Nitu Pérez Osuna
Voy al mercado todos los días, si, todos los días… a ver que encuentro. No importa si es o no mi día de compra por el terminal de la cédula donde nos permiten adquirir productos regulados como la harina, arroz, café, azúcar, leche y papel toilette, entre otros productos, pero regularmente, “no hay”. Entonces ha surgido una modalidad entre las cajeras de los establecimientos y es preguntar al cliente ¿vio el precio del ¿medio kilo de spaghetti? cuesta Mil 425 bolívares y regulada, “no hay”, ¿se la lleva?. La pregunta se repite en casi todos los productos, llámense de limpieza, verduras, frutas, golosinas, quesos, mantequilla, bombillos y hasta las velas…siempre la interrogante antes de pasarlos por el capta-precios ¿se lo lleva?. La inflación en el país es tan alta que quien produzca 500 Bs. diarios no puede comprar medio kilo de pasta. Así están las cosas en Venezuela.
Esta semana uno de esos altos jerarcas del régimen, en un canal de televisión afirmaba que “los más pobres no son los más afectados porque ellos, tienen Mercales todos los fines de semana y les reparten bolsas de comida” Si eso es cierto ¿por qué tantas colas todos los días? Simple: ni Mercal tiene los productos ni llegan las bolsas de comida al pueblo. La verdad sea dicha, el Estado venezolano en manos de estos hambreadores no tiene capacidad para alimentar ni atender a un país donde el índice de pobreza alcanzó el 73%.
El régimen decidió unilateralmente regular los precios de los huevos, tratando de hacer una especie de Dakazo, es decir, huevazo, con la diferencia que algunos pudieron quedarse con el televisor o la lavadora en aquel tiempo, pero hoy, huevos “no hay”. Los que habían los confiscaron, nadie los ve y resulta, amigo lector, que si somos 30 millones de venezolanos y queremos desayunar un huevo, necesitamos 30 millones de huevos diarios, es decir, 900 millones de huevos al mes. No se arregla nada confiscando (robando) lo que hay que hacer es producir un millón de cartones diarios ¿se producen?
Otra brillante ideas en estos días para favorecer la escasez fue regular el precio del pernil. ¿Resultado? Desapareció. Pronto tampoco encontraremos en los anaqueles el jamón ante la nueva amenaza de regularlo también.
Millones de venezolanos van a las panaderías tratando de conseguir a 50 bolívares una canilla de pan. En la noche, al final de la jornada, los padres intentan saciar el hambre de sus hijos con un pedazo de pan relleno de ketchup o mayonesa…si hay, porque el conocido jamón del pueblo, “la mortadela” o es muy cara o “no hay”.
Por todo esto, se producen a lo largo y ancho del país centenares de protestas, decenas de actos de violencia. Es que pueblo está desesperado, frustrado tratado de conseguir que comer en un día. Los camiones de Mercal poco llegan y la rabia se va apoderando de un pueblo que ha sido burlado por quienes dicen ser “el gobierno de los pobres”, cuando la verdad es que nos trasformaron en un país de pobres.
Ante tanta mediocridad e incapacidad, hay “que parar como sea” el saqueo nacional que hace este gobierno. ¡Cambia Venezuela!
@NituPerez
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