No solo es la única mujer en un equipo
conformado por los ingenieros más calificados en los Estados Unidos,
sino también la única hispana y la única venezolana en el laboratorio de
realidad virtual de la Administración Nacional de Aeronáutica y el
Espacio (NASA, por sus siglas en inglés). Su acento no es ni caraqueño
ni tejano, pero a veces suelta un venezolanísimo o sea o se le sale un coye.
A pesar de que lleva casi 24 años trabajando en el centro espacial más
importante del mundo, y de tener cerca de 10 años sin venir a Venezuela,
Evelyn Miralles asegura no haber perdido nada de la cultura del país caribeño.
A miles de kilómetros desde la Tierra, el trabajo de la venezolana define prácticamente todo lo que hacen los astronautas en el espacio.A miles de kilómetros desde la Tierra, el trabajo de la venezolana define prácticamente todo lo que hacen los astronautas en el espacio. Como toda su familia, estudió en el colegio Santa Rosa de Lima. Desde siempre le llamaron la atención la arquitectura y el diseño, pero nunca consiguió en el país una especialización que le gustara. Estudió Administración en la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) por dos años y luego se fue a Estados Unidos, donde finalmente pudo estudiar lo que quería: gráfica en computación.
Llegó a Texas en 1986 con 19 años y afirma que fue la buena base en matemática y física en el Santa Rosa de Lima y en la Católica lo que la ayudaron en un principio. “Tenía conocimiento en los cálculos y gracias a eso di bastantes tutorías”, explica.
Para Miralles, fue una combinación entre la preparación y la suerte lo que la llevó a llegar a la NASA.Para Miralles, fue una combinación entre la preparación y la suerte lo que la llevó a llegar a la NASA. Cuando empezó a trabajar en 1992, las aplicaciones de realidad virtual eran muy básicas, por lo que le tocó buscar qué había en el mercado para el momento. Ahora es uno de los ingenieros principales en el laboratorio y está al frente de la facción innovadora en un exclusivo equipo de trabajo de entre 5 y 7 profesionales.
Miralles
recuerda que su primer proyecto importante fue salvar al Telescopio
Espacial Hubble, el cual ya estaba en órbita, cerca del año 2000. “Uno
de los espejos del telescopio se dañó y nosotros tuvimos que entrenar a
dos astronautas para que pudieran ir al espacio a repararlo. Los
astronautas fueron, lo arreglaron y el telescopio siguió funcionando.
Todavía funciona, fue un trabajo en equipo”, relata. A veces se le
escapa algún anglicismo sin querer cuando habla en español: “Todo esto requiere tener un buen team”.
Miralles siente que ser del género femenino puede ser ventajoso, a veces. Otras no tanto.Miralles siente que ser del género femenino puede ser ventajoso, a veces. Otras no tanto. Sin embargo, no ve su condición de mujer e hispana como una desventaja, sino más bien como un reto constante. También afirma que ser venezolana la ha ayudado a tener una perspectiva distinta a la de los demás en su equipo. “La experiencia de mudarte a otro país, de tener un lenguaje diferente que te obliga a usar la otra parte de tu cerebro, de haber pasado por todo un proceso de adaptación… Todo eso me ha servido, sin duda. Hay cosas que yo tengo que no las tiene nadie más y eso es importante cuando estás haciendo algo que quieres que sea reconocido”, dice Miralles.
Aunque
tiene tiempo sin venir a Venezuela, tiene familia acá que siempre va a
visitarla a EEUU. Cuando no está tan ocupada, hace seguimiento a lo que
ocurre en el país. Confiesa que lo que más le preocupa es el aspecto de
la inseguridad.
Al menos una vez a la semana también les prepara arepas a sus hijas de 13 y 17 años.
De
Venezuela no ha perdido los modismos, ni su gusto por la variedad de
quesos. Confiesa que extraña el queso blanco y compra plátano cada vez
que consigue. Al menos una vez a la semana también les prepara arepas a sus hijas de 13 y 17 años.
“La cultura no se pierde”, afirma. Dice que lo que más le hace falta,
como a cualquier caraqueño, es la naturaleza: ver El Ávila o tener la
playa tan cerca. “Yo he vivido en Houston y
viajo bastante pero no hay comparación con la belleza que tú ves allá.
Da tristeza que no he podido verla desde hace tiempo”, expresa.
También
resalta la creatividad, el aspecto innovador del venezolano, que
asegura que es lo necesario para que el país aproveche su potencial en
ciencia y tecnología. “He visto muchísimos venezolanos con muchísimo
talento y si se pudiesen estimular a los ingenieros y promover
programas, Venezuela podría estar al frente de muchos países. La materia
prima esta ahí, es cuestión de que haya una estructura”, cuenta “la creatividad es lo que hace todo, lo que descubre. La capacidad está ahí”.
Desde
Houston, se mantiene en contacto con sus amigos venezolanos allá y
también con sus padres que están aquí. Hay cierto anhelo en su tono de
voz cuando se le pregunta por el país o por los venezolanos. Incluso cuando fue nombrada como una de los 20 latinos más influyentes en el ámbito tecnológico
por CNET, un medio americano especializado en ciencia y tecnología, se
emocionó por estar en la lista junto a Rafael Reif, el director de
Instituto Tecnológico de Massachussetts. “Cuando escuché a todos los que
nombraron, no podía creer que estaba al lado de toda esa gente tan
importante. Qué nota”, explica. “Sí, es un big deal estar junto a todos esos latinos”.
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