ELIDES J. ROJAS L. | EL UNIVERSAL
miércoles 13 de marzo de 2013 12:00 AM
Capriles se hace de la corona. Deben ocurrir muchas cosas en apenas un mes. Lo primero y más importante es que fracase la estrategia necrófila del oficialismo, que los Castro no logren mantener cohesionado a su ganado agrupado en comunas, consejos comunales, misiones y bajo las alas del PSUV. Que la gente en general entienda que Chávez murió. Queda la leyenda construida con habilidad por los cubanos, sus rasgos propios de persona con carisma y atractivos para las masas y una buena montaña de errores que solo la historia dejará al descubierto.
No obstante, para ganar, del otro lado hay como que enderezar el entuerto. La MUD, con Henrique Capriles a la cabeza, debe lograr unas condiciones mínimas que permitan a la gente votar con confianza. Eso pasa por la depuración del REP, limitar el ventajismo de un Presidente-candidato, ajustarse a la ley, eliminar tanto la primera estación en las mesas de donde sale la información de cómo están votando los antiguos chavistas y que, a su vez, alimenta las movilizaciones de los consejos comunales. Eliminar las captahuellas, otro elemento generador de dudas. Llevar las auditorías y conteos posteriores hasta el 100%. Hacer una revisión profunda del sistema de cedulación. Amarrar a los malandros motorizados rojos y, de un tiro, poner en su sitio a los militares que deben hacer su trabajo y no actuar como vulgares militantes. Casi nada.
Gana Capriles. Ahí es cuando empieza lo bueno. Todos los poderes todavía con la bandera de los golpistas apretada en sus hombros, 20 gobernaciones por el buche, la mayoría de los consejos legislativos en poder de los castrocomunistas, sin plata, el país quebrado, la Asamblea Nacional en contra. Servicios públicos por el piso. Todo entrampado.
Gana Capriles, pero...
Otra historia. Gana Maduro. Es lo esperado por muchas razones. Lo emocional, el ventajismo, la influencia del ausente, la trampa, el dominio del árbitro electoral, el invicto del chavismo en elecciones presidenciales, las recientes dos victorias del oficialismo. La plata. Hay suficiente para gastar en un mes y seguir comprando votos y pobres. Y nuevos ricos también. La muerte del líder sin duda será determinante a la hora de asegurar el camino de Maduro hasta el trono, pues el Chávez se encargó el 8 de diciembre de hacer el mandado completo. La militancia acatará la orden y si se reproduce la operación remolque del 7O, con base a los militares, la plata y la logística de Pdvsa y los consejos comunales no habrá nada qué hacer.
Pero será al mismo Maduro y su combo a quienes les tocará enfrentar el tsunami socioeconómico que ellos mismos construyeron.
Gana Maduro, pero.
No obstante, para ganar, del otro lado hay como que enderezar el entuerto. La MUD, con Henrique Capriles a la cabeza, debe lograr unas condiciones mínimas que permitan a la gente votar con confianza. Eso pasa por la depuración del REP, limitar el ventajismo de un Presidente-candidato, ajustarse a la ley, eliminar tanto la primera estación en las mesas de donde sale la información de cómo están votando los antiguos chavistas y que, a su vez, alimenta las movilizaciones de los consejos comunales. Eliminar las captahuellas, otro elemento generador de dudas. Llevar las auditorías y conteos posteriores hasta el 100%. Hacer una revisión profunda del sistema de cedulación. Amarrar a los malandros motorizados rojos y, de un tiro, poner en su sitio a los militares que deben hacer su trabajo y no actuar como vulgares militantes. Casi nada.
Gana Capriles. Ahí es cuando empieza lo bueno. Todos los poderes todavía con la bandera de los golpistas apretada en sus hombros, 20 gobernaciones por el buche, la mayoría de los consejos legislativos en poder de los castrocomunistas, sin plata, el país quebrado, la Asamblea Nacional en contra. Servicios públicos por el piso. Todo entrampado.
Gana Capriles, pero...
Otra historia. Gana Maduro. Es lo esperado por muchas razones. Lo emocional, el ventajismo, la influencia del ausente, la trampa, el dominio del árbitro electoral, el invicto del chavismo en elecciones presidenciales, las recientes dos victorias del oficialismo. La plata. Hay suficiente para gastar en un mes y seguir comprando votos y pobres. Y nuevos ricos también. La muerte del líder sin duda será determinante a la hora de asegurar el camino de Maduro hasta el trono, pues el Chávez se encargó el 8 de diciembre de hacer el mandado completo. La militancia acatará la orden y si se reproduce la operación remolque del 7O, con base a los militares, la plata y la logística de Pdvsa y los consejos comunales no habrá nada qué hacer.
Pero será al mismo Maduro y su combo a quienes les tocará enfrentar el tsunami socioeconómico que ellos mismos construyeron.
Gana Maduro, pero.
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