EN: http://konzapata.com/2015/09/el-gobierno-se-invento-la-olp-para-gobernar-por-las-botas-y-las-balas-y-no-por-los-votos/
Por Pedro Benítez @PedroBenitezF.
En junio de 2013 Diosdado Cabello realizó una gira a Rusia, Vietnam y China. En
esa ocasión no fue a pedir dinero. Fue a tantear el apoyo político con el que chavismo pudiera contar en la
eventualidad de verse obligado a gobernar por medio de la represión abierta.
Desde la cuestionada elección de Nicolás Maduro en abril de 2013, tanto él como Cabello consideraron el escenario
de sostenerse en el poder ya no por la vía de la retórica, el reparto populista y los votos, aspecto en el que Chávez
fue muy hábil (hay que reconocérselo), sino por medio de los botas y las balas.
Para eso necesitaban dos cosas: apoyo político internacional y armas. Pensaron, lógicamente, que ese apoyo lo
podrían garantizar las dos grandes potencias a las que Chávez había cortejando previamente. Después de todo, la
Rusia de Putin es un régimen claramente autoritario y China una dictadura de partido único.
La apretada elección de abril de 2013 evidenció que para el chavismo le sería muy complicado sostenerse en el poder
con una oposición con cada vez más apoyo popular. Por otra parte, se era consciente en la cúpula oficialista de las
dificultades económicas que se avecinaban dado el gigantesco costo económico que para el país significo la reelección
de Chávez en octubre de 2012.
Sabían que vendrían días de malestar social, protestas, dificultades económicas y todos los caminos conducían a la
represión.
Por ser Maduro un civil, y no un militar como Chávez, no tendría los complejos que sí tuvo éste al inicio de su
mandato a la hora de reprimir manifestaciones de calle. En sus primeros días en el poder Chávez se cuidó en ese
flanco, porque como militar era muy fácil que lo acusaran de dictador. Y eso a él le molestaba en lo personal. Pero a
Maduro no.
“Candelita que se prenda, candelita que apagamos con el pueblo organizado”, más que una consigna ha sido una
política. Lo de “pueblo organizado” ya sabemos a qué se refiere: a los militares.
Como se había previsto, esas protestas de calle estallaron en febrero de 2014. Se habían preparado para eso. Y la
respuesta del Vielma Mora en el Táchira fue la represión pura y dura a una legítima manifestación estudiantil contra
la inseguridad.
Luego vino la marcha a la Fiscalía en Caracas, y la Salida. En ese orden. Hoy es pertinente recordar ese detalle. No
fue que Leopoldo López, María Corina Machado y Antonio Ledezma llamaron a la calle. Dieron su respaldo público a la
protesta estudiantil contra la represión. Lo que ocurrió es que el Gobierno, léase: Maduro, Cabello, el Alto Mando
Militar y los gobernadores del ala dura del PSUV, se habían preparado para reprimir.
Por cierto, y no obstante eso, algún efecto tuvo esa ola de protestas que obligó al chavismo a reconocer por primera
vez la existencia de la MUD.
Hoy vemos otro capítulo de la misma historia. No es la inseguridad que acosa en particular a la juventud el origen de
las protestas, sino algo más masivo, que abarca a todas las clases sociales y todas las regiones: el
desabastecimiento y la escasez.
Y el Gobierno está dispuesto a hacer uso de todos sus recursos de represión para mantener el control. Solo necesitan
armas, componentes humanos dispuestos a usarlas y una coartada. En este caso la coartada es el contrabando hacia
Colombia.
No importa que el tráfico ilegal de mercancías existe allí desde que existe esa frontera. Y tampoco que fue Chávez el
que dio puerta franca a las Farc e importó la violencia del otro lado de la frontera; los paracos se vinieron detrás de
los guerrilleros.
Las escenas de tratos inhumanos y vejatorios con las personas humildes no es casual ni un accidente. Es adrede. La
idea es infundir temor. Miedo. En eso consiste la denominada OLP.
Ese es el mensaje, los destinarios son todos los venezolanos humildes que tienen que hacer colas. Si hay que lanzar
tiros al aire para mantener el orden en las filas, lo van a hacer y de hecho es lo que están haciendo.
La deportación de miles de colombianos asentados de este lado de la frontera hacia el otro, ha sido un hecho
impresentable (aunque a la mayoría de los gobiernos miembros de la OEA no les parezca así), pero tiene un
precedente muy cercano: el violento desalojo de decenas de familias que irregularmente ocuparon los márgenes del
kilómetro 3 de la carretera Panamericana hace ya algunas semanas, en el marco también de un operativo de la OLP.
Como lo ocurrido en la frontera, aquella fue una autentica razzia, un ataque sorpresa contra un asentamiento
enemigo. Sorpresivamente se presentó la GNB, desalojó por la fuerza a las familias, saquearon lo que pudieron de
sus viviendas y luego las demolieron.
Durante el año previo al ya lejano referéndum revocatorio de 2004, Chávez autorizó emitir indiscriminadamente
documentos de identidad como venezolanos a centenares de miles de inmigrantes colombianos que como
indocumentados habían entrado a Venezuela, para así darles el derecho al voto. De la misma manera, durante su
administración se toleró las invasiones de terrenos públicos, donde a continuación se edificaron viviendas, que
muchas veces intentaban ganar la indulgencia de las autoridades exhibiendo una bandera nacional de ocho estrellas y
un afiche con la imagen del presidente Chávez.
El chavismo acusa hoy a los demás de los problemas que creó. Y ahora los enfrenta (que no los soluciona) por medio
de los trancazos.
En todos estos casos, tanto a los funcionarios de la Guardia como de la Policía Nacional no les ha importado en lo
más mínimo ocultar o siquiera disimular la arbitrariedad y los abusos.
Todo lo contrario.
Insisto: están enviando un mensaje.
Somos guapos y apoyados. Somos impunes. Podemos hacer lo que se nos dé la gana. Tenemos el poder, poseemos
las armas. Y punto.
Una historia parecida ha sido con las bandas armadas (armadas muchas veces por sectores afines al gobierno). La
laxa actitud oficial con la delincuencia desde aquel “si yo fuera pobra también robaría” es algo de dominio público en
Venezuela. De allá para acá se establecieron conexiones, entendimiento, un modus vivendi entre el Estado chavista y
esos grupos. La “zonas de paz” solo fueron un capítulo más.
Pero de allí han pasado al otro extremo, donde pareciera que lo importante no consiste tanto en reducir a los jefes de
esas bandas, sino dar una demostración ostentosa de poder. Y nuevamente la razzia. Es lo que ha ocurrido en la
barriada aledaña a la Cota 905.
La idea es mantearse en el poder por medio de la fuerza. A sangre y fuego si es necesario. El enemigo de verdad,
verdad, no son Guyana, la Exxon, Uribe y Estados Unidos. El enemigo es interno.
Por supuesto, una cosa es querer y otra poder. Pero esa es la cuestión, poder. Y el objetivo central de la elite de
herederos del poder chavista es ese, mantenerse en poder a toda costa.
La decisión de la OEA es una muy mala señal para la lucha opositora en Venezuela. La MUD debe hacer un gran
esfuerzo de aquí a las elecciones para intentar revertir esa situación o ponerla en evidencia.
Vistas así las cosas, el objetivo estratégico central de cara a las elecciones parlamentarias del próximo 6 de
diciembre será demostrar que el régimen chavista no cuenta con el apoyo de los votos. Sólo le quedaron las botas y
las balas
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