Thays Peñalver
Un día Hugo Chávez dijo: “nosotros somos los subversivos, porque vinimos a subvertir el orden establecido” y de cierta manera fue cierto, el malandraje fue ley. Si en una manifestación pública todos tenían prohibido constitucionalmente portar armas y vimos a cientos de civiles armados y disparando, fueron los policías, contrarrestando el terrorismo urbano como lo hubiera hecho cualquier otro país, los que terminaron en prisión y casi con cadena perpetua por la edad, mientras que el malandraje fue condecorado. Que el terrorista fuera el bueno y el policía el malo, sin lugar alguno a dudas, fue subvertir el orden establecido.
En todo país existe una “salida”, Pablo Iglesias por ejemplo llego a pedir la renuncia de Rajoy de la misma manera que la pedimos aquí: “es completamente inaceptable para una mínima institucionalidad democrática que el presidente no se retire" mientras que el PSOE lo escribió de la siguiente manera: “ante la insostenible situación política que atraviesa España, se ve en la obligación de exigir la inmediata dimisión del presidente del gobierno, el señor Mariano Rajoy". Y el planeta vio como se incendiaron las calles ante los llamados a rodear el congreso, asediar al congreso, jaque al Rey etc., hasta el punto de observar verdaderas palizas a funcionarios policiales por parte de los manifestantes. Y cuando eso ocurrió, Pablo Iglesias, en televisión pública dijo: “Hay una imagen muy polémica, muy muy dura (...) cuando un grupo de antidisturbios trataba de detener a un manifestante. Hemos visto como les rodeaban y efectivamente agredían a un policía. Sé que esa imagen se ha utilizado para criminalizar a los manifestantes, pero tengo que reconocer que me ha emocionado”. Lo que ocurrió fue muy sencillo, aquellos que causaron los destrozos o las heridas fueron detenidos como ocurre en cualquier país, ningún “defensor del gobierno” salió a matar a 40 ni a herir a balazos a cientos de los manifestantes, ni los asesinos fueron condecorados, ni Pablo Iglesias por apoyar las movilizaciones o hacer apología, fue sentenciado a 15 años. En Venezuela, que el manifestante fuera el malo y el asesino el bueno, fue subvertir el orden establecido.
Cuando una canciller, en una alta cumbre, expone con fotos que Leopoldo López le había entregado una bazuca “Mire... una…bazuca” a un manifestante para dar a entender que el muchacho tenía nada menos que un “lanzacohetes antitanque” y no un “lanza petardos” como el que usan los manifestantes en España, “foguete artesanal” en Brasil o “lanzacoheton” localmente, algo que es conocido por los manifestantes a todo lo largo y ancho del planeta. Cualquiera que ponga en glogló “manifestación + violencia” y coloque el nombre de cualquier país vera exactamente lo mismo o peor, pero que una canciller muestre una foto de vehículos quemados o vidrieras rotas y destrozos, en una manifestación, no como dice Pablo Iglesias como muestra de “una rabia que está creciendo. Y cuando la rabia crece entre la gente hasta el punto de que alguien es capaz de jugarse la integridad física (...) algo está pasando en la sociedad” sino como prueba nada menos que de terrorismo y justificar 15 años de prisión para alguien que hizo y dijo lo mismo que Pablo Iglesias en España, es sin duda alguna, subvertir el orden establecido.
Pero para subvertir el orden, también fue necesario contar con la complicidad de muchos, que viendo que todo comenzó con un bombazo en una iglesia en 1999, guardaron silencio. Cuando vieron a grupos armados en defensa del gobierno callaron, cuando vieron a civiles en ruedas de prensa amenazando con verdaderas bazucas antitanque enmudecieron. Muchos lo hicieron por miedo -siempre es más fácil culpar a la oposición que a los rufianes- otros por conveniencia política o económica y algunos por simple maldad, como los que culpan a la muchacha violada por haberse puesto una sugerente minifalda (orden subvertido). Pero la verdad, es que si buena parte del país, fue subvertido, es la otra la más bonita de todas.
Por eso hoy en Navidad digo gracias. Gracias a los que nunca se dejaron subvertir aun a riesgo de su vida y lo poco que tenían, a los padres de familia que saltaron a las calles para evitar que sus hijos fueran educados en la subversión, a los que plantaron cara al malandraje, a los estudiantes y jóvenes que no abandonaron sus ideales. A los policías y militares que cumplieron con su deber –la inmensa mayoría-, a los periodistas que lo perdieron todo y los sacaban por la puerta y se metían por la ventana, mil gracias a todos los que aguantaron el avasallante embate de los barbaros.
Gracias a los abuelos que plantaron cara por sus nietos, gracias los nietos que lo hicieron por sus abuelos. A las plumas que nunca callaron pese a las amenazas, a los medios que nunca rindieron sus redacciones, a los que donaron fortunas para sostener la producción, a los empresarios que le dieron vuelta a sus negocios para aguardar por un mejor porvenir. Gracias a los comediantes por ser los más serios combatientes, a los cantantes y artistas que limitados hasta la asfixia, no rindieron su talento a la metralla. Gracias Lorenzo Mendoza y a cientos de empresarios que trabajaron al 100% para evitar la hambruna, demostrando a la vez que sus empresas y negocios son compatibles con el corazón y la justicia social.
Gracias policías metropolitanos todos y sin distinción de rangos. Gracias a los militares y sus presiones para que no se saliera todo de control, gracias a los exiliados, muchas gracias a los que lo perdieron todo. Gracias a los juristas que no cedieron un palmo. Un millón de gracias a Gonzalo, Alfredo y al Foro Penal, Venezuela aun no sabe cuanto les debe. Y también gracias a los nuevos políticos y en especial a quienes se jugaron su libertad. Gracias a Leopoldo y Lilian, gracias Antonio, desde aquí y en navidades te canto “adelante a luchar miliciano a la voz de la revolución, libre y nuestra la patria en las manos de su pueblo, por fuerza y razón. Sin señor, sin baldón, sin tiranos con la paz, con la ley, con la acción”, gracias María Corina, gracias Ceballos, Carlos Vecchio y a los chicos de Voluntad Popular, son tantos exiliados y perseguidos que no tengo espacio, gracias a Julio Borges por haber cedido unos espacios que fácilmente hubiera ganado, para preservar la unión. Gracias a los nuevos políticos forjados para la nueva democracia y a Twitter y los twitteros, Venezuela sobrevivió también gracias a Ustedes.
A todos les digo que por primera vez, bajo mi arbolito no hubo un solo regalo. Porque solo había espacio para el más bonito, la Nueva Venezuela que nos hemos regalado.
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