Pablo Aure
No es el momento para que las diferencias dentro del sector democrático fracturen la unidad. Bastantes diferencias tenemos con el régimen para caer en eso. Lamentablemente la oposición tampoco escapa del desespero que atormenta a todo el país. Por eso las manifiestas contradicciones entre los distintos sectores que la conforman.
Señores, no logramos nada si continuamos criticándonos los unos a los otros. Pienso que cada quien debe inclinarse hacia el método de lucha que sienta más poderoso para lograr los cambios anhelados, pero siempre con la mira puesta en un mismo objetivo, cual es salir de este régimen oprobioso que ha endosado la soberanía nacional a la cruenta dictadura castrocomunista de Cuba.
Aquí hay que dar la pelea con las dos manos: Capriles, María Corina y Leopoldo son necesarios; cada uno con su estilo propio. El pueblo será quien decidirá la vía definitiva, que presiento está más cerca de lo que muchos imaginan.
Desde luego que no me cuento dentro de los denominados “comeflores”. Imposible que me identifiquen con ese sector que cree que con el régimen nos podemos entender hablando. Sabemos que a ellos lo único que les importa es permanecer en el poder para seguir robando.
Esta pandilla no saldrá a fuerza de votos. Abandonarán cuando se encuentren cercados, lo que jamás será posible mediante el diálogo. Y no será posible porque no son demócratas. Son dictadores. Nunca van a abandonar las mieles del poder. Saben que al salir de Miraflores les esperará la prisión porque son culpables, se llenaron los bolsillos con el dinero del pueblo y destruyeron un país; que la inseguridad no tiene otra explicación que no sea el abandono al sistema educativo y el no haber invertido en el diseño de políticas criminales. Ayer el difunto, pero hoy Maduro y sus secuaces, son los responsables de la miseria nacional; de las colas, de las muertes violentas, del abandono de los centros hospitalarios, de la quiebra de las empresas privadas y públicas. Millones de dólares han entrado al erario nacional y se han dilapidado en la misma proporción.
Juicio final
En algún momento presenciaremos lo que denominaremos el juicio final a esta farsa revolucionaria. Ellos no tendrán más explicaciones. Quedarán al descubierto y no tendrán otra alternativa que expresar que todo el mundo hace leña del árbol caído.
Luego de ser desalojados sí será necesario el diálogo, para evitar que se desaten los demonios revanchistas. Estas son algunas de las preguntas que están en el tapete: ¿Después de esto qué? ¿Maduro y su clan pagarán por haber asaltado la nación? ¿A los Chávez se les investigará? ¿Diosdado saldrá libre de polvo y paja? ¿Permanecerá intacto el Tribunal Supremo de Justicia? ¿Será posible construir un país con un Consejo Nacional Electoral, un Contralor, un Defensor del Pueblo, un Fiscal y unas Fuerzas Armadas como las que tenemos, o debemos darnos una nueva institucionalidad con la impronta de la decencia? El desenlace se aproxima, pero tenemos que acelerarlo en las calles, aplicando la conseja de aquellos grafitis sureños: “El régimen hace aguas, hagamos peso”. No hay otra salida que la calle, y perseverar en la lucha. No importa que pienses que son pocos los que se unan a una protesta, lo que interesa es no dejar que se apague la llama de las esperanzas. En tu comunidad, en tu edificio, condominio, debes ser un líder. No esperes que otros hagan lo que tú deseas. Que no te frene la apatía ajena. Actúa con tus propias fuerzas, que el tiempo te dará la razón.
Perseverancia
Tenemos que permanecer realizando asambleas de ciudadanos en todas partes. Es desde allí de donde pueden emerger buenas ideas. Si los ciudadanos se organizan por urbanizaciones o localidades, ningún organismo militar o paramilitar podrá contra ellos. Buena es la realización de talleres de resistencia pacífica. Aplicar los métodos que han dado estupendos resultados en otros países. Pero tenemos que estar claros: nada se logra con la pasividad, o dejándole a otros lo que cada uno debemos hacer. La perseverancia nos abrirá las puertas de la libertad y la democracia.
Ayer en todo el país hubo asambleas. Importante paso para lo que la mayoría desea. De esto nadie nos ayudará a salir.
Con vergüenza vimos la realización de la cumbre de la Celac en Cuba. Países con gobiernos democráticos adulando a un país que desde hace más de 56 años tiene un régimen dictatorial. Por eso, el fin de la dictadura criolla emergerá de los ideales, la fuerza, la pasión y las necesidades de nuestro querido pueblo venezolano. La solución no está en el exterior: tú eres parte de la solución.
Basta de invocar al finado
No hay otra palabra que pudiera calificar mejor lo que ahora están haciendo con el nombre del presidente fallecido que el de la burla y el cinismo. Es absurdo que quieran bautizar obras ya construidas con el nombre del “comandante supremo”. A cuanta plaza, edificio o mamotreto se topan estos milico-políticos le quieren poner ese nombre. ¡Qué fastidio! ¿Cómo homenajear a alguien que en vida no hizo nada para ganárselo? En Valencia, por ejemplo, tenemos dos ejemplos recientes. El primero, nombrar una autoridad única y que para construir unas casas que denominarán “Ciudad Hugo Chávez”. Por Dios, no sean caraduras. Ese señor para nada quería al pueblo de Valencia. ¿Es que se nos olvida lo que él pensaba de los valencianos y el odio que destilaba cuando se refería a nosotros? Esa autoridad única usurpadora de atribuciones del municipio, no tengo dudas de que si esta dictadura continúa en el 2015 la veremos como un ente proselitista repartiendo planillas para ser llenadas por los incautos aspirantes a obtener una vivienda; todo ello con miras a las elecciones de diputados a la Asamblea Nacional. ¡Anótenlo!
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