En apenas cuatro días cesará este período inquietante y hasta penoso. El discurso presidencial y la propaganda gubernamental han sido inescrupulosos, vociferantes, rebajadores, en ocasiones insultantes y groseros, compuestos de amenazas, mentiras y manipulaciones. La campaña oficialista también ha sido necrológica –“Vota Chávez”–, apela al espíritu de un difunto y lo ha convertido en el candidato a votar en estas elecciones parlamentarias, algo que debería ser ilícito, además de vergonzoso, inmoral y fantasmagórico. Esa ánima en pena no ha podido descansar tras su muerte y la han condenado a vagar por la tierra, pero no será para siempre, en algún momento, más temprano que tarde, privará la sensatez y dejarán de invocarlo para que pueda gozar del descanso eterno.
Por más que hayan atizado el culto, el alma de Chávez no está en capacidad de hacer milagros. A la mal llamada “revolución” se le volteó el santo, la gente sale a protestar tras los engaños y humillaciones para tener acceso a los racionados alimentos. Las manifestaciones del pasado sábado pasado por la suspensión de los megamercales en todo el país fue otra burla que el pueblo transformará en voto castigo.
A cuatro días del 6-D, la voluntad popular, iluminada por el verdadero Espíritu Santo, se expresará mediante el voto y el gobierno no tendrá más remedio que reconocer los resultados, así Nicolás Maduro se empecine en su infructuosa campaña de infundir miedo “porque en la calle somos candela…”. ¡No son más que aullidos agónicos! A partir de hoy, convendría ponerlo en cuarentena, para que pase el parto de las elecciones y la instalación de la nueva Asamblea Nacional con mayoría de diputados opositores y durante ese período se adapte al naciente proceso de democratización, acepte el fin de este nefasto ciclo histórico y facilite en paz la transición. No le queda otra y si se niega a reconocer los resultados, la oposición está en su derecho de exigir un reconteo de votos y la Fuerza Armada Nacional en su deber de hacer cumplir la Constitución.
Padrino López
El gobierno se sabe perdido y apela a la violencia, el “ganar como sea” se ha traducido en ataques brutales contra la oposición. En poco más de una semana las fuerzas de la unidad democrática han sufrido cinco asaltos con disparos de sus huestes motorizadas, con el saldo de un dirigente de Acción Democrática asesinado, sin que el Consejo Nacional Electoral haga lo que le corresponde para frenar y sancionar la violencia electoral. Preocupa que el ministro de la Defensa, general Vladimir Padrino López, tampoco ha condenado el vil crimen, su deber es hacer respetar la Constitución –artículo 328–, que le ordena cooperar con el mantenimiento del orden interno y “...estar al servicio exclusivo de la nación y en ningún caso al de persona o parcialidad política alguna”.
Padrino López está llamado a frenar la violencia el 6-D, hacerle entender de una buena vez al CNE que la Fuerza Armada no permitirá alterar los resultados y someter contundentemente a miembros armados de los colectivos que pretendan hacer de las suyas. Depende del ministro de la Defensa evitar un derramamiento de sangre y reivindicarse ante la opinión pública nacional e internacional que lo tiene como cómplice de las actuaciones de unos funcionarios, civiles y militares, involucrados en el narcotráfico y la violación de los derechos humanos.
El 6 de diciembre será un día histórico, derrotaremos el miedo e iniciaremos, acompañados por una Fuerza Armada Nacional institucional, el proceso de reconstrucción de un país que ha sido deliberadamente arruinado y destruido.
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