OSWALDO
ÁLVAREZ PAZ.
La visita
del santo padre Francisco a Ecuador, Bolivia y Paraguay, sumada a la reunión
que personalmente logre tener en Caracas con mis seis hijos y casi todos los
nietos, fueron dos jornadas dignas de ser comentadas.
Con
relación a lo primero, el papa Francisco nos hizo volver a las raíces. Removió
todas las fibras morales y éticas que constituyen nuestra razón de ser como
socialcristianos, o demócrata cristianos integrales, desde muy temprana edad.
Especialmente quienes nos levantamos en la vida de la mano de los jesuitas,
verdaderos maestros en el arte de preparar a sus alumnos para cualquier
eventualidad en la vida. Aunque esa gira se cumplió hace varias semanas, invito
a todos a leer las homilías, poner atención a sus discursos y entender el fondo
de las distintas declaraciones ofrecidas a los medios en diversas
circunstancias. La libertad, el valor de la dignidad de la persona humana, la
opción preferencial por los pobres, la justicia social como instrumento para
alcanzar el bien común y la descalificación a las “ideologías” como
instrumentos de dominación política y social. Parecía estar atendiendo a las
lecciones del inolvidable Arístides Calvani en los cursos recibidos como
militantes y dirigentes de la Juventud Revolucionaria Copeyana. Hemos dedicado
algo de tiempo para desempolvar a los viejos maestros como Emmanuel Mounier y
Jacques Meritan, entre otros, y recargarnos de ánimo para profundizar la lucha
contra la dictadura.
Con
relación a lo segundo, como es sabido, tengo una prohibición judicial para
salir del país, sin autorización del tribunal. Fue dictada por dos años como
medida sustitutiva a la previa privación de libertad. Pues bien, han pasado
cinco años y tres meses largos y aún mantienen sobre mí la prohibición.
De manera ilegal, arbitraria y contraria a Derecho sigo prisionero en el país,
enterándome ahora adicionalmente, que tengo suspendidos mis derechos civiles y
políticos. No pude votar en la última elección y no ha habido forma de renovar
el vencido pasaporte. Cinco años y pico sin visitar a la parte de la familia
que vive en el exterior, entre ellos, a mis tres hembras y un varón. Aquí están
los dos varones mayores. Han sido días inolvidables todos juntos. Ya están
regresando, pero la emoción permanece, junto a otros familiares cercanos de
Maracaibo y Caracas.
Por todo
eso y mucho más, decimos sí a la reconciliación. También al perdón, pero jamás
serán eficientes sin justicia que será la clave de lo que está por llegar. En
esa dirección trabajamos muchos más de los que desprevenidamente puede
imaginarse el régimen.
oalvarezpaz@gmail.com
Vía El
Nacional
Que pasa Margarita
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