JUAN MIGUEL MATHEUS | EL UNIVERSAL
lunes 6 de mayo de 2013 12:00 AM
Ante la gravedad del momento que vive el país, creo oportuno esbozar cinco premisas sobre la lucha política que sostiene la sociedad venezolana para lograr el tan anhelado restablecimiento del orden de la justicia y de la libertad. Lo que intentaré será señalar algunas ideas que, pienso, cobran una especial vigencia en el terreno de la acción política después de las elecciones del 14 de abril.
En primer lugar, la importancia de comprender la naturaleza política y moral del régimen que sojuzga a Venezuela. No es una democracia. Y eso ha quedado más que en evidencia después de las elecciones del 14 de abril. Se trata de un totalitarismo que intenta dominar a todas las personas y a todo lo que hay en las personas, incluida, por supuesto, la consciencia. En este sentido, el actual régimen ya no tiene caretas. No puede seguir jugando, como diría Platón, a ser el perfecto injusto, es decir, a actuar injustamente pero simulando justicia. Nicolás Maduro y Diosdado Cabello, con toda la influencia cubana, ya no pueden simular justicia. Su talante autocrático lo impide. Y nosotros, el país democrático, debemos elevar nuestras voces para gritarle al mundo que ¡el Rey está desnudo!
Como segunda premisa, vinculada a la anterior, el tema de la verdad y de la mentira. Lo que sostiene a este régimen es la mentira. Su oxígeno existencial es la mentira. Pero ya no pueden seguir mintiendo. Es el momento de la verdad, que se abre paso en la consciencia de todos los venezolanos. Por eso nuestra tarea debe ser denunciar, en todo momento, las mentiras de Nicolás Maduro, de Diosdado Cabello y de todo personero del régimen. Recordemos con Václav Havel, que la verdad actúa como un arma poderosísima ante los regímenes totalitarios, como un arma bacteriológica que penetra todas las estructuras del totalitarismo para hacerlas sucumbir. Si nos empeñamos en seguir diciendo la verdad, y en lograr que el liderazgo opositor diga siempre la verdad, sin cálculos estériles, la libertad estará cerca. No lo dudemos.
La tercera idea se refiere a la apariencia de legitimidad que necesita Nicolás Maduro para hacer subsistir la revolución bolivariana. Maduro requiere mostrarse como un gobernante legítimo para exigirnos obediencia, para que los venezolanos le otorguemos nuestro consentimiento a su régimen. Pero él no es un gobernante legítimo. No lo es por el modo inconstitucional en que se hizo encargado de la presidencia y no lo es por las mentiras electorales del 14 de abril, que aún estamos intentando develar ante el país. Se pone en evidencia, una vez más, que todo régimen injusto simula legitimidad, siendo que en este caso la simulación de la legitimidad procede, a su vez, de la simulación de elecciones justas. Así, nuestra misión no solo es demostrar las mentiras electorales del 14 de abril, sino luchar por desmontar esa estructura de mal que es el sistema electoral venezolano encabezado por Tibisay Lucena y tutelado maquiavélicamente por Jorge Rodríguez, y que es la mayor fuente de apariencia de legitimidad del régimen.
En cuarto lugar, la violencia producida por el gobierno. Violencia en las instituciones y desde las instituciones (Asamblea Nacional, TSJ, CNE, etc...), violencia en la calle (represión, amenazas, colectivos, etc...) y violencia comunicacional (mentiras, llamado al odio, insultos, amenazas, etc.). Todas estas formas de violencia son expresión auténtica de la esencia totalitaria del régimen. Se corresponden con el tipo humano totalitario encarnado por Nicolás Maduro, Diosdado Cabello, Luisa Estella Morales, Tibisay Lucena y compañía. Por nuestra parte, podemos estar tranquilos porque los violentos son ellos, no nosotros. Aunque intenten acomplejarnos, y decirnos provocadores o conspiradores, los violentos son y serán ellos. Y son tanto más violentos cuanto más frágiles son en su ilegitimidad e intentan constreñirnos con el miedo para que renunciemos a la lucha y consintamos las injusticias. No podemos abandonar la lucha y debemos seguir resistiendo firmemente este aluvión de mentiras y de males.
Finalmente, en quinto lugar, quiero recordar que nuestra lucha es desde los principios y desde la virtud. Tenemos que ser mejores y hacernos mejores personas a través de esta lucha para poder ahogar el mal en el bien, para derrotar la mentira con la verdad. Si no transigimos en los principios, si entendemos que lo que está en juego no es solo la elección del 14 de abril, sino la liberación de Venezuela y el restablecimiento de una República de justicia, genuinamente democrática, muy pronto podremos contemplar una nueva Venezuela. Para ello es fundamental cultivar la virtud de la esperanza. Nuestra lucha tiene más sentido que nunca y Venezuela está orgullosa del fervor patriótico de cada venezolano que se consagra a la causa de la justicia y de la libertad.
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