En: http://www.hacer.org/latam/?p=36310
Los Tiempos
Al liquidar las pocas esperanzas que quedaban en un cambio de
rumbo, las medidas recientemente adoptadas por Maduro hacen temer lo
peor.
Hace algo más de dos semanas,
cuando el Presidente venezolano anunció que con su equipo de
colaboradores estaba preparando un conjunto de medidas económicas para
rectificar el rumbo de la economía hacia el abismo, hubo hasta en los
sectores más escépticos un atisbo de esperanza. Se suponía que ante la
contundencia de los hechos el heredero de Hugo Chávez terminaría por
arriar sus banderas estatistas y optaría por dedicar las pocas fuerzas
políticas y las escasas reservas económicas que le quedan para ensayar
un giro salvador.
Nada de eso ocurrió. Todo lo
contrario, ante el estupor incluso de los sectores menos dogmáticos del
chavismo, Maduro optó no sólo por huir hacia adelante, la dirección que
hasta en las filas oficialistas se sabe que conduce al abismo y redobló
su apuesta hacia el desmantelamiento de los últimos resabios del aparato
productivo venezolano, mientras multiplica en la misma proporción el
poder de una burocracia civil-militar corrupta y cada vez más
autoritaria.
Como era previsible, los resultados
de tan enorme desacierto no se han hecho esperar. Las medidas aprobadas
durante la última semana de enero, a lo que se sumó la reciente
aprobación de la “Ley de costos, ganancias moderadas y precios justos”,
no han servido más que para que se desvanezcan las últimas esperanzas en
una rectificación del rumbo y el miedo al futuro termine de paralizar
la economía.
En tales circunstancias, y cuando
recién está en el segundo mes de un año que se perfila aún peor de lo
que fue el 2013, ya no parece exagerado el uso de términos como
“inminente colapso” que con creciente frecuencia se utiliza para
describir lo que a la economía venezolana le depara el futuro.
Las razones en las que se basan los
más negativos presagios son muchas y están respaldadas por los
instrumentos propios de la economía. Se ha llegado a un punto en el que
la frialdad de las cifras es tan elocuente que la aritmética básica ya
es suficiente para mostrar lo insalvable de la situación
independientemente del punto de vista doctrinario desde el que se la
vea, pero lo peor no es eso sino la sorprendente tozudez con que Maduro y
el equipo que lo rodea se empeñan en perseverar en el error.
En efecto, las medidas promulgadas
ayer mantienen como principal referente la suposición de que la crisis
debe ser afrontada en términos bélicos y no económicos. Así, Maduro
insiste en su diagnóstico según el que la causa de sus dificultades
radica en el desencadenamiento de una “guerra económica” declarada por
Estados Unidos y ejecutada por los agentes internacionales del
capitalismo con la ayuda de sus “lacayos” del sector privado venezolano
entre los que figuran todos los empresarios, banqueros y comerciantes ni
alineados con el “chavismo”.
Siendo ese el diagnóstico, no
resulta sorprendente que la fórmula aplicada para afrontarlo sea la
misma y los términos para presentarla también. Pero lo peor es que son
también previsibles sus resultados plasmados en un agravamiento de la
crisis económica y una mayor disminución de las libertades económicas y
políticas. Y ello, pese a que sigue recibiendo ingentes cantidades de
dinero provenientes del petróleo.
Fuente: Los Tiempos (Bolivia)
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