Monday, February 24, 2014

La protesta de la cultura

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La protesta de la cultura

(Crónica de una visita)

Eddy Reyes Torres

En la conferencia que pronunció el filósofo alemán Edmund Husserl en la Asociación de Cultura de Viena, en mayo de 1935, titulada La filosofía en la crisis de la humanidad europea, aludió a  la significación que tiene la formación de ideas que cobran eficacia en círculos pequeños y muy reducidos en la transformación progresiva de la humanidad entera. Cuando Husserl dicta esa conferencia, Hitler ya era Führer y el nacionalismo una amenaza para Europa y, especialmente, los judíos. La historia se repite con sus variantes, una y otra vez. Aquí y ahora, con su traje tropical y rumbero, se desarrolla para “ejemplo” del mundo.

El pasado domingo 16 de febrero, cuando Venezuela era un hervidero de manifestaciones contra el gobierno de Nicolás Maduro, se inauguró en el Museo Bárbaro Rivas de Petare la exposición (De civitate Dei) de ese gran artista que es Miguel von Dangel, en homenaje a su pueblo. Muchos eventos culturales programados para ese día en Caracas fueron suspendidos. La decisión de la directora del museo –Carmen Sofía Leoni- de seguir adelante con la programación hizo que ardiera Troya. La página cultural de la Alcaldía de Petare en la web fue invadida de insultos de todo tipo, cuestionándose que no se suspendiera la muestra en momentos en que la oposición se disponía a protestar de forma contundente. Los reclamos cibernéticos llegaron a tal punto que fue necesario cerrar dicha página. Es seguro que ninguno de los “cibernautas”  se molestó en averiguar quién era von Dangel ni de qué trataba la muestra. Para ese propósito, el esfuerzo a realizar se limitaba a colocar el nombre del pintor en el buscador de Google y hacer “click”, para que se desplegara en la pantalla del computador dos de las muchas entradas que se muestran en la web: las entrevistas que le concedió el artista a los diarios El Nacional y El Universal que aparecieron en las ediciones del viernes 14  y domingo 16 de febrero, respectivamente.

En el primero de estos periódicos se indica que: “La mayor parte del cuerpo de trabajo de la exposición, titulada De civitate Dei, está inspirada en La ciudad de Dios, una obra escrita por san Agustín de Hipona que constituye una apología del cristianismo en la que se confronta la ciudad celestial a la pagana”. Más adelante se incluye una declaración del artista en la que dice: “He vivido en este pueblo durante 64 años. ¿Qué dicen sobre él? Que Petare es marginal, que lo representan los malandros, la basura, la corrupción; entonces de pronto te preguntas: ¿Qué hago? ¿Me entrego pasivamente, como lo que le está pasando al resto del país, al fatalismo? O pienso: ‘Esto es un anuncio, va a llegar un final que va a devenir en el principio de algo, en el descenso del cielo de la Jerusalen ideal’. Parece osado, pero en el momento en que me sumerjo en estas pinturas pienso que es posible, que estamos construyendo esa nueva ciudad”.

En la declaración a El Universal, el artista es más frontal cuando señala: “Los sistemas totalitarios consideran que los artistas son locos. En la Unión Soviética los tenían en manicomios. Hoy nos dicen que somos escuálidos. Yo sí creo que hay cierto nivel de hipersensibilidad en los artistas verdaderos (…) Un mundo sin arte, sin filosofía ni poesía me parece invivible”. Ante estos comentarios el periodista le pregunta: ¿Y ante abusos de poder qué puede hacer el arte? Y von Dangel le responde: “Tú siempre estableces el poder como si fuera el poderoso. Quién te dice a ti que no somos los artistas los poderosos. Hasta ahora hemos trascendido todos los sistemas dictatoriales. Y aquí creo que estamos a punto de lograrlo también”. Esas dos lecturas habrían bastado para aupar la exposición como otra protesta, como la manifestación de indignación de un prominente representante del sector cultural venezolano, específicamente de nuestras artes plásticas.

