Una victoria del chavismo en las elecciones parlamentarias del 6 de diciembre podría propiciar un cambio radical en la conducción política de Venezuela, al dejar en evidencia que la solución al estancamiento político del país no tiene salida electoral.
Expertos consultados dijeron que en juego está la credibilidad del sistema electoral de Venezuela que terminaría seriamente cuestionada si el régimen de Nicolás Maduro se declara ganador de los comicios.
“Es imposible que cuando tienes el 80 por ciento del país que quiere ver un cambio, que dice que no va a votar por ti, y cuando tienes a un Maduro con un 18 por ciento de popularidad, y a un partido [de gobierno] con 25 puntos, vayas el día de la elección a declarar que sacaste el 50 por ciento de los diputados”, dijo el asesor político Esteban Gerbasi.
“Eso no se lo va a creer nadie”, enfatizó.
Particularmente vulnerable se encuentra la posición del número dos del régimen, Diosdado Cabello, quien podría perder la presidencia de la Asamblea Nacional si la oposición conquista solo 84 curules, el 51 por ciento de los 167 escaños en disputa.
Pero la oposición debería sacar muchos más puestos en la asamblea.
Según un informe elaborado por la firma Croes, Gutiérrez y Asociados, que hace uso de los datos brindados por las principales encuestas del país, la oposición debería sacar al menos 103 diputados y el oficialismo 46, mientras que 18 escaños muestran una reñida competencia entre ambas fuerzas.
Otro informe de la firma Datanalisis presentada a mediados de noviembre, el 63.2 por ciento de los electores venezolanos tiene intención de votar por la oposición en los comicios legislativos del 6 de diciembre, una ventaja de 35 puntos sobre el 28.2 por ciento que prevé votar por el oficialismo.
¿Es posible una competencia electoral?
Bajo ese escenario, anunciar una derrota de la oposición dejaría en evidencia lo que algunos opositores llevan años advirtiendo, que los extensos mecanismos de ventajismo y de fraude a disposición del chavismo eliminan todo espacio de que se pueda competir electoralmente en el país, añadió Diego Moya-Ocampos, analista para América Latina de IHS Global Insight, desde Londres.
“Si el chavismo gana la mayoría de la Asamblea Nacional, habida cuenta que está claro que la intención de voto favorece a la oposición en una inmensa proporción, y que matemáticamente es imposible que el chavismo gane una mayoría, el régimen estaría agotando la ultima instancia para utilizar el voto como un camino institucional que sirva de válvula a la crisis”, explicó Moya.
“Es decir, si la oposición no saca una mayoría, ante la clara tendencia electoral, va a quedar en entredicho que el gobierno ya cerró la puerta a una salida electoral, democrática y pacífica”, añadió.
Hasta hace muy poco, uno de los elementos más importantes de la fórmula chavista para permanecer en el poder ha sido su popularidad, obtenida a través de inmensos subsidios a los sectores de menos recursos.
Pero ganar elecciones ahora se presenta como una herramienta poco viable para el chavismo ante el evidente colapso económico, propiciado por años de perjudiciales políticas socialistas, que está obligando a millones a pasar horas haciendo cola para comprar un número cada vez más limitado de productos.
Aun así, permitir que la oposición se anote los más de 103 diputados que pronostican las encuestas luce como un trago demasiado amargo para el chavismo, dado a que una derrota de esas proporciones podría ser usado efectivamente para relajar el férreo control que el movimiento bolivariano ha ejercido sobre el poder.
Eso es algo que el chavismo no va a dejar que ocurra, dijo Luis Fleischman, profesor adjunto de Sociología y Ciencias Políticas del Wilkes Honor College de la Florida Atlantic University.
“El gobierno de Maduro no va a permitir nunca que llegue la situación en la que un resultado en las urnas ponga en riesgo su permanencia en el poder. Este es un gobierno revolucionario, y ellos se ven a sí mismos como los que mantienen la verdad, bajo una filosofía que no permite que otros grupos distintos al chavismo asuman el poder”, explicó Fleischman.
El espíritu revolucionario, bajo el cual el fin justifica los medios, se ha vuelto más evidente bajo Maduro de lo que fue bajo el fallecido presidente Hugo Chávez, quien pese a su marcado autoritarismo siempre se cuidó de mantener ciertas apariencia en un intento por preservar algún aire democrático bajo su régimen.
“Cada vez vemos más gente presa por sus posiciones políticas, cada vez vemos más candidatos inhabilitados, cada vez vemos cómo un mayor grupo de personas son sometidas a prácticas de intimidación”, manifestó Fleischman.
Pero no son solo los integrantes del ala marxista del chavismo los que están apertrechados en el poder. También están una serie de militares implicados en actividades del narcotráfico y de corrupción, quienes tendrían pocos lugares donde evadir la justicia de verse obligados a salir de Venezuela.
“Esa gente no se va a ir fácilmente”, dijo Evan Ellis del Instituto de Estudios Estratégicos (SSI) del Ejército de Estados Unidos, quien meses atrás escribió un alarmante informe sobre los riesgos de que Venezuela entre en una etapa de agitación social.
“Creo que la Guardia Nacional podría estar un poco más atrincherada que otros componentes de las Fuerzas Armadas, pero creo que todo el mundo en el máximo liderazgo está implicado de una u otra manera en actividades delictivas”, comentó Ellis.
El columnista Andrés Reynaldo coincidió.
“A las elites venezolanas, les pasa lo que les pasa a los Castro, ya no pueden irse del poder porque sus manos están machadas por crímenes, se han robado mucho dinero y se han involucrado en el narcotráfico, gente así en el mundo de hoy abandona el poder y a los seis meses los están juzgando en un tribunal internacional”, explicó.
La alternativa del régimen consistiría en cometer un descomunal fraude electoral que le permita mantener el control sobre la Asamblea, lo cual obviamente no podría ser ejecutado sin que eso acarreara un alto costo político.
El régimen, sin embargo, está dispuesto a pagar ese costo, señaló Gerbasi, quien advirtió que además no sería demasiado alto bajo el actual clima internacional, en el que Estados Unidos se muestra dispuesto a dejar de lado sus principios democráticos y sobre los derechos humanos para facilitar algún tipo de apertura económica en Cuba.
“Cuba es una sangrienta dictadura y mira como está, se ha vuelto popular. El régimen de la isla ya dejó de ser el pariente inconveniente de América Latina y hoy tenemos a Mick Jagger visitando la isla”, manifestó.
“Lo que está sucediendo hoy en Cuba muestra claramente que se puede sobrevivir siendo una dictadura de izquierda”, insistió Gerbasi.
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