Friday, September 25, 2015

Es injusto

EN: Recibido por email


LEOPOLDO LÓPEZ GIL.          

Causa vergüenza recordarlo, pero cuando con infundada prepotencia nos creíamos una nación de riqueza abundante, hicimos famosa la frase: “¡Tá barato, dame dos!”; riqueza que no supimos sembrar. Lo que sí sembramos fue el odio, la pobreza y, sobre todo, la injusticia en extremos que urge transformar.

Los consejos de sabios cayeron en oídos sordos y ojos ciegos, encandilados con el oropel que nos imaginaba ricos.

En ese mar no solo aró el Libertador, lo hicieron Adriani y Uslar Pietri, Pérez Alfonzo y Betancourt, arado estéril pues preferimos escuchar el “por ahora” del vendedor de arañas, encantador de serpientes.

El paso del tiempo nos llevó a despertar no en el mar de la felicidad, sino en la tempestad perfecta, brutal salida del letargo. Salimos del profundo y encantador sueño, y al abrir ojos y oídos nos encontramos con que la justicia fue desplazada por el imperio de la impunidad, la perfección de la mentira, el falso testimonio, el crimen.

No hay castigo para los culpables; la justicia convertida en cómplice del delincuente con la coraza que le da el Poder Ejecutivo. Hoy se perdona al delincuente, al corrupto y al asesino; se arrincona al ciudadano, se le avasalla y somete al imperio de lo injusto. Manda la corrupción judicial en el infierno de la violación de los derechos humanos.

Es “injusticia” la palabra que todo resume, desde la protesta ahogada con represión hasta el injusto trato que los asesinos reciben por el beneficio de la impunidad. Por ahora, para los asesinos, criminales, estafadores y corruptos no existe el castigo previsto en la ley.

Mientras, y “por ahora”, nos marean anunciando una y mil veces operativos de seguridad que el régimen inventa con iniciativa populista y mentirosa, pero basada en la incompetencia y la ignorancia, que finalmente nunca rinden cuenta.

No es justo que para ordenar la frontera con Colombia haya que maltratar a familias y ciudadanos que en absoluto tienen que ver con las  movilizaciones de alimentos, bienes y combustibles que desde hace tiempo son la base del negocio de poderosas mafias muy cercanas al poder político.

Hablamos de ese país que alguna vez fue rico, pero ahora no cuenta con abastecimiento suficiente de alimentos ni medicinas, un país convertido en la cueva de Alí Babá, donde impera la injusticia del gobierno disfrazado de socialista y donde los procesos judiciales en sus tribunales condenan a los justos y premian a los criminales. Es injusto, pues son los jueces que ordenan prisiones indebidas los que deberían estar presos por sus indefendibles fallos.

Es injusto que este artículo haya tenido razón de ser.
Vía El Nacional
Que pasa Margarita

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