JOSÉ LEÓN D’ALESSANDRO| EL UNIVERSAL
sábado 15 de marzo de 2014 12:00 AM
Hiram Gaviria, médico veterinario, doctorado en Economía y diplomado en Ciencias Políticas. Embajador en Francia y la Unesco.
Renunció a la diputación por el estado Aragua y al partido UNT. Luego declara que accede a integrar la Comisión de la Verdad, a título personal, sin comprometer a ninguna otra instancia (EU) 1-03.
En paralelo, la ministra para la Comunicación e Información dice: "la revolución bolivariana va hacia un proceso de radicalización de la acción en materia económica y política".
Ellos están claros en todo cuanto vienen acometiendo y hacia dónde se dirigen. Usted señor Gaviria, dice proceder a "título personal, sin comprometer".
Qué insinúa cuando advierte "ninguna otra instancia". ¿Acaso su discurso se escribe con el mismo pincel que utiliza la OEA de Insulza y Chaderton?
Ignora que el escaño del cual se desprende en la Asamblea Nacional significó el voto de miles de ciudadanos aragüeños; independientes, trabajadores, políticos de distintos signos ideológicos, como también amas de casa, egresados de institutos de educación superior y estudiantes, con énfasis en sus futuros colegas veterinarios y agrónomos.
En suma, ese pronunciamiento cívico creyó y confió en usted, y ahora, de manera sibilina los deja colgados de la brocha.
En tanto la Ministra reafirma la posición del Gobierno, usted intenta caminar por encima de los surcos que deja el arado, sin la menor huella de lodo en sus botas citadinas.
Señor Gaviria, los venezolanos aún tenemos atorado ese apellido, desde que su homónimo nos dejó a merced de la tempestad con su calculada retórica, sin que a la fecha esa otra comisión pudiera alumbrar un mínimo de verdad.
No estamos para eufemismos ni posiciones eclécticas, mucho menos fuegos fatuos. En nuestras calles otro fuego arde en las carnes de los ciudadanos, incluidos los que hicieron posible su curul en la Asamblea.
En las redes sociales podría documentarse acerca de lo acontecido de forma clara e incuestionable.
Permítame una digresión. Como hombre del agro, bien conoce usted la existencia de normas que prohíben matar al pájaro arrocero, causante de la merma en la producción de arroz. Los agricultores se las ingenian para disuadirlos, por cuanto no se le considera fauna nociva; sin embargo, vemos cómo gente de uniforme se vale de armas provistas de perdigones para disparar a quema ropa, lo que deviene en actos de salvajismo criminal, en contravía a disposiciones contempladas en DDHH, por cuanto el cartucho que los contiene señala su uso a regular distancia de los manifestantes, siempre con la intención de contener el avance, no para abatir un blanco fijo a menos de un metro de distancia.
En Venezuela, la paz se escribe con plomo y el ambiente sigue cargado de aire pesado, viscoso, enrarecido, con triste saldo de muertos y heridos, además de detenidos sometidos a crueles vejámenes, acompañado de expresiones intimidatorias: "te vamos a quebrar". "Te vamos a sembrar".
La tortura, oral o física, es aberrante e inhumana. El GNB portador del casco 71, apuntando con su pistola de reglamento a un indefenso muchacho, de rodillas.
El testimonio de Luis Gutiérrez, joven estudiante: "los soldados actuaron como perros de caza" y la madre: "la golpiza que le propinaron le ocasionó varias fracturas en el rostro" (EU) 10-03.
No señor Gaviria. Con el respeto que me merece su trayectoria gremial y académica, rescato para el presente, como el más destacado de sus logros, su desempeño como presidente del Centro de Estudiantes de la Facultad de Ciencias Veterinarias, en momentos cuando son los jóvenes quienes están dando la cara por una Venezuela para la vida, quizás con la misma determinación de los jóvenes de su generación.
Me duele aceptar su discurso para leer entre líneas. El país clama por respuestas abiertas, sin sombras ni dudas.
No brincó la talanquera, como sí lo hicieron otros. Usted optó pasar debajo del botalón como quien no quiere la cosa. Usted arrugó diputado.
Eso que espera del Gobierno ha podido lograrlo desde la Asamblea, aún desmarcándose del partido que le apoyó.
Es hora, señor Gaviria, para encarar al Gobierno: aceptamos dialogar. Accedemos a la Comisión de la Verdad, a partir de la liberación de los presos políticos y los estudiantes; abrir las fronteras a los exiliados. Enjuiciar a quienes han cometido abusos mediante el empleo cruel de la fuerza. Correr la cortina de hierro negadora del legítimo derecho a la información.
Ahora que la frontera que nos divide pareciera tener sus coordenadas entre plaza Brion y la estatua de Martí, bien pudiera ser el escenario para que Maduro y su gobierno de calle, conjuntamente con los que le adversan, intercambien sus "cromos" en la meridiana claridad de nuestro Sol tropical.
