FRANCISCO OLIVARES| EL UNIVERSAL
sábado 15 de marzo de 2014 12:00 AM
En la última oportunidad que estuve en Cuba por allá en el 2000, junto a un grupo de periodistas venezolanos, visitamos la fábrica artesanal de habanos Cohiba, ubicada en La Habana. Durante el recorrido nos llamó la atención un insólito letrero ubicado en un pequeño pasillo de la vieja casona que decía algo así como: "Denuncia a los traidores de la revolución" firmado por el CDR de la unidad de producción.
Entonces, aquella atrocidad contra el individuo, contra su libertad de pensamiento, la mirábamos como parte de la excentricidad de la revolución cubana y con la distancia de quienes hemos vivido en democracia, muy lejos de tan grave forma dictatorial de oprimir al ciudadano.
En estos días de fuertes protestas han circulado instructivos muy similares en Venezuela, en el que se le indica a los "revolucionarios" el modo de identificar, grabar y fotografiar, a los vecinos que protesten, suenen cacerolas, hagan barricadas y en especial a los que actúan como líderes de las protestas. Seguidamente está colocada la dirección y teléfonos a donde debe ser enviada tal información.
Nunca habríamos imaginado que unos años después tal aberración sería práctica cotidiana del chavista común, quien ya inmerso en una ideología cultivada en 15 años, siente que sus pares venezolanos son sus enemigos a quienes tiene el deber de destruir.
Pero como en Venezuela aún hay resistencia a sucumbir a un sistema totalitario, el fenómeno de las redes sociales y el valor de los periodistas quienes narran bajo nubes de gases y disparos, la desigual lucha de piedras contra balas, cientos de crónicas dejan para la historia, cientos de testimonios de la ignominia de esa práctica.
El pasado miércoles el profesor Yerson Carrero de Táchira, fue delatado por un activista de la revolución, por haber "caceroleado". Las consecuencias de su afrenta a Nicolás Maduro, le costó que su vivienda fuera allanada y destrozada por la GNB, el profesor fue golpeado con las armas, con los cascos, fue secuestrado durante horas y al final terminó recluido en un hospital de San Cristóbal con graves lesiones.
Las delaciones de vecinos "maduristas" han provocado allanamientos sin orden judicial a viviendas en las que se han llevado a familias completas. Han provocado la acción abiertamente delictiva de los grupos armados del gobierno, suficientemente documentados, fotografiados y grabados, por las propias víctimas. En las viviendas allanadas no se escapan de la requisa ni los bultos de los niños.
Independientemente de ser seguidores de una ideología, es repudiable que venezolanos se pongan al servicio de una bajeza tan degradante en contra de sus propios hermanos.
Entonces, aquella atrocidad contra el individuo, contra su libertad de pensamiento, la mirábamos como parte de la excentricidad de la revolución cubana y con la distancia de quienes hemos vivido en democracia, muy lejos de tan grave forma dictatorial de oprimir al ciudadano.
En estos días de fuertes protestas han circulado instructivos muy similares en Venezuela, en el que se le indica a los "revolucionarios" el modo de identificar, grabar y fotografiar, a los vecinos que protesten, suenen cacerolas, hagan barricadas y en especial a los que actúan como líderes de las protestas. Seguidamente está colocada la dirección y teléfonos a donde debe ser enviada tal información.
Nunca habríamos imaginado que unos años después tal aberración sería práctica cotidiana del chavista común, quien ya inmerso en una ideología cultivada en 15 años, siente que sus pares venezolanos son sus enemigos a quienes tiene el deber de destruir.
Pero como en Venezuela aún hay resistencia a sucumbir a un sistema totalitario, el fenómeno de las redes sociales y el valor de los periodistas quienes narran bajo nubes de gases y disparos, la desigual lucha de piedras contra balas, cientos de crónicas dejan para la historia, cientos de testimonios de la ignominia de esa práctica.
El pasado miércoles el profesor Yerson Carrero de Táchira, fue delatado por un activista de la revolución, por haber "caceroleado". Las consecuencias de su afrenta a Nicolás Maduro, le costó que su vivienda fuera allanada y destrozada por la GNB, el profesor fue golpeado con las armas, con los cascos, fue secuestrado durante horas y al final terminó recluido en un hospital de San Cristóbal con graves lesiones.
Las delaciones de vecinos "maduristas" han provocado allanamientos sin orden judicial a viviendas en las que se han llevado a familias completas. Han provocado la acción abiertamente delictiva de los grupos armados del gobierno, suficientemente documentados, fotografiados y grabados, por las propias víctimas. En las viviendas allanadas no se escapan de la requisa ni los bultos de los niños.
Independientemente de ser seguidores de una ideología, es repudiable que venezolanos se pongan al servicio de una bajeza tan degradante en contra de sus propios hermanos.
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