GUSTAVO BRICEÑO VIVAS | EL UNIVERSAL
martes 14 de mayo de 2013 12:00 AM
Ciertamente, la autocracia aparece en los textos políticos como lo opuesto a la democracia como sistema promisorio de libertades. Sin embargo, los conceptos de autocracia o dictadura tienen hoy en día interpretaciones diferentes, prácticamente demostrables en las ejecuciones de sus sistemas, y no solo atendiendo a las formas radicales para los cuales se manifiestan. Las autocracias hoy en día son diferentes a las habituales que han existido en los países occidentales de Europa y muy especialmente en América Latina. Ese análisis de considerar la legitimidad de origen y ejecución legítima ya ha pasado a un segundo plano. Antes las autocracias, nacían de golpes de Estado, o de llegadas al poder de manera violenta, normalmente en acuerdo entre un grupo de civiles con militares y tomaban el poder en ausencia de un apoyo popular. Se llamaban y se constituían comúnmente en Juntas de Gobierno, triunviratos, etcétera.
Las autocracias ahora, y en la nueva era, llegan al poder a través del voto popular, esto es, se aclama a un líder, se vota por él, y se le confieren poderes y atribuciones para que resuelvan y solucionen los problemas del país. Empero, en la realidad, ese líder y su grupo, esconde conductas y actitudes autocráticas. Son desde luego, sistemas políticos de apariencia democrática, pero en su interior y sobre todo en sus deseos, existe un reconocimiento contra un sistema de libertades donde no se conjuga de manera alguna el respeto a los derechos humanos, la libertad de expresión, la división de poderes institucionales y mucho menos la autonomía del Poder Judicial. La pregunta es ¿cuál es la razón de que ello ocurra?
A nuestro humilde parecer, la democracia no solo se basta con la existencia de instituciones formales que amparan una facha de democracia. Pues bien, la real democracia supone que sus ciudadanos hombres y mujeres, sean sus principales actores y promotores del sistema de libertad y de armonía, ayudado por un esfuerzo mayúsculo de ciudadanía. Ser un buen demócrata es una tarea harto difícil.
Digamos, que hoy son autocracias con fachada democrática, y que a mediano y largo plazo, se constituyen y se materializan en dictaduras reales, inclusive, sin importar si son dictaduras de derecha o de izquierda. En nuestro complicado medio político y social, o hay un sistema de democracia o existe un sistema donde la libertad se encuentra ausente. Si consideramos que la libertad es una consonante esencial para la vida, si ella no existe, da lo mismo que quien gobierna sea de extrema izquierda o de extrema derecha.
Este artículo lo escribo, esencialmente porque en Venezuela rodean instituciones encuadradas dentro del esquema tradicional esencialmente liberal, no obstante que la práctica y el desarrollo de las mismas han sido transfiguradas e interpretadas por un régimen muy poco democrático, por no decir muy autocrático. Siendo lector, que al menos la duda de si en nuestro país existe o no una autocracia, ya no la tengo, el gobierno que nos preside, todos los días me inculca y muestra que estamos conviviendo con una autocracia en todo su esplendor. ¿Es entonces una nueva autocracia?
Las autocracias ahora, y en la nueva era, llegan al poder a través del voto popular, esto es, se aclama a un líder, se vota por él, y se le confieren poderes y atribuciones para que resuelvan y solucionen los problemas del país. Empero, en la realidad, ese líder y su grupo, esconde conductas y actitudes autocráticas. Son desde luego, sistemas políticos de apariencia democrática, pero en su interior y sobre todo en sus deseos, existe un reconocimiento contra un sistema de libertades donde no se conjuga de manera alguna el respeto a los derechos humanos, la libertad de expresión, la división de poderes institucionales y mucho menos la autonomía del Poder Judicial. La pregunta es ¿cuál es la razón de que ello ocurra?
A nuestro humilde parecer, la democracia no solo se basta con la existencia de instituciones formales que amparan una facha de democracia. Pues bien, la real democracia supone que sus ciudadanos hombres y mujeres, sean sus principales actores y promotores del sistema de libertad y de armonía, ayudado por un esfuerzo mayúsculo de ciudadanía. Ser un buen demócrata es una tarea harto difícil.
Digamos, que hoy son autocracias con fachada democrática, y que a mediano y largo plazo, se constituyen y se materializan en dictaduras reales, inclusive, sin importar si son dictaduras de derecha o de izquierda. En nuestro complicado medio político y social, o hay un sistema de democracia o existe un sistema donde la libertad se encuentra ausente. Si consideramos que la libertad es una consonante esencial para la vida, si ella no existe, da lo mismo que quien gobierna sea de extrema izquierda o de extrema derecha.
Este artículo lo escribo, esencialmente porque en Venezuela rodean instituciones encuadradas dentro del esquema tradicional esencialmente liberal, no obstante que la práctica y el desarrollo de las mismas han sido transfiguradas e interpretadas por un régimen muy poco democrático, por no decir muy autocrático. Siendo lector, que al menos la duda de si en nuestro país existe o no una autocracia, ya no la tengo, el gobierno que nos preside, todos los días me inculca y muestra que estamos conviviendo con una autocracia en todo su esplendor. ¿Es entonces una nueva autocracia?
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