EN: http://konzapata.com/2015/07/el-destierro-electoral-de-maria-corina-machado/
Por Gloria M. Bastidas @gloriabastidas.
Hay algo que el régimen jamás conseguirá de María Corina Machado: la
subordinación. En la misma medida en que la diputada (usar el prefijo “ex” sería avalar el acto de confiscación de la
soberanía popular por la vía de la expropiación de su curul) se alza contra el establishment chavista, en esa misma
medida el aparato del Estado responde para tratar de ponerla en cintura. María Corina es el cisne negro. La tipa que
pone la nota discordante en el coro revolucionario que quiere arrasar con todo.
Y la autodeterminación se la cobran caro. Lo que el gobierno pretende con la inhabilitación que ha decretado la
Contraloría para que Machado ejerza cargos públicos es imponerle a la diputada el uso de un burka electoral. El velo
debe cubrirla de pies a cabeza para que no exista. Para que sea una proscrita en el universo del tarjetón electoral. La
quieren desterrar de la fiesta democrática del 6D. Chúo Torrealba habló de lapidación. Y sí, eso es lo que hacen: la
lapidan.
La pregunta es, más allá de la explicación que tiene que ver con el carácter indomable de la diputada, por qué la
lapidan. La lapidan porque el cuerpo y la mente de María Corina Machado tienen mucho de obsceno para el régimen.
Le imponen un atuendo como la burka electoral porque ese físico, esa materia que es María Corina Machado, recorre
la geografía nacional (con su topografía política intrincada, con un relieve que incluye la presencia de grupos
paramilitares) en una demostración de que este país es de todos y no solo de la fracción de venezolanos que hoy
despacha en Miraflores.
Le imponen una vestimenta como la burka electoral porque de ese cerebro de María Corina Machado, que no es
egresada de la Academia Militar sino de la UCAB, salió la idea de organizar un ejército de 30 mil voluntarios que se
congregaron en Súmate para la activación de la figura del referendo revocatorio, que puso al gobierno de Chávez en
serios aprietos.
Otra cosa es que el mago Chávez haya manipulado el cronograma electoral y creado las misiones para voltear los
números a su favor. Pero recordemos que él mismo reconoció que hubo un momento en que su popularidad cayó
estrepitosamente y que, de haberse celebrado la consulta en ese contexto, habría salido derrotado.
La lapidan porque María Corina Machado tiene muy claro que no es suficiente con que haya elecciones el 6D sino que
hay que exigir garantías electorales: que se permita la observación internacional calificada (con misiones de la Unión
Europea y OEA que lleguen al país con suficiente antelación); que la alternativa democrática tenga acceso al Registro
Electoral para verificar los datos de los votantes, incluidas sus direcciones; y que se le ponga coto al ventajismo del
PSUV, que es partido, que es gobierno y que es Estado. Contra ese PSUV omnipotente es contra lo que se subleva
Machado. La diputada conoce muy bien el talante despótico de su adversario y su vocación hacia la triquiñuela. No se
anda con candideces.
El saco uterino del que viene Machado es el de una ONG como Súmate, cuya filosofía es el entrenamiento ciudadano
para ejercer el voto y defenderlo en las mesas electorales. O mediante la protesta pacífica de calle, si fuera
necesario. Eso simboliza la diputada Machado. Lo explica perfectamente el politólogo Norberto Bobbio: lo más
importante de la democracia moderna es la sociedad civil. Bobbio considera que el derecho a la asociación es el
nervio de la democracia. Para él, el pluralismo nace del derecho a la asociación: asociación en partidos; en
sindicatos; en gremios profesionales; en ONGs.
Por eso es que María Corina Machado resulta pornográfica para la élite chavista: porque ella encarna el arquetipo de
lo que la camarilla en el gobierno no se puede dar el lujo de permitir. Ella es sociedad civil. Ella es Bobbio. Ella es
disidencia. Por eso le tienden la burka electoral: alguien con estas características pasa por impúdica para el canon
revolucionario. Hay que penalizarla con una medida textil. Le toca al ciudadano Contralor colocarle una tela que la
cubra de cuerpo entero para neutralizar su lujuria. Su pecado capital.
