Charito Rojas
27 Febrero, 2013
“(Maduro) no es Napoleón sino un Tayllerand, un cortesano que se adhirió con ventosas a los pantalones del caudillo y cuando vio que éste no tiene vida se aferró a las barbas de Fidel Castro, gracias a ese sensitivo olfato que perros y cortesanos tienen para saber quién es el que da las órdenes”. Rafael Poleo en su editorial Péndulo de la revista Zeta.27 Febrero, 2013
Cuando el socialismo del siglo XXI se extinga, más por falta de líder que de fervor de sus partidarios, uno de los “souvenirs” que nos dejará es el mal sabor de la traición a la Patria, descaradamente vendida a un país extranjero.
Desde que en 1994 Hugo Chávez visitara a Fidel Castro en Cuba, la lamentable escena del babeo extasiado del comandante golpista al conocer a su barbudo héroe ha debido encender las alarmas de la democracia venezolana.
Pero como decía mi abuela, después de ojo sacado, no vale Santa Lucía. O algo así. Casi 20 años después de la escenita de amor, somos Venecuba. O Cubazuela, como lo prefiera. No sólo vemos la bandera cubana en instalaciones del estado, como puertos y aeropuertos, institutos autónomos, refinerías, universidades, sino que, más grave aún, tenemos una presencia cubana que en buenos términos se llama invasión pero que nuestro presidente honra con el título de “ciudadanos de la misma patria”. Aunque él reconoció hace un par de años que en Venezuela vivían, trabajaban (y hacen unas cuantas cosas más) alrededor de 44.000 cubanos, el partido Voluntad Popular dice que desde 1999 han ingresado al país unos 210.000 ciudadanos de ese país. Actualmente se considera que hay más de 92.000 cubanos aquí. Y todos comiendo del erario nacional.
El comandante presidente cuando defendió en el 2010 la presencia de tal invasión, la justificó amparándose en la “gran ayuda” que nos prestaban en materia de energía, de deportes, de salud, de educación. Lo que no dice el Presidente es que estos extranjeros son funcionarios pagados por la administración pública y tienen injerencia en áreas de seguridad nacional tan delicadas como el Saime, el Sebim, el CNE, los registros y notarías, en las Fuerzas Armadas y en instalaciones de acceso restringido.
Ante la mirada aparentemente indiferente de unos militares cebados, estos cubanos tienen acceso directo al presidente que los considera más aptos que los venezolanos para desempeñar labores en esas áreas. No hay que abundar mucho sobre esta consideración: el que el presidente de la República se opere, hospitalice y ponga en manos de la medicina cubana, inferior en todo sentido a la venezolana, señala claramente donde está la confianza de quien debería ser el primer fan de este país llamado Venezuela.
El informe presentado por Voluntad Popular ratifica que estos extranjeros, amparados por el gobierno nacional, ocupan espacios reservados solo para venezolanos. El vocero de VP, Gral® Antonio Rivero, reveló que “más de 300 efectivos de la Fuerza Armada Revolucionaria Cubana participan en la toma de decisiones estratégicas en materia de seguridad y defensa de la Nación, cuestiones que solo le competen a militares venezolanos”. Hemos visto la bandera cubana ondeando al lado de la local en instalaciones militares como por ejemplo, la Brigada Blindad de Valencia.
Tal vez el problema menor con esta invasión cubana sea el costo de ellos (unos 1.300 dólares mensuales cada uno), sino la injerencia que tienen en áreas sensibles y el costo para el país de los regalos y negocios que hace el complaciente gobierno nacional con el régimen castrista.
El Grupo de Políticas Públicas, constituido por profesionales y profesores universitarios, produjo un valioso estudio que revela los negocios (conocidos) entre Venezuela y Cuba. Área por área, el “ñemeo” que favorece rotundamente a los vivos ancianos Castro sería así:
-Petróleo: se constituyó una filial llamada Pdvsa Cuba S.A. que se encarga del negocio energético con la isla. La empresa se asoció con un 41% a la filial de Cuba Petróleo, Cupet, que con el 59% comercializa el crudo venezolano en el Caribe, por lo cual Cuba, de consumidor petrolero pasó a ser exportador. Una perfecta triangulación gracias a los 115.000 barriles diarios que Venezuela le envía como pago a la “asesoría” cubana. Esta empresa rescató la refinería de Cienfuegos, que tenía 17 años fuera de servicio, ampliando su capacidad de refinación de 66.000 a 110.00 barriles diarios. Actualmente amplían otra refinería. Pdvsa desmanteló la refinería de Caripito para trasladarla a Cuba y ha gastado hasta ahora en este proyecto de refinerías cubanas la bicoca de 83 millones de dólares.
