En pocas palabras. Javier J. Jaspe / Washington D.C.
Mientras el palo del desabastecinimiento va y viene sobre las espaldas de los venezolanos, muchos se asombran de que el gobierno de Nicolás Maduro/Diosdado Cabello se niegue a reconocer que la devaluación del bolivar frente al dólar, al pasar de Bs. 4,30 a Bs. 6,30 por dólar, recientemente decretada, traiga más inflación y dificultades económicas a Venezuela. Destacados economistas venezolanos le critican al ministro de hacienda, Jorge Giordiani, y al presidente del BCV, Nelson Merentes, desconocer el ABC economico, según el cual, luego de una devaluación debe producirse necesariamente el ajuste de los precios, pues éste es su corolario esencial y directo, sobre todo en una economía altamente importadora como la venezolana.
Digamos primero que esa actitud del gobierno de Maduro-Cabello es consecuente con su consabida práctica de utilizar mentiras repetidas con alta intensidad, como si las palabras tuviesen efectos traumatológicos, pero agreguemos que en el caso de la devaluación tiene como propósito tratar de conseguir un par de objetivos adicionales. En primer término, trata de trasladar el centro de la discusión a los efectos de la devaluación para que la gente se olvide de las causas que la motivaron, entre ellas, la notable sobrevaluación del bolivar; el incremento substancial de la cotización del dólar en el mercado paralelo que lo cifra en más de veinte bolívares; la falta de productos esenciales en los anaqueles de los mercados; el agotamiento de las reservas internacionales líquidas del BCV; el aumento de los niveles de endeudamiento publico; los elevados montos en la liquidez monetaria después de la exacerbación del gasto gubernamental para captar votos en las elecciones pasadas; el cada vez marcado deterioro de PDVSA como consecuencia de su mala administración; la política de subsidio interno a la gasolina, así como los subsidios y regalos a Cuba y demás países que integran el ALBA y Petrocaribe; el estrangulamiento de la capacidad de CADIVI para suministrar los dólares controlados; el deficit del sector publico, y pare usted de contar…
Con sobrada razón, recientes estudios realizados sobre el acontecer economico venezolano han apuntado, entre otras consideraciones, las siguientes:
“El gobierno de Hugo Chávez recurrió a un “auge en esteroides” del gasto público para ganar la elección presidencial del 2012 (en este caso al parecer más allá de la metáfora). Su estrategia económica ha provocado una dramática apreciación del tipo de cambio real, el aumento de las importaciones a un récord histórico, y un auge considerable de los salarios reales especialmente en el sector público….En 2012, el gobierno gastó alrededor del 51 por ciento del PIB -el nivel más alto de la región-, aprovechando los altos precios del petróleo y su control sin precedentes sobre los recursos públicos, el sistema financiero y el Banco Central. En el año previo a la elección, el gasto público total se incrementó en más del 40 por ciento en términos reales, similar al aumento en el año 2006 durante la elección presidencial anterior. Este salto en el gasto dio lugar al mayor déficit del sector público en nuestra historia de alrededor del 17 por ciento del PIB –una magnitud impresionante estando en medio de un auge inédito de los precios del petróleo” Ver: “La economía política del chavismo: implicaciones para el 2013”, por Francisco Monaldi, en: http://prodavinci.com/2013/01/18/actualidad/la-economia-politica-del-chavismo-implicaciones-para-el-2103-por-francisco-j-monaldi/
El segundo objetivo perseguido con la aparentemente ingénua declaración de Maduro y sus correligioniarios, frente a la devaluación del bolivar regalada en este mes de febrero a los venezolanos, es el de intentar que se pase por alto la caída brutal experimentada por el salario mínimo, al pasar de cien mil bolivares de la época en 1998, equivalentes entonces a 171 dólares, a 2.047 bolivares en el 2013, o sea unos 110 dólares, al tipo de cambio paralelo de Bs. 18, 5 por dólar. Nótese que la caída podría ser incluso mayor, si se utiliza la cotización del billete verde en la actualidad, de más de veinte bolivares por dólar.
