Friday, November 27, 2015

Qué vendrá después del 6D?

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Asdrubal Oliveros y Cristina Parilli

En Venezuela se avizoran aires de cambio, en tiempos en los que nos puede parecer que el socialismo del siglo XXI está llegando a su fin cabe preguntarse: ¿Cuál será el detonante y el proceso que lo produzca? ¿Qué escenarios políticos se avizoran para 2016? Dada la cercanía de las elecciones parlamentarias en nuestro país, consideramos de gran relevancia profundizar en el tema político actual para entender mejor lo que nos puede esperar el próximo año, tanto económica como políticamente.
Durante el periodo presidencial de Nicolás Maduro, Venezuela ha experimentado un deterioro acelerado de su economía. El precio petrolero ha disminuido 22,5% en lo que va de año, y al momento de escribir estas líneas de ubicaba en US$36,4/bl., 47,9% menos que en el mismo periodo de 2014. En Ecoanalítica proyectamos la tasa de inflación para el cierre de 2015 en 208,6%, y aunado a esto los controles se han acentuado, pero el Gobierno no ha tomado medidas de ajuste para atacar estos problemas.
La falta de asignación de divisas a las empresas en mecanismos oficiales ha conllevado a un diferencial cambiario actual de 13.819,4% entre la tasa de Cencoex y el mercado paralelo. El Gobierno a su vez se ha dedicado a la destrucción de las cadenas de valor y el sector privado y ha generado así un proceso de desindustrialización en nuestro país.
Estos factores han agravado la escasez, y esto ha generado largas colas en los supermercados para poder adquirir productos básicos y el surgimiento de los “bachaqueros’’, una distorsión más del mercado.
Si a esta situación le añadimos que el poder adquisitivo ha disminuido 33,8%, que la inseguridad sigue como un problema latente y que el Gobierno se ha visto involucrado en continuos casos de corrupción, no es descabellado pensar que la aceptación del presidente Maduro ha disminuido de manera acelerada en lo que va de año, y esto a pocos días de una elección parlamentaria que puede cambiar el balance del poder nacional.

El 6D más que una elección puede ser el punto de inflexión

Quedan pocos días para las elecciones que renovarán los diputados a la Asamblea Nacional (AN) y la mayoría de las encuestadoras dan como innegable ganador a la oposición, hecho nunca antes visto en una elección de este calibre.
Según los datos de Datanálisis a octubre, 90,2% de los venezolanos sienten que la situación del país es negativa, 79,6% declaran que se sienten mal y 77,6% evalúan la gestión del Ejecutivo como negativa, en comparación con el 40,4% para abril de 2013. Con estos números está confirmado que el país exige un cambio urgente, y que las elecciones del 6 de diciembre (6-D) serán un reflejo de dicho descontento.
Los datos de participación de Datanálisis reflejan que aproximadamente 70,0% de los electores irán a votar. De ellos, 63,2% indican que votarán por la oposición, mientras que 28,2% lo harán por candidatos oficialistas, diferencia que ni siquiera Chávez tuvo a su favor en ninguna elección. Cabe preguntarse entonces ¿Cuáles son los escenarios para 2016?
Un escenario en el que la oposición gane la mayoría calificada deja abierta la posibilidad de diversas opciones para generar cambios y, a la vez, puede dividir a la oposición sobre qué postura tomar. Los más radicales buscarán una salida anticipada del Ejecutivo a través de la convocatoria a un referendo revocatorio, mientras que los moderados tratarán de balancear los poderes asignando opositores en las instituciones públicas (TSJ, CNE, Fiscalía, etc.). En este escenario, la oposición debe actuar con prudencia ya que es un primer paso de la transición, no el resultado final.
En el escenario en el que la oposición gane mayoría simple puede producirse un choque de poderes entre el Gobierno y la oposición, ya que esta no podrá solicitar ni referendo ni enmiendas constitucionales que afecten directamente al Ejecutivo. Así, en este escenario deberá imperar la negociación como el mecanismo más efectivo para lograr cambios. Sin embargo, es importante denotar que la crisis económica y social se acentuaría al producirse ese choque que impida la ejecución de ajustes económicos esenciales.
Por último, el escenario menos probable (pero no imposible) es uno donde el oficialismo gana las elecciones, sufriendo una pérdida de credibilidad todavía mayor. Aquí la crisis económica se acentúa y la población será la más afectada.

Dejando atrás especulaciones, ¿realmente qué se puede hacer?

Si la oposición gana tanto la mayoría simple como la calificada, no es el final de la batalla, es apenas un primer paso hacia la transición. Mucho se ha especulado acerca de lo que se puede o no hacer con los poderes que confiere una mayoría en la Asamblea Nacional, si bien el Gobierno aún contaría con la mayoría de los poderes constitucionales de su lado, el poder legislativo puede modificar la composición de los mismos.
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Sin embargo, independientemente de si la oposición gana la mayoría simple o la calificada, el quiebre del modelo es innegable. Los factores económicos y sociales se han alineado de manera tal que sostener el socialismo del siglo XXI con la fórmula de aumentar el gasto para ganar popularidad ya caducó. Por consiguiente, el sistema político venezolano debe reinventarse, mientras que el sector privado debe resguardarse como mejor pueda.

Un resultado histórico implica una respuesta histórica

Mientras pasan los días, la opción de que el Gobierno cancele las elecciones se hace cada vez más improbable, lo cual disminuye la posibilidad de fraude y aumenta el chance de que se produzca una transición. Ahora bien, la estrategia de la oposición debe cambiar: en vez de seguir enfocándose en solo cambiar quien dirige el sistema, debe centrarse en cambiar cómo se maneja el sistema.
Vale destacar que actualmente el fallecido expresidente Chávez tiene una aprobación del 58,0%, mientras que líderes opositores como Henrique Capriles y Leopoldo López poseen un 48,7% y 52,5%, respectivamente. Esto significa que la población está peleada con el chavismo, pero no está enamorada aún de la oposición, y en este sentido la oposición debe avocarse a aprender de sus errores.
Tal como declaró el recién electo presidente argentino, Mauricio Macri, “es un cambio de época que nos debe llevar hacia al futuro, y no debe detenerse en revanchas o ajustes de cuentas”. La oposición venezolana tiene en sus manos una oportunidad histórica para empezar una transición exitosa, en la cual se deben tender puentes de entendimiento en pro de balancear los poderes constitucionales y realizar ajustes económicos efectivos.

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