-Pdvsa otorgó a dedo a la cubana Cupet, entre 2009 y 2011, cuatro campos petroleros del estado Anzoátegui, de excelentes reservas probadas de crudo convencional. Puro lomito para Fidel, mientras los venezolanos comen pellejo.
-Derivados: Venezuela y Cuba están asociadas en las empresas Cuvenpetrol y Cuvenpeq, para construir y procesar plantas de gas, amoníaco y urea en la isla, con financiamiento de unos 15.000 millones de dólares, sacados del endeudamiento de Pdvsa.
-Transporte marítimo: Con igual participación accionaria Pdvsa Cuba S.A. y Cubana Internacional Marítima S.A. constituyeron Transalba para transporte de crudos a los países del Alba y de Petrocaribe. Son 10 buques, 2 propios y 8 fletados, adquiridos vía Bandes por 122 millones de dólares. Por otra parte, la empresa venezolano-cubana Albamar S.A. opera Ferriven, con 2 barcos de pasajeros entre Anzoátegui y Nueva Esparta y es propietaria del ferry de lujo HSS Discovery, anclado desde hace 2 años en La Guaira, porque fue comprado sin contar con muelle adecuado para su operación.
- Construcción: la Constructora Alba Bolivariana C.A, cuyos socios son el Banavih (49%) y la cubana Caribbean Overseas Constructor (51%), construye módulos de Barrio Adentro, remodelaciones hospitalarias y ciudades socialistas, como la del Camino de los Indios. La empresa petroquímica Cuvenpeq es la encargada de la producción de 14.000 petrocasas en Cienfuegos, lo cual da empleo a muchos cubanos y a ningún venezolano. Por cierto, en diciembre de 2007, Chávez regaló a Cuba 100 petrocasas, a una comunidad llamada Simón Bolívar, que obtuvo del gobierno venezolano más que los damnificados de las orillas del lago de Valencia.
-Centrales Azucareros: la Corporación Venezolana Agraria (CVA) compró a Tecno Azúcar de Cuba por 120 millones de dólares 6 centrales azucareros desmantelados que datan de los años 40 y fueron expropiados por Fidel en los 60. Partes de estos centrales han sido ubicados en Cojedes y Monagas por la empresa cubano-venezolana Constructora Alba Bolivariana. El negocio redondo.
-Agricultura: al tiempo que Venezuela firmaba el acuerdo entre el MinPoPo de Agricultura y Tierras con el Ministerio de Agricultura de Cuba para “producir y exportar” arroz, el gobierno chavista expropió a la multinacional productora de arroz Cargill. ¿Casualidad? La bandera cubana ahora ondea en esas instalaciones.
-Ferrocarriles: entre el Instituto Autónomo Ferrocarriles del Estado (Iafe), con el 51% y la cubana Soldar Carriles (Solcar) con el 49%, constituyeron Ferrola S.A., para “proyectos, rehabilitación y mantenimiento de estructuras ferroviarias e instancias civiles”. Tienen el contrato de rehabilitación del tren Barquisimeto-Puerto Cabello, paralizado desde hace 3 años esperando la reparación de la vía.
-Minería: la Empresa de Producción Minera Nacional y la cubana Yamaniguey S.A. se unieron en una empresa, Femsa, para la “exploración, desarrollo, explotación de minerales y su comercialización dentro y fuera del país”. Con una inversión de más de 600 millones de dólares deben construir una planta de acero inoxidable en Venezuela y con 521 millones de dólares una de ferroníquel en Cuba. Inexplicable inversión con las empresas de Guayana en bancarrota.
-Turismo: los ministerios de Turismo de Venezuela y Cuba constituyeron una empresa mixta entre Venetur y Cubanacán, para construir un hotel en la isla de La Tortuga, con derecho a la explotación turística de la misma.
Hasta el momento, la “generosidad” del comandante presidente, considerada más bien como una venta de la soberanía nacional al régimen de Fidel Castro, ha gastado más de 12.000 millones de dólares en regalos e “inversiones” graciosas en Cuba. Sólo la dádiva petrolera le ha costado al país 1.764 millones de dólares; para la electrificación de Cuba regaló 20 millones de dólares, aparte de los presentes generosos en viviendas, lubricantes y aceites, autopartes, 2 remolcadoras, un cable submarino y la gran participación en la torta presupuestaria del país.
Con razón la angustia en Cuba por la supervivencia del comandante: lo llaman “el salvador” porque rescató la economía cubana, a costa de la venezolana. Da a los cubanos presupuestos y privilegios que quita a los venezolanos.
El delito cometido se llama Traición a la Patria y los reos saben que el juicio está cerca. Con razón, los de allá y los de acá, están desesperados
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