JOSÉ DOMINGO BLANCO (MINGO)| EL UNIVERSAL
viernes 7 de febrero de 2014 12:00 AM
La letra de la canción habla de amor. Como buena ranchera, está cargada de despecho. La escribió José Alfredo Jiménez y aquí, en nuestro país, se escuchó cantada, entre otros, por Don Pedro Vargas. Su lírica no concuerda con lo que quiero escribir hoy; pero, el título es perfecto: ¡Un mundo raro! Y esa es la sensación que me embarga estos días: que estoy viviendo, más que un mundo raro, en un ¡país raro! Muy raro, demasiado extraño y retorcido. La versión venezolana y antípoda de Alicia en el país de las maravillas.
Un país raro es aquel donde quienes nos desgobiernan defienden más los derechos de los cubanos, que a los ciudadanos oriundos de esta nación. ¿O es que acaso las declaraciones recientes de Aristóbulo –a propósito de los gritos y protestas de un grupo de venezolanos en Margarita contra los jugadores de Cuba- no son nefastas? Solo en un país raro, un desdichado "brinca talanqueras", puede asegurar que las manifestaciones de rechazo a la presencia de los beisbolistas del reino de los Castro son comparables con la voladura del avión cubano en 1976. ¡Válgame Dios! ¿Desde cuándo el hecho de que los venezolanos expresen su descontento, malestar o rechazo, a punta de pitas y abucheos, se califica como acto terrorista? Siempre he condenado la violencia venga del bando que venga; pero, me parecen exageradas las reacciones de Aristóbulo y el propio Nicolás. No entiendo ese enamoramiento enceguecedor que tienen los incapaces del Gobierno con los del régimen cubano. ¿Cuándo se romperá el hechizo? Porque, hasta ahora, esa pasión desbocada por Fidel y por Raúl y por todo lo que huela a Cuba, la hemos pagado muy caro los venezolanos.
Un país raro es aquel donde, aún siendo una nación "bendecida" por el petróleo – ¿o el petróleo será nuestra maldición?- tiene que importar a Estados Unidos -sí, al imperio enemigo meeeesmo- tres mil barriles diarios de combustibles para aviones porque su producción se redujo 20%. ¿Acaso eso no es raro? A mí esa situación me parece anómala por completo; y más porque este desgobierno se jacta, lleva años utilizando como bandera y estandarte, "que ahora Pdvsa es del pueblo". Es triste recordar que nuestra industria petrolera llegó a ser, alguna vez, hace algún tiempo atrás (que ya me parece lejano) una de las más importantes del mundo. Noticias como estas, ¡sobre importación de gasolina! ¡En un país productor de petróleo! Solo se leen cuando el orden de las cosas está al revés.
Un país raro es aquel donde se instala un Estado Mayor de Abastecimiento, y minutos después encuentran, durante una fiscalización en Quinta Crespo y Puerto Cabello, toneladas y toneladas de alimentos podridos. ¡Qué desastre! El país, los venezolanos, no merecemos esto. Esto es despilfarro, en mayúscula. Dilapidación además reiterativa, porque no es la primera vez que ocurre un lamentable hallazgo como éste: comida podrida en cantidades descomunales, por la que nadie responde y sin que haya culpables tras las rejas. Insólito es el país donde los índices de escasez son cada vez más alarmantes; pero, sus gobernantes se dan el tupé de dejar perder conteiner de alimentos en los puertos.
Un país raro es aquel donde para comprar cosas elementales, de la vida cotidiana, básicas para el sustento de cualquier familia, sin mayores pretensiones ni lujos, como la canasta alimentaria hoy requiera una inversión de Bs. 8.560 –según los datos que ofreció Oscar Meza, director del Cenda, en mi programa de radio este miércoles- ¡cuando el salario mínimo es de apenas Bs. 3.270! Y para el diputado del PSUV José Ávila, miembro de la comisión de Finanzas, a quien tenía vía telefónica como contraparte de Meza, alegando que todo lo que está pasando como la escasez, la falta de producción, la comida podrida y todo lo demás, es culpa del paro petrolero del 2002. ¿Hasta cuándo van a seguir usando este argumento? ¿Qué pasó con Lácteos Los Andes? ¿O con Fama de América? ¿O industrias Diana? La falta de producción de estas empresas, que les recuerdo a los del desgobierno, están en manos del Estado, ¿también es culpa del paro petrolero del 2002? ¡Ese disquito, desde hace muchísimo, se les rayó!
Un país raro es aquel donde hay que soportar que un funcionario como Herbert García Plaza -para más seña: militar- quien funge como jefe del Órgano Superior de la Economía, diga sin empacho –y abro comillas- "no es al pequeño al que queremos desaparecer para acomodar la economía, es al grande (...) al que inicia la corrupción". ¿A qué se referirá con "desaparecer"? Porque, para mí, el término da para mucho. ¿Será que va a resucitar a Pedro Estrada para que meta "a los grandes" en el calabozo de la Seguridad Nacional?
