Friday, December 30, 2016

Otro año que se va

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Leopoldo López Gil

Escribió Mamerto Menapace, monje benedictino: “Mi percepción es que no hay años malos. Hay años de fuertes aprendizajes y otros que son como un recreo; pero malo, ninguno. Creo que la forma como se debe evaluar un año tendría más que ver con cuanto fuimos capaces de amar, de perdonar, de reír, de aprender cosas nuevas, de haber desafiado nuestros egos y nuestros apegos”.
Esta cita nos hace reflexionar al cierre de la bitácora de esta travesía difícil que ha sido sin duda alguna 2016. Nunca tanta necesidad de aprender e imponernos a tristes circunstancias como a la que toda la nación fue sometida. Aprender a tolerar sin odios, ayudar aun cuando lo necesitamos nosotros mismos, reír cuando lo que salen del alma son lágrimas, acompañar cuando solo pensamos en rechazar.
Buen propósito para el año a comenzar, una ruta poco transitada en meses pasados pero muy necesarios, por no decir esencial en los venideros. Crecer en lo espiritual será más fácil que en lo material, también más pertinente. Compartir será el bálsamo para aliviar las penas como dilatar las alegrías. Recordaremos las palabras que escribió Leopoldo desde su celda en Ramo Verde: “¡Ni un centímetro para la desesperanza! Estoy preso, pero soy libre. Así también está nuestra patria y los venezolanos. Estamos presos ante la corrupción, la intransigencia, la inseguridad, la represión y la antidemocracia, pero somos libres en nuestro potencial de ser libres. El potencial, la aspiración colectiva, el sueño compartido, la tierra prometida, lo que podemos llegar a ser. Allí en ese ideal es que podemos conseguir la libertad y esa libertad se materializará cuando cada persona pueda conquistar el potencial de sus aspiraciones, de sus derechos, sin restricciones...”.
Cerramos las páginas de este año con nostalgia, queriendo compartir el cálido abrazo en familia con las más sencillas pero sentidas palabras, que como nunca antes retumbarán en nuestro corazón: “Feliz Año”.
Ciertamente, tener un feliz 2017 va a exigir mucho de todos. Aprenderemos del dolor propio y de los demás, de las carencias no solo materiales, sino también las espirituales. Daremos nuestra mano a muchos que estarán cayendo por el barranco de la desesperanza, ayuda que probablemente necesitemos también nosotros, esperando encontrar tanto en amigos como en desconocidos.
Si no cambia nada en nuestra triste circunstancia, debemos pedir y lograr un radical giro en la actitud colectiva. Deponer desprecio y odio, sustituirlo por compromiso y solidaridad por amor, amor al país, al compatriota, al indiferente. Aprender a ser libres dentro de la prisión de injustas circunstancias, dar rienda suelta a lo bueno de nuestras almas y crecer en la infinidad del amor fraterno.
Si logramos transformar egoísmo por solidaridad, habremos triunfado sobre el empeño del odio predicado con permanente alevosía engañosa por los gerifaltes y su tiranía.
Vamos a darnos un fuerte abrazo y comprometernos a compartir y solidarizarnos, así seguramente veremos como dice el benedictino, “cuando las alegrías se comparten, se agrandan; en cambio, con las penas pasa al revés, se achican”.
Feliz Año y en libertad de espíritu nuestros deseos para que las penas se alivien y los corazones se abran en bondad.

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