Pablo Aure
27 DE DICIEMBRE DE 2016 12:32 AM
Se fue el año y solo nos queda la lección de no dejarles a otros lo que tenemos que hacer nosotros. Esperamos que nos resuelvan los problemas sin involucrarnos en la solución. Eso jamás dará resultado.
El país lleva dieciocho (18) años de empobrecimiento. No solo material sino que también en lo moral ha sido deteriorado. Quienes asaltaron el poder no han actuado improvisadamente para lograr estos objetivos. Los regímenes de talante dictatorial, como el que tenemos aquí en Venezuela, saben que los pueblos desmoralizados y empobrecidos difícilmente se les enfrentan. Caen en la resignación y prefieren comportarse mansamente para esperar su dosis de alimentos. Dieciocho años esclavizando al país y hasta ahora han logrado su objetivo.
Acabamos de pasar una Navidad totalmente atípica, nada que ver con las anteriores. Cada día que pasa nuestra Venezuela se entristece más. Los comunistas en el poder son unos verdaderos artífices en la destrucción de la esperanza. Desgraciadamente, siempre han encontrado aliados camuflados de opositores para hacerles menos complicado alcanzar sus fines.
Venezuela triste.
Cómo negar la tristeza que siente el venezolano de bien. Cómo ocultar el crecimiento de la desesperanza nacional. Esos duros sentimientos están a flor de piel, por lo tanto, es tarea de quienes de alguna manera generamos opinión y tenemos contacto diario con los ciudadanos revertir ese estado anímico. Un pueblo triste, empobrecido, desmoralizado y desesperanzado es perfectamente dominado.
Hay que tener muy claro: el pueblo no es ni la MUD ni el PSUV, el pueblo es mucho más grande que eso. La inmensa mayoría de venezolanos aspira a vivir con tranquilidad y tener la posibilidad de conquistar la prosperidad, lo cual es un derecho natural de los ciudadanos. Nadie puede ser condenado a la pobreza, la tristeza o a la desesperanza.
Salida política.
Claro que la salida será política. Lo que no implica que dejen de presentarse momentos de angustias y confrontación.
Nunca es tarde para comenzar a transitar el camino libertario. Hasta ahora lo que hemos venido haciendo es caminar en círculos, por lo tanto, siempre llegamos al mismo punto de partida, con el agravante de que cada vez nos debilitamos un poco más.
La salida política no quiere decir que será electoral. No señor. Aquí, elecciones bajo estas condiciones es el peor engaño que se le puede ofrecer a los ciudadanos desesperados, porque luego ocurre la decepción. Recuerde con el reciente episodio del referéndum revocatorio. Pero, es más, el régimen no convalidaría un proceso electoral mientras el mismo no le garantice su permanencia en el poder. Para evitar cualquier amenaza institucional y electoral el régimen tiene al Tribunal Supremo de Justicia, cuyas sentencias son una voz de mando para la Fuerza Armada.
La salida electoral, o la reinstitucionalización del país vía electoral, hay que construirla no con consignas ingenuas, sino con acciones corajudas que induzcan al resto de los ciudadanos a unirse en esa construcción. Ninguna acción de esa índole se elabora en complicidad con los tiranos. Esa salida nunca será producto de una mesa de diálogo donde las condiciones las imponga el verdugo. Nada de eso, el diálogo hay que darlo luego de preparar el escenario para la salida del tirano y de la tiranía. Esto es: debemos contar con una verdadera fuerza de choque. O si quieren llamarlo mejor, cuando tengamos un sector de la Fuerza Armada Nacional dispuesto a hacer cumplir la Constitución y respetar los derechos ciudadanos. Por eso, amigo lectores, los puentes son imprescindibles tenderlos con aquellos militares creyentes en la democracia y que están cansados de ser vistos de manera generalizada como hampones dizque revolucionarios. Mientras no estén dadas esas condiciones estaremos hablando paja y vendiendo falsas esperanzas a esos ciudadanos deseosos de libertad y prosperidad.
El régimen recula cuando ve músculo.
Nunca haremos retroceder al tirano mientras no se sienta amenazado. Somos millones que no lo respaldamos pero no hemos sido capaces de lograr hacer peligrar la estabilidad del dictador. Por razones elementales, entre ellas por miedo a ser encarcelados y también a perder la vida. Esto quiere decir que, desde ya, debemos definir la estrategia para superar ese miedo, comenzando por generar una matriz de opinión donde se explique lo que en realidad sucede. Basta de discursos timoratos, sean estos en la Asamblea Nacional o pronunciados por personeros que mediáticamente se han apoderado de la vocería opositora. El trabajo que debemos emprender desde ya debe ser totalmente distinto al de los últimos años. En asuntos políticos y libertarios hay que asumir riesgos, por lo que desde esta tribuna le pido a ese “líder opositor” que si no está dispuesto a asumirlos que se aparte o guarde silencio, pues contra él también iremos. Basta de ese chantaje disfrazado de UNIDAD, que lo que nos ha hecho es sumergir en la desesperanza, porque esa fulana unidad desgraciadamente se ha construido para fortalecer al régimen y para garantizarle parcelitas de poder a quien la promueve desde la oposición. De la unidad que debemos hablar es para cambiar al tirano y también la tiranía. No para quitar a alguien y colocar a otro que al cabo de cierto tiempo cometerá los mismos desafueros. Nada de eso. Hay que trabajar sin pensar en el sustituto sino en la sustitución del régimen y de ese modo lograr construir uno distinto con plenas libertades democráticas, donde no nos impongan al candidato por quién votar sino que podamos escoger libremente entre cualquiera de múltiples opciones. Desgraciadamente, se ha venido imponiendo una gran farsa dirigida por algunos voceros mediáticos de esa minúscula parte opositora representada en la MUD. Contra eso también debemos batallar.
Primarias: ¿para qué?
Conmigo que la MUD no cuente para unas eventuales elecciones primarias, porque estaré trabajando junto a los ciudadanos comprometidos en la construcción de ese país que todos nos merecemos. Por una Venezuela cuyos líderes no se presten a los pactos traidores, que es lo que lamentablemente ha ocurrido en los últimos años.
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