Hoy estamos rodeados de acontecimientos que limitan con lo paranormal. No tengo, ni encuentro explicación para la cadena de hechos insólitos que vivimos a diario. Todo, en mi Venezuela herida, aporreada y maltratada, está raro. Rarísimo.
Un país raro es aquel donde quienes nos desgobiernan defienden más los derechos de los cubanos, que a los ciudadanos oriundos de esta nación. ¿O es que acaso las declaraciones recientes de Aristóbulo –a propósito de los gritos y protestas de un grupo de venezolanos en Margarita contra los jugadores de Cuba- no son nefastas? Solo en un país raro, un desdichado "brinca talanqueras", puede asegurar que las manifestaciones de rechazo a la presencia de los beisbolistas del reino de los Castro son comparables con la voladura del avión cubano en 1976. ¡Válgame Dios! ¿Desde cuándo el hecho de que los venezolanos expresen su descontento, malestar o rechazo, a punta de pitas y abucheos, se califica como acto terrorista? Siempre he condenado la violencia venga del bando que venga; pero, me parecen exageradas las reacciones de Aristóbulo y el propio Nicolás. No entiendo ese enamoramiento enceguecedor que tienen los incapaces del Gobierno con los del régimen cubano. ¿Cuándo se romperá el hechizo? Porque, hasta ahora, esa pasión desbocada por Fidel y por Raúl y por todo lo que huela a Cuba, la hemos pagado muy caro los venezolanos.
Un país raro es aquel donde, aún siendo una nación "bendecida" por el petróleo – ¿o el petróleo será nuestra maldición?- tiene que importar a Estados Unidos -sí, al imperio enemigo meeeesmo- tres mil barriles diarios de combustibles para aviones porque su producción se redujo 20%. ¿Acaso eso no es raro? A mí esa situación me parece anómala por completo; y más porque este desgobierno se jacta, lleva años utilizando como bandera y estandarte, "que ahora Pdvsa es del pueblo". Es triste recordar que nuestra industria petrolera llegó a ser, alguna vez, hace algún tiempo atrás (que ya me parece lejano) una de las más importantes del mundo. Noticias como estas, ¡sobre importación de gasolina! ¡En un país productor de petróleo! Solo se leen cuando el orden de las cosas está al revés.
Un país raro es aquel donde se instala un Estado Mayor de Abastecimiento, y minutos después encuentran, durante una fiscalización en Quinta Crespo y Puerto Cabello, toneladas y toneladas de alimentos podridos. ¡Qué desastre! El país, los venezolanos, no merecemos esto. Esto es despilfarro, en mayúscula. Dilapidación además reiterativa, porque no es la primera vez que ocurre un lamentable hallazgo como éste: comida podrida en cantidades descomunales, por la que nadie responde y sin que haya culpables tras las rejas. Insólito es el país donde los índices de escasez son cada vez más alarmantes; pero, sus gobernantes se dan el tupé de dejar perder conteiner de alimentos en los puertos.
Un país raro es aquel donde para comprar cosas elementales, de la vida cotidiana, básicas para el sustento de cualquier familia, sin mayores pretensiones ni lujos, como la canasta alimentaria hoy requiera una inversión de Bs. 8.560 –según los datos que ofreció Oscar Meza, director del Cenda, en mi programa de radio este miércoles- ¡cuando el salario mínimo es de apenas Bs. 3.270! Y para el diputado del PSUV José Ávila, miembro de la comisión de Finanzas, a quien tenía vía telefónica como contraparte de Meza, alegando que todo lo que está pasando como la escasez, la falta de producción, la comida podrida y todo lo demás, es culpa del paro petrolero del 2002. ¿Hasta cuándo van a seguir usando este argumento? ¿Qué pasó con Lácteos Los Andes? ¿O con Fama de América? ¿O industrias Diana? La falta de producción de estas empresas, que les recuerdo a los del desgobierno, están en manos del Estado, ¿también es culpa del paro petrolero del 2002? ¡Ese disquito, desde hace muchísimo, se les rayó!
Un país raro es aquel donde hay que soportar que un funcionario como Herbert García Plaza -para más seña: militar- quien funge como jefe del Órgano Superior de la Economía, diga sin empacho –y abro comillas- "no es al pequeño al que queremos desaparecer para acomodar la economía, es al grande (...) al que inicia la corrupción". ¿A qué se referirá con "desaparecer"? Porque, para mí, el término da para mucho. ¿Será que va a resucitar a Pedro Estrada para que meta "a los grandes" en el calabozo de la Seguridad Nacional?
Hoy estamos rodeados de acontecimientos que limitan con lo paranormal. No tengo, ni encuentro explicación para la cadena de hechos insólitos que vivimos a diario. Todo, en mi Venezuela herida, aporreada y maltratada, está raro. Rarísimo.
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