Y bajo un argumento que ni siquiera puede ser tachado de maquiavélico porque es muy tosco. Muy rústico: que no
mencionó el pago de unos bonos complementarios (ella alega que de cestatickets, el diputado Cabello agrega que,
también, de transporte) en su declaración jurada de patrimonio. De esto también se valen los gobiernos despóticos:
de lo insólito como cuerpo del delito.
Insólito porque la diputada nunca recibió los cupones y, de haberlos recibido y no haberlos declarado, eso sería una
nimiedad al lado de los 25 mil millones de dólares que se esfumaron vía Cadivi. Insólito porque la Contraloría señala
que una conspicua miembro del estrato A de la población ocultó lo que percibió por un piche bono de alimentación
como si con esa jugada estuviera haciendo una trascendente operación de esas que se montan en Wall Street.
¿Le hará falta a María Corina Machado, rica de cuna, esconder semejante pendejada so pena de aterrizar en el
patíbulo revolucionario, que es tan acucioso e inclemente con sus enemigos? Ese argumento es una extravagancia. La
extravagancia puede en un momento determinado convertirse en una política de Estado. La verdad es que yo no me
imagino a la diputada haciendo un chanchullo a cuenta de algo tan microscópico como el bono de alimentación.
Pero en cambio sí me imagino a los funcionarios chavistas, que han administrado la voluminosa suma de un millón de
millones de dólares desde 1999 para acá, maquillando sus balances personales para ocultar su verdadero patrimonio.
¿El Contralor le habrá metido la lupa a eso? No, el Contralor solo teje burkas para quienes atentan contra el
establishment chavista. La nomenclatura roja rojita, y esto es parte de lo insólito, está protegida en una cápsula como
la que tenía Michael Jackson. La lapidación es selectiva. No apunta hacia Andorra.
¿Por qué otra razón lapidan a María Corina? Ya mencionamos dos: porque está hecha de la arcilla de la sociedad civil
y porque es una fiera que encara al régimen y, círculo vicioso, mientras más insurrecta sea, más piedras le lanzan.
Pero hay otra razón. En este ring están montados (como bien lo dijo Juan Carlos Zapata en su artículo de esta
semana) la diputada Machado y el diputado Cabello. Con una gran diferencia entre ambos: Cabello tiene el control de
las tanquetas, pero le ha tocado apelar al voto lista por una falla de origen, por un defecto congénito: no tiene rating
(aunque tiene mucho poder).
María Corina carece de pedigrí castrense, aunque fue la diputada más votada en las parlamentarias de 2010. Eso no
lo puede soportar el honor aritmético del capitán Cabello. Sí, porque aunque Cabello ostente la supremacía militar
también tiene ego matemático. Y le duele que una burguesita como Machado (el capitán suele usar este calificativo
cuando se refiere a ella) saque un aluvión de votos en tanto que él, el hombre fuerte del chavismo, el que quita y
pone generales, el plenipotenciario que se reúne con Shannon, el dueño del aparato del PSUV, tenga que ir
camuflado en el tarjetón electoral bajo la modalidad del voto lista.
En el fondo, hay algo de esto: al chavismo más ortodoxo le cuesta aceptar no solo que María Corina sea el emblema
de la sociedad civil que tanto detesta (porque la sociedad civil es un antibiótico contra la bacteria totalitaria) sino que
además ella sea, en sí misma, su propio portaaviones y arrastre votos y más votos. En la circunscripción número dos
(Chacao, Baruta, El Hatillo) está claro, pero no hay unos votos que valgan más que otros. En cambio, su archirrival, el
capitán Cabello, necesita del portaaviones de la franquicia Chávez y del escudo protector del voto lista para hacerse
de una curul. Eso tampoco se lo perdonan a la diputada Machado.
Por todo eso le fabrican la burka electoral. Para encorsetarla. Pero María Corina se ve más impúdica que nunca
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