Alfredo Michelena
Las cosas se le están poniendo difíciles a Maduro. En su defensa el
finado “galáctico” ya había tomado rumbo a la debacle y su hijo putativo no fue
capaz de enrumbar al país hacia aguas más tranquilas. De haberlo hecho, quizás
habría salvado la revolución -o parte de ella-, a su partido y a muchos
de sus dirigentes Y lo más importante: nos hubiera ahorrado esta
hecatombe.
Es difícil encontrar racionalidad en este comportamiento destructivo.
Pepe Mujica, el expresidente uruguayo, comenta en su libro que le dijo a Chávez
“que no iba a construir el socialismo. Y no construyó un carajo". Lo que
si hizo fue destruir todo lo que pudo y sumirnos en una crisis. Muchos se
preguntan porque los venezolanos no hacen nada para salir de esto. Yo les
contestaría ya se hizo, se sacó a Chávez e incluso se ganaron las pasadas elecciones
presidenciales, pero nuestros líderes no estuvieron a la altura.
El chavismo duró mientras duraron los precios altos del petróleo. Ahora
está agónico, pero no muerto. Siguen tratando de convencer que la crisis no es
su culpa. Nadie les cree. Prueba de ello, el papelón que hicieron en Naciones
Unidas, donde sonrientes explicaron que la conspiración del imperio, la derecha
internacional y la oposición es la responsable de que se violen los DD.HH.
Nadie les compró el absurdo discurso, pero se fueron contentos afirmando que
NN.UU. es parte de la conjura.
La comunidad internacional ya sabe que el régimen es apenas una pequeña
minoría, que controla todo el poder del Estado y miente. Coinciden en que sin
un cambio de rumbo, lo que viene es “llanto y crujir de dientes”. La presión
externa crece ante los continuos errores y violaciones de DD.HH. que comete el
régimen.
Se piensa que la salida comenzaría por las próximas elecciones, por eso
ahora la lucha es por unas elecciones libres y transparentes, lo que
supone una observación electoral independiente y aquí es clave esa comunidad
internacional. El Secretario General de la OEA viene para eso.
Pero, ¿aceptará la OEA ser un mero acompañante? Si la OEA y otros aceptan esto
santificarán unas elecciones que desde ya comenzaron con triquiñuelas, como eso
del 40% de candidatos mujeres, que es un cambio legalmente extemporáneo, o el
aumento de cargos a elección en áreas que usualmente gana el régimen o la
eliminación física de los cuaderno de votación. Lo cierto es que el mundo
está pendiente y no parece estar dispuesto a aceptar otro cuestionado triunfo
del régimen. Pero, ¿la dirigencia opositora, estará a la altura?
Vía Bitácora Internacional
Que pasa Margarita
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