica se sabe que afecta el conjunto del Estado y ahí están las cifras de Transparencia Internacional. Sin medios de comunicación libres (que son esenciales y desarrollan la labor investigadora y de denuncia). La militarización de la seguridad pública. Cuerpos policiales ineficientes. Y (el colmo) la politización del problema de la seguridad que impacta negativamente sobre la calidad de las iniciativas de reforma necesarias para enfrentar la criminalidad. No, amigo, no invente. Ni persiga fantasmas para espantar.
—Ojo: Preocupación porque en su rodada, el Gobierno no termine por perder la chaveta y antes del 6-D meta presos a los dirigentes de la oposición.
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