DARÍO RAMÍREZ| EL UNIVERSAL
miércoles 5 de febrero de 2014 12:00 AM
En las últimas semanas he leído una diversidad de artículos que realmente me han impactado, sobre todo aquellos en los que se ha condenado a ultranza las posturas que difieren hoy dentro de la Unidad, como si fuera un pecado no obedecer ciegamente una línea. Estoy convencido de que lo que nos une como alternativa no es el sometimiento ideológico, por el contrario, la búsqueda de diversidad es lo que nos impulsa, un sistema democrático con todo lo que eso conlleva.
Nadie es más Unidad que otra persona, Henry Ramos no es más Unidad que Ledezma, ni lo es ningún dirigente más que esa madre que nunca ha dejado de apostar por la opción democrática y que apoya una visión de país donde cabemos todos. La diferencia de ideas es algo que desde aquí debemos apoyar y fomentar, y quienes lideran tienen la responsabilidad de dirimir en conjunto.
Luego de varios años en los que se han dado avances importantísimos que nos han ayudado a lograr la tan anhelada Unidad, ha llegado el momento de dar apertura a un debate público del ¿qué debemos hacer? A quienes son la opción democrática de base: la gente. Porque si como políticos esperamos y promovemos que la responsabilidad es conjunta y así lo exigimos, entonces debemos dar cabida a la opinión de cada ciudadano. ¿Por qué? Porque hasta el momento no hemos logrado salir de este sistema que actualmente nos tiene hundidos en un subsuelo de miseria humana, violencia, escasez y desempleo.
Hace poco escuche a mi madre decir: "Yo de verdad nunca pensé vivir esto", nos estamos acostumbrando a vivir de una manera denigrante, hacer colas de 3 o 4 horas por todo. Aceptar que debemos vivir con miedo, como si la violencia no tuviese solución. Ni en los peores momentos de nuestro país el venezolano se había visto tan desesperanzado y humillado. Entonces ¿por qué negarle al ciudadano de a pie que sus dirigentes debatan públicamente sus visiones? ¿Por qué no preguntarles cuál es #LaSalida?
Un líder no debería exigir obediencia plena y no permitir la discusión y el debate abierto, un líder grande debe aprovechar las diferencias y capitalizarlas. Un líder debe ser grande para aceptar eso, no demandar un liderazgo y buscar imponer una sola visión.
Aceptar que no es un gobierno fácil de derrocar no puede ser aceptar que no haremos nada, la reconstrucción del país pasa por la reconciliación, pero no con los malandros que durante 15 años no solo han desgobernado, sino que han jugado con lo más importante de un pueblo: su dignidad. Esos llamados a la paz del gobierno son falsos, de cartón y aceptarlos como si jamás nada hubiese pasado, es una manera de faltarle el respeto a quien espera rescatar el orgullo de su país.
Mi humilde visión es que la solución está en la calle, porque este no es un sistema del que se salga con simples elecciones. Aquí hay que llevar de la mano la protesta pacífica con medidas constitucionales y una entrega total a la reconstrucción de un país que pareciera olvidado, desde todos los ciudadanos. No existe una división si todos mantenemos ese mismo valor que nos unió en principio: Derrocar un sistema autoritario y déspota que no respeta los derechos de la gente para darle cabida a un sistema realmente democrático, de progreso y justo, donde la voluntad de la gente sea la brújula.
Entonces, dejemos que sea este el momento para replantearnos las estrategias y que sea abierto y pidamos que quien lidere, sea uno o sean varios, tengan la capacidad de aglutinar no por imposición sino por entendimiento y apertura. Y que los fanatismos que tanto criticamos de un lado, no se vuelvan prácticas en nuestras.
Nadie es más Unidad que otra persona, Henry Ramos no es más Unidad que Ledezma, ni lo es ningún dirigente más que esa madre que nunca ha dejado de apostar por la opción democrática y que apoya una visión de país donde cabemos todos. La diferencia de ideas es algo que desde aquí debemos apoyar y fomentar, y quienes lideran tienen la responsabilidad de dirimir en conjunto.
Luego de varios años en los que se han dado avances importantísimos que nos han ayudado a lograr la tan anhelada Unidad, ha llegado el momento de dar apertura a un debate público del ¿qué debemos hacer? A quienes son la opción democrática de base: la gente. Porque si como políticos esperamos y promovemos que la responsabilidad es conjunta y así lo exigimos, entonces debemos dar cabida a la opinión de cada ciudadano. ¿Por qué? Porque hasta el momento no hemos logrado salir de este sistema que actualmente nos tiene hundidos en un subsuelo de miseria humana, violencia, escasez y desempleo.
Hace poco escuche a mi madre decir: "Yo de verdad nunca pensé vivir esto", nos estamos acostumbrando a vivir de una manera denigrante, hacer colas de 3 o 4 horas por todo. Aceptar que debemos vivir con miedo, como si la violencia no tuviese solución. Ni en los peores momentos de nuestro país el venezolano se había visto tan desesperanzado y humillado. Entonces ¿por qué negarle al ciudadano de a pie que sus dirigentes debatan públicamente sus visiones? ¿Por qué no preguntarles cuál es #LaSalida?
Un líder no debería exigir obediencia plena y no permitir la discusión y el debate abierto, un líder grande debe aprovechar las diferencias y capitalizarlas. Un líder debe ser grande para aceptar eso, no demandar un liderazgo y buscar imponer una sola visión.
Aceptar que no es un gobierno fácil de derrocar no puede ser aceptar que no haremos nada, la reconstrucción del país pasa por la reconciliación, pero no con los malandros que durante 15 años no solo han desgobernado, sino que han jugado con lo más importante de un pueblo: su dignidad. Esos llamados a la paz del gobierno son falsos, de cartón y aceptarlos como si jamás nada hubiese pasado, es una manera de faltarle el respeto a quien espera rescatar el orgullo de su país.
Mi humilde visión es que la solución está en la calle, porque este no es un sistema del que se salga con simples elecciones. Aquí hay que llevar de la mano la protesta pacífica con medidas constitucionales y una entrega total a la reconstrucción de un país que pareciera olvidado, desde todos los ciudadanos. No existe una división si todos mantenemos ese mismo valor que nos unió en principio: Derrocar un sistema autoritario y déspota que no respeta los derechos de la gente para darle cabida a un sistema realmente democrático, de progreso y justo, donde la voluntad de la gente sea la brújula.
Entonces, dejemos que sea este el momento para replantearnos las estrategias y que sea abierto y pidamos que quien lidere, sea uno o sean varios, tengan la capacidad de aglutinar no por imposición sino por entendimiento y apertura. Y que los fanatismos que tanto criticamos de un lado, no se vuelvan prácticas en nuestras.
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