EL UNIVERSAL
domingo 29 de noviembre de 2015 12:00 AM
Incluso los críticos de la dolarización, como Oliveros, le reconocen una ventaja inmediata: La credibilidad que genera. El proceso de generar credibilidad en una moneda toma mucho tiempo; de hecho, incluso en países exitosos en ese proceso, como Perú con el Nuevo Sol, las compras importantes como autos o viviendas nuevas son en dólares.
Otra ventaja es "la moderación de la inflación en el tiempo", como indica el economista Pedro Palma. Los países que dolarizan, automáticamente, indexan la inflación a la de Estados Unidos, que en los últimos años ha sido, en promedio, de 3,4% anual.
Y a pesar de las asimetrías económicas, hay expertos que señalan que la dolarización estimula el comercio internacional y las exportaciones si es acompañada de otras medidas, como una apertura comercial, pues facilita los cálculos necesarios para establecer negocios, promoviendo la actividad emprendedora.
La diferencia de salarios promueve, igualmente, la instalación de empresas internacionales en el país que dolariza, asumiendo que estos son menores al promedio de Estados Unidos, que tiene uno de los salarios más altos del mundo. Acompañado de esto se produce, en circunstancias ideales, una formalización del empleo.
Entre las desventajas se encuentra el anclaje de la moneda local a la estadounidense, y concretamente, su dependencia en la política monetaria. Si Estados Unidos decide incrementar sus tasas de interés, para frenar su economía, el país que dolariza tendrá que incrementarlas aún más, frenando su actividad económica.
Fue justamente este fenómeno lo que dio al traste a la convertibilidad en Argentina en los 90; su economía estaba estancada y la de EE.UU. en pleno auge, lo que obligaba a subir las tasas de interés para evitar un "recalentamiento". Esto hizo insostenible el modelo promovido por el presidente Carlos Menem.
En general, la principal crítica que se le hace a la dolarización es que exacerba el carácter procíclico de la economía, reforzando sus auges y caídas, y esto es especialmente complicado para un país como Venezuela. "¿Cómo dolarizas en este momento, sin dólares?" es la pregunta que se hace Oliveros.
Oliveros argumenta que no es cierto que una dolarización promueva necesariamente la disciplina fiscal; y que, por el contrario, Gobiernos como el venezolano podrían verse tentados a aumentar su endeudamiento o a cobrar compulsivamente impuestos, afectando aún más a la economía del p
Otra ventaja es "la moderación de la inflación en el tiempo", como indica el economista Pedro Palma. Los países que dolarizan, automáticamente, indexan la inflación a la de Estados Unidos, que en los últimos años ha sido, en promedio, de 3,4% anual.
Y a pesar de las asimetrías económicas, hay expertos que señalan que la dolarización estimula el comercio internacional y las exportaciones si es acompañada de otras medidas, como una apertura comercial, pues facilita los cálculos necesarios para establecer negocios, promoviendo la actividad emprendedora.
La diferencia de salarios promueve, igualmente, la instalación de empresas internacionales en el país que dolariza, asumiendo que estos son menores al promedio de Estados Unidos, que tiene uno de los salarios más altos del mundo. Acompañado de esto se produce, en circunstancias ideales, una formalización del empleo.
Entre las desventajas se encuentra el anclaje de la moneda local a la estadounidense, y concretamente, su dependencia en la política monetaria. Si Estados Unidos decide incrementar sus tasas de interés, para frenar su economía, el país que dolariza tendrá que incrementarlas aún más, frenando su actividad económica.
Fue justamente este fenómeno lo que dio al traste a la convertibilidad en Argentina en los 90; su economía estaba estancada y la de EE.UU. en pleno auge, lo que obligaba a subir las tasas de interés para evitar un "recalentamiento". Esto hizo insostenible el modelo promovido por el presidente Carlos Menem.
En general, la principal crítica que se le hace a la dolarización es que exacerba el carácter procíclico de la economía, reforzando sus auges y caídas, y esto es especialmente complicado para un país como Venezuela. "¿Cómo dolarizas en este momento, sin dólares?" es la pregunta que se hace Oliveros.
Oliveros argumenta que no es cierto que una dolarización promueva necesariamente la disciplina fiscal; y que, por el contrario, Gobiernos como el venezolano podrían verse tentados a aumentar su endeudamiento o a cobrar compulsivamente impuestos, afectando aún más a la economía del p
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