Marta Colomina
El impactante editorial del ex presidente español Felipe González este viernes en El País de Madrid (“Venezuela al límite”) es el más vivo retrato de la Venezuela que agoniza por las erradas políticas de Nicolás Maduro. Inicia González con la afirmación de que “Venezuela necesita un gobierno que ‘gobierne’, sin buscar culpables fuera de su ámbito de responsabilidad… La inseguridad física de los ciudadanos –no hablemos de la jurídica– se está convirtiendo, tras el desabastecimiento alimentario, en la preocupación dominante del pueblo que se siente indefenso ante los asaltos, secuestros, robos y asesinatos. Caracas es una de las ciudades más violentas del mundo, incluidas las muertes de servidores públicos de las fuerzas de seguridad…El Estado, que ha concentrado sus poderes en el ejecutivo, no funciona más que para hacer declaraciones responsabilizando a los demás de su fracaso…La justicia funciona al dictado del poder ejecutivo, o del presidente de la AN, incumpliendo todas las normas que garantizan un proceso válido…En Venezuela se vota. Pero no se cumple nada más. No hay legitimidad de ejercicio… Para que la contienda electoral sea justa, las instituciones deben garantizar que no se alteran a capricho los circuitos electorales, que exista la presencia de observadores creíbles desde ahora… y sobre todo debe garantizar la libertad de representación. Es decir, revertir el proceso de eliminación arbitraria de candidatos utilizando instrumentos judiciales y administrativos desde el poder ejecutivo… El señor Maduro no puede seguir ocultando su fracaso inventando conspiraciones del ‘imperio’, de la extrema derecha interna e internacional, del ‘eje Madrid-Bogotá-Miami’. ¿Se imagina alguien a Obama intentando desestabilizar a Venezuela mientras trata de normalizar las relaciones con Cuba? ¿Le parece creíble ese cuento que repiten como un mantra?… Usted sabe, Maduro, que en el esfuerzo de normalización de las relaciones Estados Unidos-Venezuela, hay un obstáculo mayor: la existencia de presos y exiliados políticos y la necesidad de elecciones limpias. Y sabe que ese es tema de consenso en el Congreso de Estados Unidos (casi el único)”. González repasa las escandalosas cifras de inflación, escasez y violencia que constituyen prueba del rotundo fracaso del régimen: “En nombre de la revolución han liquidado lo público y lo privado, desde Pdvsa a la industria del acero, pasando por la producción alimentaria o la de medicamentos. Incautando lo que funciona y estatizándolo han conseguido que todo se paralice, que la productividad desaparezca, que lo único que prospere sea la “boliburguesía” depredadora de los recursos y, ahora, de la escasez y la pobreza … Es inaceptable que Maduro hable de la ‘revolución’ mezclando los votos y las botas. Las FAN son de Venezuela y se deben a Venezuela, no al fracasado proyecto de su gobierno”.
Ninguna de las recomendaciones y críticas surgidas de personalidades internas y externas quienes, como González, están preocupadas por la grave situación del país, es escuchada por Maduro. En vez de intentar la solución de los gravísimos problemas ocasionados por sus malas políticas, chapotea en el fango de la inmoralidad inventando acusaciones cada vez más truculentas contra la disidencia. Ahora utiliza el “testimonio” del descuartizador de Liana Hergueta para involucrar en tan horrendo crimen a una multitud de adversarios políticos internos y externos. Maduro perdió el sentido del ridículo, si alguna vez lo tuvo, al implicar, de nuevo, al ex presidente Álvaro Uribe, al congresista estadounidense Marco Rubio y hasta al encargado de negocios de la Embajada de Estados Unidos en Venezuela, Phil Laidiaw (la lista es más larga). En lo interno pretende comprometer en el “descuartizamiento” a partidos como Voluntad Popular, Alianza Bravo Pueblo (liderados por los presos políticos López y Ledezma), e incorpora a su estrambótico delirio a Henrique Capriles, María Corina Machado, al editor Miguel Henrique Otero, a Gaby Arellano y al diputado opositor Richard Blanco, entre otros muchos. En esa carrera oficial por ver quién exhibe muestras más escandalosas de la “quiebra moral” que padece el régimen están, además de Maduro, el ministro del Interior, Justicia y Paz (¿Cuál justicia y cual paz?), el alcalde Jorge Rodríguez y otros, exponiéndose así a que todos viéramos en las redes la galería de rojitos al lado del clan Makled y de otros personajes de escalofriante prontuario.
Maduro jamás podrá mostrar los “videos” y “documentos” que dice tener sobre los cientos de “intentos golpistas” que jura haber “descubierto”, o sobre la “culpabilidad” de Estados Unidos en los saqueos que por hambre están ocurriendo en el país, y tampoco demostrar la responsabilidad de la acosada Fedecámaras en esa “guerra económica” fantasma que Maduro ha inventado para desviar su culpa en la quiebra del país. Nadie va a creer a un psicópata descuartizador cuyo “testimonio” transmiten constantemente en VTV. La colega Thabata Molina decía, a propósito de esta aberración, que “cuando el régimen necesita a un violador y asesino para que crean sus argumentos, es prueba de que llegó al nivel más alto de inmoralidad”. El Nacional informa que el dirigente estudiantil de Un Nuevo Tiempo, Alejandro Zerpa, está detenido en el Sebin después de que el asesino de Hergueta, José Pérez Venta, lo incriminó en un video de ser uno de los responsables de colocar guayas durante las guarimbas. El descuartizador involucra también al general Rivero y a Enrique Mendoza, con lo cual comprueba su condición de “patriota cooperante”. Los desvaríos de Maduro llegan hasta decir que “paramilitares” relacionados con la oposición iban a asesinar a Leopoldo López y que él lo salvó poniéndolo preso. La esposa de Leopoldo le salió al paso: “El supuesto plan para asesinar a López era una excusa para llevárselo preso”.
Los venezolanos y el mundo –como demuestra el texto de Felipe González– contemplamos horrorizados la degradación moral, política y económica del régimen: psicópatas asesinos convertidos en instrumento para seguir persiguiendo a la oposición y al “imperio”, mientras Venezuela es amputada y descuartizada por la escasez, el hambre, la inflación, la impunidad, la corrupción y la violencia de un gobierno que está llegando a su fin. La alarma de Otero a Maduro así lo advierte: “Renuncia, adelanta las elecciones o será el caos”.
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