EN: http://konzapata.com/2015/09/nicolas-maduro-y-diosdado-cabello-le-pagaron-la-campana-a-leopoldo-lopez/
Por Elizabet Fuentes @fuenteseliz.
Cualquier catálogo barato de liderazgo lo dice. Lo primero que debe hacer una
persona que se quiera dedicar a la política, es hacerse conocer. Y aunque suene obvio, eso cuesta y mucho. Porque
una cosa es hacerse conocer en Caracas y otra muy distinta es que los votantes de Mucujepe o Chejendé sepan
quién eres. Y, repito, eso cuesta y mucho, y no solo trabajo sino dinero. Pero tampoco basta un buen afiche o una
propaganda – cada vez menos posible gracias a la hegemonía comunicacional para dar la tarea por terminada.
Porque después de que el líder se da a conocer, tiene que mantenerse en el interés de la opinión pública. Y eso
cuesta y mucho más.
Que si al gobierno de Venezuela pagó más de 100 mil dólares por publicar un aviso firmado por Nicolás Maduro en
The New York Times, sacar la cuenta de cuanto se ha ahorrado Leopoldo López por la promoción planetaria que le
han hecho tanto Maduro como Diosdado Cabello, daría una cifra imposible para las posibilidades del bolsillo del joven
opositor. Porque ayer y hoy la prensa de toda Latinoamérica – a excepción del Granma, ubicaron la noticia de su
condena entre sus titulares principales. Y los diarios españoles y los norteamericanos The New York Times y The
Washington Post, entre otros – también publicaron, gratis y muy destacada, la noticia de su desventura . Y peor
aún: todos con una versión favorable al joven y buenmozo líder apresado injustamente, la víctima del gobierno más
desprestigiado de la región, el valiente que encaró a la jueza y le ordenó que le pusiera las esposas porque el pueblo
se las quitaría, como si entendiera la trascendencia de su propia historia.
Un verdadero líder, escribió Collin Power, debe irritar. No dejar a nadie incólume. De allí que cuando la ministra Iris
Varela declara hoy que “Le salió barato al Monstruo de Los Palos Grandes”, refiriéndose a la sentencia contra
Leopoldo, lo que está haciendo es destilar su odio. Y cuando eso ocurre, es porque el objeto de su pasión es alguien
que no la deja indiferente. Es un líder. Y cuando ese líder es encarcelado injustamente, es maltratado por el poder
establecido y acepta su castigo como el sacrificio necesario para, tarde o temprano, conducir los destinos del país
para lo cual se siente predestinado, el resultado de su historia es un tiro al piso. Porque así como las masas llegan a
delirar por un líder, sin que muchos entendidos aún logren exactamente descubrir por qué (“es como enamorarse de
nuevo”, lo definen algunos) , también es cierto que muchos líderes se alimentan de esa relación y terminan
convencidos de que su fortaleza es sobre humana. Entonces salen de la cárcel directo al palacio de gobierno.
Y cuando eso le ocurra, si ocurriera, Leopoldo López no necesitará explicar quién es.
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