Lo que llama más la atención de las indicadas cifras es que en 1998 el precio promedio del barril de petróleo era de 16 dólares, mientras que este año ha llegado a 108 dólares. Igualmente, que dicha caída del salario mínimo este año lo acerca peligrosamente a los niveles que tenía en 1989, año del “Caracazo”, cuando se exacerbaron los ánimos y se produjeron saqueos y víctimas de consideración instigados por francotiradores cubanos y extremistas venezolanos, los cuales obligaron al gobierno de Carlos Andrés Pérez a responder en defensa de la democracia, así como de la vida y la propiedad de los venezolanos. En 1989, valga recordar, el salario mínimo era de 4.000 bolivares, o sea, unos 92 dólares, mientras el precio promedio del barril de petróleo se cotizaba en un monto cercano a los 17 dólares.
Las consideraciones anteriores ya revelan que la aludida devaluación apunta hacia una trampa monetaria. Sinembargo, son otras declaraciones de Maduro y Cabello, las que parecen ayudar a identificar con mayor precision el papel que la devaluación estaría llamada a desempeñar en tal trampa. Nos referimos a las constantes manifestaciones del susodicho binomio usurpador en contra de los empresarios privados, la clase media y las personas con necesidades de dólares, como si de una declaración de guerra económica en contra de estos sectores se tratara. De acuerdo con tales manifestaciones, la entrega de dólares se regirá por las prioridades que más le convengan al regimen bicéfalo, lo cual indica a claras luces que el billete verde será utilizado predominantemente para financiar las necesidades del gobierno, lease, importaciones de bienes y alimentos para repartir a las huestes madurocabellistas, subsidios a Cuba y otros países, e importaciones de armas para los militares.
Entonces, la trampa monetaria con la devaluación pretende, entre otros fines, agudizar la polarización de la ya fuertemente dividida población venezolana, entre chavistas y no chavistas, o mejor dicho, entre madurocabellistas y no madurocabellistas, entre amigos y enemigos del régimen; fomentar el terror en la población venezolana, incrementando su frustración y desesperanza; y negarle la sal y agua del dólar al empresariado y la clase media para llevarlos a emigrar, dejando el país a merced del gobierno usurpador de Maduro/Cabello en complicidad con los Castro.
Ese es, a nuestro juicio, el propósito de trampa monetaria que persiguen Maduro, Cabello, Ramírez y Jaua, los cuatro jinetes del apocalipsis venezolano, con la reciente devaluación. Hacer conciencia sobre este propósito para trazar una estrategia de lucha consecuente y derrotarlo, debería llevar al empresariado, la oposición democratica, los estudiantes, los profesionales, la iglesia, los partidos politicos, la clase media y los demás sectores que se verán afectados por la trampa monetaria devaluacionaria, a unificarse para emprender las acciones conjuntas, oportunas y necesarias a tal efecto.
En pocas palabras, las reacciónes del gobierno usurpador de Nicolás Maduro al carácter inflacionario de la reciente devaluación del bolivar frente al dólar y otras críticas que con razón técnica han formulado destacados economistas venezolanos, trata de centrar la discusión en los efectos de dicha medida, para evitar que se debatan las causas que la han originado, especialmente el gasto publico desenfrenado y demás factores indicados en partes anteriores de este artículo. Igualmente, tales reacciones buscan que se pase por alto la caída brutal en el salario mínimo, al haberse colocado muy por debajo de los niveles que tenía en 1998 y acercado peligrósamente a los niveles de 1989, año del “Caracazo”. Por otra parte, las constantes manifestaciones de Maduro y Cabello, en contra de los empresarios privados, la clase media y las personas con necesidades de dólares, demuestran que se pretende utilizar la devaluación como una trampa monetaria para negarles el dólar y producir en ellos frustración, desperanza y el deseo de emigrar, para que dejen el país a merced del gobierno usurpador de Maduro-Cabello en complicidad con los Castro. En consecuencia, hacer conciencia sobre este propósito para trazar una estrategia de lucha consecuente y derrotarlo, debería llevar al empresariado, la oposición democrática, los estudiantes, los profesionales, la iglesia, los partidos politicos, la clase media y los demás sectores que se verán afectados por la trampa monetaria devaluacionaria, a unificarse para emprender las acciones conjuntas, oportunas y necesarias a tal efecto. Veremos…
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