Tuesday, April 1, 2014

La serena tozudez del tachirense

En: http://www.eluniversal.com/opinion/140401/la-serena-tozudez-del-tachirense

ROBERTO GIUSTI| EL UNIVERSAL
martes 1 de abril de 2014 12:00 AM
De entrada una confesión que entiendo no tiene por qué interesarle al lector tratándose de algo tan personal: rechazo la violencia y detesto las armas, bien sean blancas, de fuego, atómicas o químicas. Armas que mientras más sofisticadas, peor hablan de la porción dañina de la condición humana. Así, a partir de la repulsión, hago de ese rechazo instintivo a todo lo que signifique la liquidación o neutralización del otro, un principio rector de mi actitud ante la vida. Bien sea desde el pequeño universo de la esfera particular, bien desde la forma de relacionarnos en sociedad.

Dentro de esa postura no caben medias tintas, ni mucho menos excepciones, que generalmente se convocan para justificar crímenes cometidos a nombre de los más elevados principios. Me refiero, por ejemplo, a la guerra de independencia, considerada una gesta (y de hecho lo es) que según Bolívar, palabras más, palabras menos, dejó al país totalmente destruido y arruinado a costa de un solo beneficio: la libertad. Claro, en medio de todo esto hay mucho de hipocresía por parte de quienes creen beneficiarse con la violencia, entre ellos y de primero el gobierno y sus infiltrados. Así, quienes pregonan como último recurso la extrema necesidad de "poner unos muertos", desaparecen del escenario cuando granea el fuego mientras crece la lista de unas víctimas que han salido, a pecho descubierto, a desafiar balas, perdigones y bombas con el recurso más primitivo que se pueda imaginar: lanzar piedras. Advierto, sin embargo, que son una minoría porque el grueso de la dirigencia, sobre todo la estudiantil, predica con el ejemplo y ha ocupado su puesto de vanguardia a lo largo de estos 50 días de confrontación.

Dicho esto explico cómo la confesión anterior viene a cuento porque por toda clase de razones (y sin razones) me he descubierto admirando y apoyando la lucha heroica que la inmensa mayoría de los tachirenses está librando con serena firmeza, coraje ejemplar y perseverante e inteligencia (sigue ocupando los mismos espacios del principio), contra un ejército profesional que luego de casi dos meses de hostilidades y la movilización de miles de efectivos y de armamento sofisticado, no ha podido doblegar, ni en el plano político ni en el militar.

Queda demostrado que no siempre se impone la lógica aplastante de que gana quien tiene el poder de fuego porque si exceptuamos las piedras y la devolución de las bombas lacrimógenas que les lanzan, la de los tachirenses ha sido una tozuda resistencia donde la fuerza del espíritu y de la razón se han mantenido incólumes ante la fuerza de la barbarie y de la opresión.

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