RUTH CAPRILES | EL UNIVERSAL
jueves 28 de febrero de 2013 12:00 AM
Que si vino en la madrugada, en camilla o dentro de un cajón; que si lo llevaron al hospital o al refrigerador; no, al Fuerte; no, a Barinas; si está mal, o bien; que si hay un movimiento del ministro o del Alto Mando; que si la norma es para hoy pero será otra mañana; si quien manda es el títere o ¿donde está el que debe mandar? Si gobierna vía satelital, digital o telepática. ¿O manda el espíritu inmanente de la revolución? Si es desgobierno o sobre gobierno; blanco o negro, bueno o malo, legal o ilegal, verdad o mentira. Y sobre todo, ¿a quién carrizo sirve lo que parece ser bueno para nadie?
Entre todas esas versiones hay algunas verdades contundentes: el tipo no está y esto es un bochinche.
Es una ley de la cibernética que demasiada información transmitida se convierte en ruido.
La contra información es el ejercicio subversivo de esa ley; combate mediante la difusión de múltiples mensajes contradictorios, sobre un mismo tema obsesivo, para que la verdad no se conozca; pase como una mentira más.
Uno no entiende esa psicología torcida del poder, pero es característica de los regímenes totalitarios, especialmente del comunismo y afines. Actores de, por y para las tinieblas.
Más difícil de entender es cómo el "masaje" de la propaganda y la contra información sediciosa nos convierte, ciudadanos incautos, en canales al infinito para la transmisión del ruido que los seres oscuros provocan. Resultamos transmisores gratis de la incertidumbre y la mentira. ¿Para qué necesitamos la televisión digital? Nosotros mismos somos el medio del masaje comunicacional oficial. Darse cuenta de esto quizá permitiría empezar a liberarnos. ¡Basta! ¡Déjenme en paz!
Y a otra cosa, pues es otra ley que el mensaje monótono adormece y no puede competir con el swapping. Dejémoslos atapusar sus canales con mentiras que convertirán su mensaje en ruido. Y dejemos a la gloriosa sociedad de mercado hacer lo suyo para multiplicar los canales y encontrar las verdades de las sociedades abiertas.
Entre todas esas versiones hay algunas verdades contundentes: el tipo no está y esto es un bochinche.
Es una ley de la cibernética que demasiada información transmitida se convierte en ruido.
La contra información es el ejercicio subversivo de esa ley; combate mediante la difusión de múltiples mensajes contradictorios, sobre un mismo tema obsesivo, para que la verdad no se conozca; pase como una mentira más.
Uno no entiende esa psicología torcida del poder, pero es característica de los regímenes totalitarios, especialmente del comunismo y afines. Actores de, por y para las tinieblas.
Más difícil de entender es cómo el "masaje" de la propaganda y la contra información sediciosa nos convierte, ciudadanos incautos, en canales al infinito para la transmisión del ruido que los seres oscuros provocan. Resultamos transmisores gratis de la incertidumbre y la mentira. ¿Para qué necesitamos la televisión digital? Nosotros mismos somos el medio del masaje comunicacional oficial. Darse cuenta de esto quizá permitiría empezar a liberarnos. ¡Basta! ¡Déjenme en paz!
Y a otra cosa, pues es otra ley que el mensaje monótono adormece y no puede competir con el swapping. Dejémoslos atapusar sus canales con mentiras que convertirán su mensaje en ruido. Y dejemos a la gloriosa sociedad de mercado hacer lo suyo para multiplicar los canales y encontrar las verdades de las sociedades abiertas.
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