El recalentamiento de la disputa territorial entre Venezuela y Guyana coloca al Gobierno de Nicolás Maduro en una posición incómoda, pero no lo suficiente como para que se aventure a iniciar un enfrentamiento militar.
Por Deutsche Welle
Durante décadas, el litigio territorial entre Venezuela y Guyana ha exhibido fases intermitentes de letargo e intensa actividad. Ese dragón durmiente fue despertado por última vez en octubre de 2013 por el impasse en torno a un barco petrolero estadounidense que, con la autorización de Georgetown, incursionó en una zona marítima que Caracas considera venezolana. Desde entonces, ese pleito de vecinos no se ha atenuado.
Los ánimos se caldearon aún más en mayo de 2015, cuando la petrolera ExxonMobil encontró yacimientos de crudo valorados en 40.000 millones de dólares frente a las costas de un territorio que Guyana declara suyo, pero que Venezuela reclama desde el siglo XIX. Ahora, la excolonia británica quiere desconocer los pactos vigentes, suspender la mediación de la ONU y llevar el caso ante la Corte Internacional de Justicia.
Nicolás Maduro, bajo presión
El recalentamiento de esa discordia ha colocado al presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, en una posición incómoda. Mientras la oposición le reprocha su largo silencio sobre la materia y tilda su postura de blanda, en el extranjero se cree que el mandatario está avivando el conflicto y apelando a una retórica nacionalista para distraer a sus compatriotas de los problemas que su Gobierno no logra solucionar.
Hasta hace unas semanas, algunos creían que Maduro reservaría el discurso patriotero de cara a la “cuestión esequiba” para después de los comicios legislativos de diciembre, en los que el gobernante Partido Socialista Unido de Venezuela puede perder la mayoría de las curules en el Parlamento. “Ese puede ser el as bajo la manga de Maduro”, dijo en su momento el catedrático chileno-alemán Fernando Mires en entrevista con DW. Pero el altercado bilateral cobró demasiado peso.
“Maduro intentará sacar provecho de esta situación, presentándola como una mucho más seria que los efectos de la crisis venezolana e instando a los ciudadanos a respaldar a su Gobierno, independientemente de sus respectivas filiaciones partidistas. Pero eso no significa que él haya atizado la controversia con Guyana”, sostiene Víctor Mijares, del Instituto Alemán de Estudios Globales y Regionales (GIGA), de Hamburgo.
La nueva política exterior guyanesa
“Lo que le ha dado un nuevo impulso a esta querella es el reciente cambio de Ejecutivo en Guyana. Los Gobiernos anteriores tenían muy buenas relaciones con Venezuela, sobre todo con su presidente Hugo Chávez (1999-2013). De ahí que Chávez hiciera a un lado por un buen tiempo la histórica reclamación del Esequibo”, explica Daniel León, del Instituto de Ciencias Políticas de la Universidad de Leipzig.
Guyana recibe crudo venezolano a través de Petrocaribe. Sin embargo, ese intercambio se verá comprometido a corto plazo por la incapacidad de Venezuela de continuar ofreciendo “oro negro” a cambio de arroz y votos en foros como la OEA. El nuevo mandatario guyanés, David Granger –que no es socialista como su predecesor, Donald Ramotar–, enfrenta este panorama subrayando que no le debe favores a Caracas. Al contrario.
“El pasado 23 de julio en Washington, Granger habló en el Centro de Estudios Hemisféricos de Seguridad y Defensa sobre la amenaza que Venezuela representa para la integridad territorial y las perspectivas de desarrollo de Guyana, que es un país pequeño y pobre”, comenta el experto del GIGA. ¿Podrían las tensiones entre ambos países dar pie a un enfrentamiento militar? Tanto Daniel León como Mijares lo dudan.
La diplomacia de las materias primas
“Ningún país de América o las Antillas avalaría una invasión del territorio guyanés”, señala León. “Aún si se llegara a un escenario de movilización de tropas, ese gesto sólo tendría un carácter simbólico. Venezuela sabe que cualquier acción contra Guyana sería interpretada como una agresión de Goliat contra David. La capacidad militar de Guyana palidece frente a la de Venezuela”, argumenta Mijares, citando datos del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS).
“Además, Maduro no quiere tener fricciones ni con La Habana, que es un aliado histórico de Georgetown desde que Cuba intervino en la Guerra de Angola en los años setenta, ni con la Comunidad del Caribe (CARICOM), a la que pertenece Guyana”, dice el politólogo del GIGA. Por esa razón, Venezuela insiste en que su problema no es su vecino, sino la influencia que la petrolera estadounidense ExxonMobil ejerce sobre Guyana.
“Maduro nunca menciona a las compañías brasileñas y canadienses que reciben concesiones de Georgetown para explorar y explotar madera y minerales en tierras y aguas en disputa, pero es un hecho que, mediante esas concesiones, Guyana puede terminar obteniendo apoyo de Brasil y Canadá en su lucha por los territorios en reclamación. Y es que esos Estados comparten los intereses geoeconómicos de las empresas concesionarias”, advierte Mijares.
No comments:
Post a Comment