Editorial El Nacional
Aunque el venezolano tiene fama de hacer un chiste de todo, cuesta reírse de una realidad tan cruda: cada día los pobres son más, y proliferan en los supermercados, mercados y abastos buscando qué comer, no bachaqueando como le gusta afirmar al gobierno. De esto no se dan cuenta en Miraflores porque es muy difícil imaginarse a la pareja presidencial salir a hacer mercado para la semana.
Sí es verdad que antes alrededor de los expendios de alimentos se veía todo tipo de gente que hacía cola para salir una y otra vez con paquetes de productos regulados, pero ahora se pelean en las neveras de los supermercados por un pedazo de carne de dudosa procedencia. La chuleta antes quedaba como última opción, pero ahora que las gallinas están de vacaciones colectivas y el pernil tiene precio fijo, unas costillitas son un tesoro, aunque no tengan mucho que comerle y no alcance para cuatro muchachos.
73% de los hogares venezolanos está en condición de pobreza de ingresos. No es un invento del imperio, sino el resultado del más reciente estudio hecho por las prestigiosas universidades Católica Andrés Bello, Central de Venezuela y Simón Bolívar. Si le parece al lector alarmante el dato, peor quedará cuando se entere de que en el segundo semestre de 2014 la cifra era de 48%. Es decir, en un solo año de Maduro el número de familias pobres aumentó 25%. Y eso que en el gobierno se llenan la boca diciendo que aumentaron el salario mínimo. Ojalá alguien les explique que “pobreza de ingresos” es que no alcanza el dinero para comer, así de simple.
Con toda razón en Miraflores quieren acabar con la autonomía universitaria, porque son nuestras casas de estudio las que les sacan los trapitos al sol a este gobierno. La investigación se hizo entre julio y agosto entre 1.500 hogares de todo el país. Luis Pedro España, sociólogo y columnista de El Nacional, afirma que se trata de un récord histórico. Y abunda en algo más grave, casi una paradoja: sin alimentos subsidiados no se come en Venezuela. ¿Y cómo se hace si lo que regula el gobierno desaparece?
Esa es la pregunta de los millones de bolívares débiles. Y la consecuencia se puede leer en la edición de hoy de este periódico. Un pediatra de larga trayectoria como Amadeo Leyba pronostica niños enfermizos a largo plazo y que la escasez a futuro va a traer problemas para la educación y para el país. El niño venezolano está dejando de comer las proteínas que su cerebro necesita para formarse. Por esta razón, sus capacidades cognitivas se verán disminuidas y su crecimiento será menor. Tendrán problemas motores y de desarrollo.
Y todo esto se solucionaría muy fácil: apenas con dos huevos a la semana y caraotas, lentejas, garbanzos los demás días, para no ponerse tan exquisito, porque es obvio que los altos costos limitan las opciones para los que ganan menos. Pero la cosa se ha puesto aún más difícil porque ya ni huevos hay. Antes, los venezolanos tenían alternativas. Ahora tienen alimentos regulados, “seguridad alimentaria” y hambre.
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