Editorial El Nacional
En una entrevista concedida la víspera de Navidad al matutino español ABC, después de afirmar que “haber ungido a Nicolás Maduro, que es de unas limitaciones abismales, fue uno de los mayores errores cometidos por Hugo Chávez”, el escritor Enrique Krauze sostiene que aún no conocemos el verdadero rostro del chavismo y que, por ello, “el horror que iremos descubriendo no tendrá precedentes, por el grado de corrupción, de descomposición, de destrucción de fuentes económicas, como Pdvsa, y sobre todo de destrucción del tejido social y moral del pueblo venezolano”.
Duras palabras las de un intelectual mexicano que ha sido riguroso en sus análisis del proceso bolivariano y consecuente con las críticas derivadas de su disección de un régimen que, ya nadie duda, pasará a los anales de la nación como el más corrupto de que se tenga noticias en los doscientos y tantos años de vida republicana.
Duras y pertinentes, pues, por estos días el celofán noticioso ha sido roto con otro escándalo que pone de bulto la putrefacción enquistada en Pdvsa, empresa torpedeada en su línea de flotación por el mismísimo comandante cuando, en respuesta al paro promovido por los trabajadores, decidió en vendetta pública despedir al calificado cuerpo de técnicos y profesionales que convirtió esa empresa en sinónimo de eficiencia y rentabilidad.
Un despacho de la agencia Reuters señala que “las autoridades estadounidenses han rastreado más de 1.000 millones de dólares vinculados a una conspiración que implica a un magnate venezolano que supuestamente pagó sobornos para obtener contratos de Pdvsa, según documentos de una corte en Estados Unidos”.
De inmediato, se volvió a escuchar al coro de voces que, bajo la batuta del gran perdedor de Monagas, descalifica cualquier investigación judicial promovida en Norteamérica que involucre a personas vinculadas, directa o indirectamente, con la administración roja rojita.
Así, vía Associated Press, supimos que “la corporación estatal Petróleos de Venezuela afirmó el miércoles que es víctima de una campaña de desprestigio internacional a través de algunos medios de comunicación, denuncia que coincide con la detención en Estados Unidos de dos empresarios venezolanos señalados de cometer delitos de fraude y lavado de dinero”.
Tratando de aclarar, los comunicadores de la petrolera no solo confunden, sino que espolean recelos y barruntos ya que, como especifica la noticia comentada, no se hace mención de Roberto Rincón ni de José Abraham Bastidas, quienes habrían pagado, a funcionarios de la entidad cuya opacidad es en sí misma un síntoma de que hay algo podrido allí dentro, multimillonarias sumas en dólares para obtener jugosos contratos.
Casos y cosas como estas explican la feroz defensa que el PSUV hace de bastiones que creyeron controlar a perpetuidad. Y es que el liderazgo rojo sabe perfectamente que, cuando comience el destape de sus cañerías, la inmundicia será de órdago. Casos y cosas como estas muestran el verdadero rostro del chavismo.
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