EDITORIAL EL NACIONAL
La presidente del Consejo Nacional Electoral escogió con meticuloso
cuidado la compañía internacional que puede acudir y disfrutar de los próximos
comicios en Venezuela. Vendrán los que “tienen que venir” a observar las
elecciones de diciembre, y únicamente ellos, afirmó en intervención oficial.
Pero, a la vez, descalificó a quienes han sido propuestos por la
oposición para hacer el mismo trabajo. Esos son “paseadores de oficio”, aseguró
sin vacilación la licenciada Trucosay Lucena. Por tanto, solo un tipo de ojos
podrá ver lo que todo el mundo, en Venezuela y fuera del país, tiene interés en
capturar hasta en los detalles más nimios.
En esto de ver lo que conviene ver hay una famosa anécdota relacionada
con el ex presidente colombiano Ernesto Samper, hoy soberano de la
representación de Unasur, a la cual se ha dado carta blanca para que realice
una disciplinada y autorizada vuelta por el venidero proceso electoral.
Acusado de complicidad descarada con el narcotráfico para ganar la
presidencia de la república, Samper aseveró que jamás había visto a un mafioso
en su casa ni en los comandos de su campaña. El cardenal arzobispo de Bogotá no
tardó en responder con una apreciación lapidaria. El prelado dijo: ¡Qué
curioso, que esté un elefante en el comedor de una mansión y no lo vea el señor
que se sienta en la cabecera de la mesa!
Si hay personas que no pueden ver un elefante en un lugar concurrido de
su domicilio, ¿podrán captar las irregularidades de un proceso electoral?,
¿posarán sus distraídos ojitos en las minucias que pueden entorpecer unas
elecciones de vital importancia, o en operaciones de mayor calado como las que
puedan ocurrir para salvaguardar los intereses del régimen en unos comicios
cuyos resultados ya están cantados por las encuestas? Las preguntas no solo
incumben al ciudadano Samper, por supuesto, sino también a los amigos que tiene
el CNE en el extranjero, a quienes ya se les están prodigando las credenciales
de observación para que no se pongan a buscar paquidermos en el zoológico.
La sospecha se desprende no solo de la decisión entusiasta de la
licenciada Lucena en torno a las representaciones internacionales amigas del
gobierno, como Celac, Parlatino y Parlasur (faltaron los actores de la serie de
TV Los Soprano), sino especialmente de la descalificación
desconsiderada que hizo de organismos tan reconocidos y probados en estos
menesteres de buscar agujas perdidas en pajares electorales, como la OEA.
Jamás ha recibido la OEA reproches sobre su oficio de mirar elecciones
en el pasado, todo lo contrario, pero ahora la licenciada Lucena considera que
sus especialistas son unos inútiles que no son bienvenidos en Venezuela.
¿Por qué esta selección tan unilateral de observadores? No hay que usar
lupa para descubrir el entuerto. Es bien probable que las elecciones de
diciembre sean un paseo para la oposición, pero no dejarán de hacer falta los
“paseadores de oficio” que el CNE subestima por motivos inconfesables.
Vía El Nacional
Que pasa Margarita
No comments:
Post a Comment