Fausto Masó
16 Febrero, 2013
Al aceptar ser tutor de la tesis de un joven militar Jorge Giordani cambió la historia nacional. El tesista, un radical intuitivo y sin formación, ignorante del marxismo, se volvió un seguidor incondicional de su maestro con el que más tarde se encerraría a conversar durante horas en Miraflores, hasta volverse los dos almas gemelas empeñadas en volver a Venezuela otro experimento en la historia infinita de las utopías. Mientras Chávez respire, y quizá le queden años en esta interminable convalecencia, Giordani continuará siendo influyente a pesar de los fracasos económicos, de las cifras de inflación, porque siempre tendrá a manos la misma respuesta: la revolución se propone distribuir entre los pobres la riqueza petrolera y aprenderá de los fracasos, hasta que los pobres dejen de ser pobres y todos seamos iguales. No hay racionamiento económico, datos de la realidad, que alteren la fe de un marxista creyente.Serán muchos más los aprovechados, los oportunistas y los corruptos en el chavismo, pero hay dos personajes que poseen la fe del carbonero en que la historia demostrará la verdad del marxismo, a pesar de Stalin, la experiencia china, etc. y etc.
El socialismo venezolano ha tropezado con la realidad, los dólares no alcanzarán aunque el precio del petróleo llegara a $200 por barril, porque a la vuelta de unos años se habrían de nuevo esfumado. Esa pobreza hacia la que avanzamos nos separa de países de Perú, Colombia, México, Chile, Brasil, que revalúan sus monedas, en Venezuela la seguimos devaluando al mismo ritmo que después del Viernes Negro. El gobierno no devalúa para volver competitiva la empresa privada, convive con un sector privado, del mismo modo que lo está intentando Raúl Castro en la Habana después que la economía fue totalmente estatizada. Cuba por así decirlo retrocede y al hacerlo se aproxima a un punto de convergencia con Venezuela donde, por el contrario, el sector estatal avanza. Nos cuenta un amigo que alguna vez fue cercano a Chávez que éste en privado le decía que Venezuela no se cubanizaba sino que Cuba se venezolanizaría, ambos sistemas marchaban hacia un punto medio, una sociedad donde algunos privados sobreviviese controlados y aplastados, y el poder político y económico, estuviera en manos del estado.
Cada vez más los dólares desaparecerán para la clase media, solo los privilegiados accederán a las divisas, algunos harán enormes fortunas, la población vivirá estoicamente.
El bienestar de los más pobres dependerá de las ayudas oficiales, las misiones, las becas.
Cuando se le reprocha al gobierno que las medidas no logran el equilibrio económico, y hasta se dice, que la devaluación debía ser mucho mayor, hablamos con una lógica económica ajena a la de un Giordani, el que aspira a otro tipo de sociedad y no quiere que con los dólares se compren las cosas buenas de la vida.
Por ahora, Giordani está ganando, los platos rotos los pagará Nicolás Maduro porque dentro del chavismo se oyen las protestas de los que ven la ruina. Esas voces las acallaba Chávez, Maduro se muestra intransigente con la oposición, le costará imponerse dentro del chavismo frente a la realidad de una política económica ruinosa.
Los radicales desde Robespierre a Lenin llevan las de ganar en los procesos revolucionarios, o seudo revolucionarios, hasta que la realidad se impone y el castillo de naipes se desploma
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