Más allá de mi condición de autor de uno de los textos del catálogo –el otro fue escrito por el más sabio de los críticos de arte del país: Perán Erminy, a quien por cierto Miguel dedicó la muestra-, la circunstancia anterior, esto es, el carácter contestatario de la exhibición, me impelía a asistir al evento inaugural. En ese  sentido, fue más que coincidencia que en la nota que hice el pasado mes de septiembre de 2013 apuntara: “De civitate Dei fue escrita en unas circunstancias históricas muy especiales. El Imperio Romano se hallaba en plena decadencia e invadido por los pueblos bárbaros. Del orden se había pasado al caos. Con su obra, San Agustín quería que la mirada de los hombres se desviara de la confusión terrenal al orden divino, allí precisamente donde el bien se manifiesta plenamente. Con esta exposición y ante la llegada de otros bárbaros von Dangel persigue el mismo propósito: que los lugareños y el país fijen su mirada en el orden divino, porque, como dice San Agustín al comienzo de su obra, ‘Hijos de esta misma ciudad son los enemigos contra quienes hemos de defender la Ciudad de Dios’”.  

Cuando me trasladé al museo,  lo hice con la convicción de que un reducido número de personas lo haría también. Me alegró equivocarme. Allí habían más de cien espectadores que, además, con el transcurrir de las horas se triplicarían, en un entrar y salir de gente. Fue sin duda un gran logro en cuenta de las condiciones desfavorables para el desplazamiento a través de la ciudad y el nerviosismo de muchos. Pero más ejemplarizante todavía fue la asistencia de Sofía Imber. En silla de ruedas, ayudada por su enfermera y su chofer, cargando la pena del fallecimiento reciente de su hijo, esta emblemática mujer hizo acto de asistencia para demostrarnos que no hay excusas para seguir luchando; que ni los muchos años de vida ni los achaques en la salud que ellos arrastran y mucho menos los dolores que llevamos en el alma nos deben paralizar en momentos decisivos del destino del país. Similar relevancia tuvo la asistencia del embajador de Alemania, Walter J. Lindner, y su esposa. El embajador Lindner, con la prudencia que le imponía su investidura, dirigió palabras de aliento a los asistentes y refirió anécdotas de su primer encuentro con el artista, el cual tuvo lugar en la casa de éste, en el barrio de Petare.

 Perán Erminy, nuestro decano de la cultura, fue invitado a dirigir unas palabras a los presentes, procediendo entonces a glosar algunos párrafos del texto que escribió desde sus entrañas para el catálogo. Sobreponiéndose al estado de angustia y aflicción que le embargaba dijo: “En la oscuridad en que estamos, la luz del arte de von Dangel, y su voluntad de luz, en el más amplio sentido metafórico, iluminan la desesperanza (…) Miguel von Dangel construyó ese titánico monumento humanístico que es su obra, para compartir su visión libertaria del mundo, como ejemplo y modelo de preservación de la dignidad humana (…) Lo que nos plantea es, nada menos que el sentido de vivir”.

El sector cultural estuvo representado con las presencias de María Elena Ramos, Virginia Betancourt, Roldán Esteva-Grillet, Víctor Guédez, Nelson Garrido, Lida Worwa, Vladimir  Sersa, Abilio Padrón, Gerardo Zavarce, Álvaro Betancourt, Javier Level y Nicomedes Febres, entre otros. Los vecinos del pueblo no faltaron a la jornada, llevando varios de ellos refrigerios para el público. Con todo, fue un círculo reducido si lo comparamos con los marchantes vestidos de rojo que auparon al Presidente “obrero” ese mismo día. Pero aun así, en ese minúsculo círculo había unos pocos intelectuales marcados por el verbo y la palabra escrita, suficientes para cumplir con el mandamiento de Zaratustra: “¡No escuchéis a los malos hombres! Conducirán la casa, la región y el país hacia la destrucción y la muerte. Luchad contra ellos con las armas de la palabra”.

 

Caracas, 20 de febrero de 2014

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