Editorial El Nacional
Como era
lógico suponer, al gobierno de Maduro le iba a ser muy cuesta arriba encajar el
éxito de la primera gran convocatoria de la oposición unida que abría la
campaña con miras a las elecciones del próximo 6 de diciembre.
“Sábado
de gloria” se titulaba el editorial que le dedicamos días atrás en este mismo
espacio porque, durante la semana pasada, se notaba claramente que el ambiente
en la calle era propicio para retomar posiciones y medir hasta qué punto el
largo proceso de la unidad estaba en capacidad de entregar sus primeros frutos.
Decíamos
en esa oportunidad: “De nuevo, el país sale a la calle; un país cansado
del abuso contra el civismo, de los atropellos a la razón y el irrespeto a la
condición ciudadana, en lo que atañe a sus derechos políticos, sociales y
económicos. Este país, vejado y maltratado como nunca antes, une voces,
banderas y consignas para decirle a Maduro, a Cabello, a Padrino y a todo
el estamento (in)civil y militar que se ha adueñado de Venezuela para
beneficio propio, que la Venezuela consciente no está dispuesta a seguirse
calando tantas trasgresiones y abusos, como los que se cometen no solo en
la frontera, buscando postergar el fin de su aquiescente Parlamento, sino en
toda la nación”.
Desde
luego al éxito de la convocatoria nacional e internacional no escapa la
brutalidad y la prepotencia que exhibió el gobierno de Nicolás Maduro cuando
decidió montar la estrafalaria opereta del juicio contra Leopoldo López,
violando todos los derechos que la propia Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela, tantas veces ensalzada por el propio Hugo Chávez,
consagra en defensa y protección de los ciudadanos que deben enfrentar un
juicio de tal naturaleza, donde el acusado se ve disminuido y arrollado por el
descomunal poderío de un régimen autoritario cuyos atropellos judiciales no
conocen límites.
De manera
que con la grave equivocación del gobierno al proceder a inhabilitar a los líderes
de la oposición y, paralelamente, sacarse del bolsillo una estratagema en la
que se mezcla el nazismo con el estalinismo (valga decir, culpar a su oponente
de los crímenes que ellos mismos han cometido), el chavismo no ha hecho otra
cosa que cavar su propia tumba.
Tal como
el brutal asesino Stalin intentó hacer con el crimen de Katyn durante la
Segunda Guerra Mundial, en donde miles de oficiales polacos fueron fusilados
por los rusos y lanzados a una fosa común, culpando de la masacre a los nazis,
así este gobierno pretende hacernos olvidar que “tiene una deuda pendiente por
los asesinatos perpetrados por sus matones durante las manifestaciones
callejeras en Chacao y que, con retorcida manipulación, contabiliza en el
inventario de la oposición en general y de López en particular”.
Olvida el
gobierno rojo rojito que con el derrumbe de la Unión Soviética la verdad sobre
la masacre de Katyn salió a flote y que, por más señas, fue el propio Gorbachov
quien asumió la responsabilidad rusa y entregó los documentos que respaldaban
la autoría de los hechos.
Vía El Nacional
Que pasa Margarita
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