Friday, December 30, 2016

El Quinó, un paraíso perdido

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Baltazar Porras

Tiene razón el papa Francisco cuando afirma que en nuestro mundo no solo existen pobres, sino que hay realidades que están al margen, fuera del sistema imperante. Es decir, molesta reconocer situaciones reales pero molestas porque ponen en evidencia males que no queremos asumir. Pero hay también otras realidades que por insignificantes no se les da importancia alguna y se tienen por no existentes. No figuran en las redes y no tienen capacidad de hacerse sentir por lo que pasan por debajo de la mesa.
El municipio Libertador del estado Mérida, cuya capital es la ciudad de los caballeros, extiende sus límites hasta las inmediaciones del estado Barinas. El río Socopó le sirve de límite. La parroquia de San Jacinto de El Morro tiene muchas aldeas, la más lejana, al otro lado de los páramos hacia las estribaciones que dan al piedemonte barinés, a unos 1.300 metros de altitud, es El Quinó que alberga a unos pocos centenares de personas. Bello enclave de gente trabajadora, con gran sentido comunitario, de fe católica acendrada, la mayoría de familias procedentes de los pueblos del sur merideño que han ido a probar fortuna en las feraces tierras que se abren a la inmensa llanura barinesa. La energía eléctrica es posible gracias a la instalación de paneles solares. Los otros servicios se deben al tesón de sus gentes. Escuela y medicatura, junto a una hermosa capilla, mejor, un nuevo templo a punto de ser concluido, son el centro de las dispersas casas que en sus laderas hacen vida.
El acceso por el lado merideño es fragoso y desde El Morro o Los Nevados se requieren más de 10 horas en bestia o a pie para poder llegar hasta allá. El camino más asequible es la carretera que une la población de Socopó con El Quinó. Son poco más de 20 kilómetros, de los cuales unos 15 corresponden al estado Barinas hasta el puente de buena estructura sobre el río Socopó instalado hace pocos años. Este tramo requiere algo más que un cariñito, pues su estado es deplorable y en vehículos de doble tracción se tarda algo más de 3 horas para llegar a destino. La parte merideña, en mejor estado, fue abierta por sus habitantes, gracias a la iniciativa de los representantes de la iglesia de El Morro y de El Quinó en 2007. Fueron semanas de cayapas en la que los hombres trabajaron a pico y pala, y las mujeres les prepararon el avío con los frutos del lugar. La colaboración de las parroquias de Socopó es permanente, tanto en lo material como en los auxilios espirituales. Desde el Seminario San Buenaventura se atienden las navidades, la Semana Santa y las misiones durante el mes de agosto.
Tuvimos la dicha de hacer visita pastoral en los días de las misas de aguinaldos. La participación fue masiva y gozosa. La escuela con sus maestros en pleno, las sociedades religiosas, principalmente Cursillos de Cristiandad, Legión de María y Sociedad de San Benito. La ampliación de la capilla es obra de gigantes. En medio de la profunda crisis que vivimos la comunidad está levantando un templo en el que se hace presente el milagro de la multiplicación de los panes. El recurso de la fe, la generosidad del tiempo y el trabajo, la colaboración de personas de la tierra llana que son conscientes en dar su aporte, y la esperanza que mueve montañas hace posible que demos razón de que es posible una sociedad distinta.
Existe un movimiento ecoturístico con las características que señala el Papa en su reciente encíclica. Confesiones a granel, bautizos, confirmaciones, primeras comuniones, matrimonios y una catequesis que supera a los logros de muchas ciudades. La alegría por la primera visita de su arzobispo como cardenal llenó de detalles el Tabor vivido en aquellos dos días, donde todos compartimos por igual lo humano y lo divino.
Tenemos mucho qué aprender de nuestros campesinos, pues nos dan ejemplo de virtud y coraje. Ha sido el mejor regalo para reconocer que la presencia de la Iglesia es signo de progreso, fraternidad y solidaridad. Es el mejor regalo para desearnos un mejor año nuevo a la luz de lo que es posible hacer en la adversidad.

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