Enrique Viloria Vera
Como si se tratara del mismo diablo, de Luzbel, de un Lucifer inclemente e insensible, del
mismo Demonio, regresa a sus andanzas nuestro peor viejo enemigo, a fin de
intentar de nuevo y como siempre desestabilizar el país, corroer sus instituciones, echar por tierra
los inmensos e inocultables logros y realizaciones de la Revolución Bolivariana.
La lista de los archienemigos extranjeros del Comandante
y su Valido es larga, cosmopolita y variada. Recordemos sólo algunos de ellos,
los más destacados: El Rey Juan Carlos, Aznar, Rajoy, George W. Busch, Obama, Condoleeza Rice, Allan García, Insulza, Vargas Llosa,
Pastrana y Vicente Fox. Todos ellos han merecido contundente, considerada y
cortés respuesta de nuestro dúo dinámico presidencial: Donkey, insulso,
analfabeta, sicario, lacayo del Imperio, genocida. Al único que trató con
benevolencia fue a la majestad que acuñó la celebérrima frase: ¿Por qué no te
callas?
Pero ninguno como el diablo paisa, con su cara de yo no
fui y su adornado curriculum de lauros y realizaciones. Este personaje lo
registrará la historia patria en sus mejores anales: Boves, Murillo,
Monteverde, Santander y hasta el mismo Páez, son poca cosa comparados con el Demonio
de Medellín. Este archienemigo ancestral es ciertamente capaz de todo. Entre
sus acciones más destacadas se
registran: La explosión de la
Refinería de Amuay, la Guerra Económica y Bacteriológica, los continuos y largos
apagones, los deslaves, las fallas frecuentes del Metro, la voladura de puentes
y el hundimiento de carreteras, la emigración masiva del talento venezolano, la
hiperinflación, las inundaciones, la falta de agua potable, la crisis
universitaria, la subida continuada del inmundo dólar americano, el
hacinamiento en las cárceles, el financiamiento de los golpes de Estado duros y
blandos, el caos hospitalario, las colas que manda a organizar todas las
mañanas frente a los supermercados, la proliferación de los sicarios y de los
asesinados, las detenciones arbitrarias, el apoyo a los estudiantes que nada
quieren con una revolución que no les ofrece seguridad ni esperanza.
Sin embargo, nada de lo reseñado es comparable a la
ominosa ofensa que ante mandatarios y la prensa internacional, el Demonio de
Medellín le propinó a nuestro excelso y magnifico Comandante Eterno y Supremo:
¡Sea varón!
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