Sin ventajismos ni "barajitas" marcadas. Guión de la paz, diálogo libre de montajes y escenas trucadas.
Renunció a la diputación por el estado Aragua y al partido UNT. Luego declara que accede a integrar la Comisión de la Verdad, a título personal, sin comprometer a ninguna otra instancia (EU) 1-03.
En paralelo, la ministra para la Comunicación e Información dice: "la revolución bolivariana va hacia un proceso de radicalización de la acción en materia económica y política".
Ellos están claros en todo cuanto vienen acometiendo y hacia dónde se dirigen. Usted señor Gaviria, dice proceder a "título personal, sin comprometer".
Qué insinúa cuando advierte "ninguna otra instancia". ¿Acaso su discurso se escribe con el mismo pincel que utiliza la OEA de Insulza y Chaderton?
Ignora que el escaño del cual se desprende en la Asamblea Nacional significó el voto de miles de ciudadanos aragüeños; independientes, trabajadores, políticos de distintos signos ideológicos, como también amas de casa, egresados de institutos de educación superior y estudiantes, con énfasis en sus futuros colegas veterinarios y agrónomos.
En suma, ese pronunciamiento cívico creyó y confió en usted, y ahora, de manera sibilina los deja colgados de la brocha.
En tanto la Ministra reafirma la posición del Gobierno, usted intenta caminar por encima de los surcos que deja el arado, sin la menor huella de lodo en sus botas citadinas.
Señor Gaviria, los venezolanos aún tenemos atorado ese apellido, desde que su homónimo nos dejó a merced de la tempestad con su calculada retórica, sin que a la fecha esa otra comisión pudiera alumbrar un mínimo de verdad.
No estamos para eufemismos ni posiciones eclécticas, mucho menos fuegos fatuos. En nuestras calles otro fuego arde en las carnes de los ciudadanos, incluidos los que hicieron posible su curul en la Asamblea.
En las redes sociales podría documentarse acerca de lo acontecido de forma clara e incuestionable.
Permítame una digresión. Como hombre del agro, bien conoce usted la existencia de normas que prohíben matar al pájaro arrocero, causante de la merma en la producción de arroz. Los agricultores se las ingenian para disuadirlos, por cuanto no se le considera fauna nociva; sin embargo, vemos cómo gente de uniforme se vale de armas provistas de perdigones para disparar a quema ropa, lo que deviene en actos de salvajismo criminal, en contravía a disposiciones contempladas en DDHH, por cuanto el cartucho que los contiene señala su uso a regular distancia de los manifestantes, siempre con la intención de contener el avance, no para abatir un blanco fijo a menos de un metro de distancia.
En Venezuela, la paz se escribe con plomo y el ambiente sigue cargado de aire pesado, viscoso, enrarecido, con triste saldo de muertos y heridos, además de detenidos sometidos a crueles vejámenes, acompañado de expresiones intimidatorias: "te vamos a quebrar". "Te vamos a sembrar".
La tortura, oral o física, es aberrante e inhumana. El GNB portador del casco 71, apuntando con su pistola de reglamento a un indefenso muchacho, de rodillas.
El testimonio de Luis Gutiérrez, joven estudiante: "los soldados actuaron como perros de caza" y la madre: "la golpiza que le propinaron le ocasionó varias fracturas en el rostro" (EU) 10-03.
No señor Gaviria. Con el respeto que me merece su trayectoria gremial y académica, rescato para el presente, como el más destacado de sus logros, su desempeño como presidente del Centro de Estudiantes de la Facultad de Ciencias Veterinarias, en momentos cuando son los jóvenes quienes están dando la cara por una Venezuela para la vida, quizás con la misma determinación de los jóvenes de su generación.
Me duele aceptar su discurso para leer entre líneas. El país clama por respuestas abiertas, sin sombras ni dudas.
No brincó la talanquera, como sí lo hicieron otros. Usted optó pasar debajo del botalón como quien no quiere la cosa. Usted arrugó diputado.
Eso que espera del Gobierno ha podido lograrlo desde la Asamblea, aún desmarcándose del partido que le apoyó.
Es hora, señor Gaviria, para encarar al Gobierno: aceptamos dialogar. Accedemos a la Comisión de la Verdad, a partir de la liberación de los presos políticos y los estudiantes; abrir las fronteras a los exiliados. Enjuiciar a quienes han cometido abusos mediante el empleo cruel de la fuerza. Correr la cortina de hierro negadora del legítimo derecho a la información.
Ahora que la frontera que nos divide pareciera tener sus coordenadas entre plaza Brion y la estatua de Martí, bien pudiera ser el escenario para que Maduro y su gobierno de calle, conjuntamente con los que le adversan, intercambien sus "cromos" en la meridiana claridad de nuestro Sol tropical.
Sin ventajismos ni "barajitas" marcadas. Guión de la paz, diálogo libre de montajes y escenas trucadas.
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