Centenares de personas desesperadas por la escasez de alimentos saquearon en la mañana del viernes los depósitos de un supermercado en San Félix, en el sur de Venezuela, tras escuchar que allí había arroz, café y harina. Agentes de la Guardia Nacional (GN) aparecieron en vehículos blindados para retomar el control de las calles y los subsecuentes enfrentamientos dejaron un muerto y 60 personas arrestadas.
Antonio María Delgado / El Nuevo Herald
Horas después, en Valencia, una multitud de personas que llevaban horas haciendo cola para ingresar a un local de la cadena de farmacias Locatel perdió la paciencia y entre empujones intentó ingresar a la fuerza, pero fue contenida por la presencia militar.
Dos días antes, en Barrancas del Orinoco, estado Monagas, un grupo de cerca de 500 personas derribó el portón principal de un local de la cadena estatal PDVAL, y saqueó los productos que encontraron allí bajo la mirada ya resignada de efectivos de la GN que no lograron frenar la situación.
El desabastecimiento de productos está alcanzando niveles críticos en Venezuela, donde el colapso del modelo económico del chavismo ha dejado al país con cada vez menores recursos para alimentar a la población.
Y el descontento y desesperación de la población está generando situaciones de alta tensión y agitación social, en un país que aún recuerda la ola sangrienta de saqueos de 1989, conocida como “El Caracazo”, que dejó cientos de muertos y de desaparecidos.
“Esto no es ‘guarimba’, esto es hambre”, dijo en Miami el analista Esteban Gerbasi, en referencia a los ocasionales cierres de calles registrados durante las manifestaciones estudiantiles del año pasado, conocidos popularmente como guarimbas.
“La situación está muy volátil. El régimen [de Nicolás Maduro] perdió el control de la situación de distribución de alimentos. Lo que estamos viendo es gente desesperada porque no tiene qué comer”, agregó.
A los incidentes en los establecimientos y almacenes se suman los saqueos de camiones que transportan alimentos u otros productos, eventos que se han tornado cada vez más frecuentes en las últimas semanas y que también están empeorando los problemas de desabastecimiento en el interior del país.
Trágicamente, el agudo problema de desabastecimiento no parece tener solución a corto plazo, lo que podría llevar a la rica nación petrolera a padecer durante meses bajo situaciones de hambre extrema.
“Nosotros hemos estado arrastrando serios problemas de distribución y de escasez, pero ahora lo que comienza a presentarse es una situación de falta absoluta de inventarios, donde no haya nada que distribuir”, dijo Gerbasi. “Se está secando el pozo, y ya comenzamos a ver el barro”.
Algunos economistas ya llevaban varios meses advirtiendo que está situación estaba por venir.
Entre ellos se encuentra el director de la firma Económetrica, Angel García Banchs, quien señaló en mayo que Venezuela estaba en vías de agotar totalmente sus inventarios de productos, un traumático fenómeno que podría producirse de golpe y que conduciría a una etapa de grandes cambios.
“Esta es una realidad económica que el gobierno no puede cambiar, que no ha logrado hacerse en ninguna parte del mundo, que es mantener la economía de alguna manera artificial cuando los inventarios llegan a cero”, dijo García Banchs en una entrevista con el Nuevo Herald.
Según García Banchs, una desaparición abrupta de los inventarios significaría que millones de venezolanos simplemente no encontraría más allá de media docena de productos para comprar en los supermercados, lo que podría conducir a una crisis humanitaria en el país.
“Estamos hablando de un colapso de un solo golpe, cuando terminen de vaciarse los inventarios de las empresas, lo cual podría pasar de forma generalizada. Es decir, simultáneamente para un conjunto de rubros y de sectores […] Esa situación va a conducir a un proceso inflacionario descomunal, el mayor de toda nuestra historia monetaria”, manifestó.
Para Antonio De La Cruz, director ejecutivo de la firma Inter American Trends, Venezuela está acercándose peligrosamente a ese punto.
“Los inventarios ya están muy limitados. La información que nosotros manejamos es que por ejemplo, los inventarios de arroz llegaban hasta esta semana. Una situación parecida sucedía también con el resto de los granos, maíz y el trigo”, dijo De La Cruz desde Washington.
En medio de la situación de emergencia por la que atraviesa el país, el régimen contrató unos embarques de arroz, que podrían haber salido esta semana, pero que tomarían varias semanas en llegar, para que luego el producto fuera desembarcado y transportado.
Y los volúmenes adquiridos tampoco son suficientes para cubrir las necesidades de todos los venezolanos, dijo De La Cruz.
Lo mismo sucedería con la recién anunciada operación de canje de deuda con Uruguay, en la que ese país se comprometió a enviar 235,000 toneladas de alimentos a Venezuela a cambio de borrar $300 millones de su deuda petrolera.
Pero incluso si llegara a paliar el hambre de los venezolanos, el efecto solo sería temporal y la situación habría de repetirse en muy poco tiempo, ya que los problemas de desabastecimiento son provocados por una serie de políticas aplicadas por el régimen -incluyendo el control cambiario y el control de precios – que desestimulan la producción nacional.
El régimen hasta el momento ha defendido ese modelo a capa y espada, aún cuando ya no tiene los ingresos petroleros para mantenerlos, y está consumiendo sus activos, incluyendo sus reservas internacionales, a un ritmo acelerado.
Más información: El Nuevo Herald
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