Sus deudas, su disminución de ingresos en divisas y la orientación izquierdista de su Gobierno introducen a Venezuela en el eterno dilema del financiamiento por parte de organizaciones internacionales como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial o el Banco Interamericano de Desarrollo. El país prefiere mantenerse aislado, pero ahora la medida es urgente, pues la acentuación de la crisis económica no da lugar a otra opción, publica La Verdad.
Como “absolutamente imprescindibles” cataloga los créditos internacionales Francisco Faraco, director de la firma Faraco & Asociados. Explica que Venezuela, para ponerse al día con sus deudas comerciales y externa, además de aliviar el flujo de dinero para poder importar, tendría que recibir al menos 80 mil millones de dólares. “Suena exagerado pero son cuentas que están muy bien sacadas”.
Si el Estado decide recurrir al mercado financiero internacional, lo más probable es que las tasas de interés sobrepasen 20 por ciento. “Les pueden cobrar una tasa de interés de 27 por ciento y eso es muy poderoso para la entrada de divisas que Venezuela tiene en este momento por la baja de los precios del petróleo”, indica Edinson Morales, profesor de la Facultad de Ciencias Económicas de LUZ, en entrevista con este rotativo.
Para el académico, existe un ente que resalta por encima de todos. “El único organismo que puede financiar problemas de balanza de pagos se llama el Fondo Monetario Internacional, pero la ideología no le permite al Gobierno realizar esa transacción porque dice que el Fondo es del imperio, que lo que hace es producir más pobreza”.
A Faraco le preocupa que el segundo pago de la deuda externa no se pueda efectuar, producto de “la política y el derroche” de Venezuela, llevando al país a un default. Su opinión es contundente, no hay otra opción para trabajar en pro de resultados diferentes para la economía venezolana que no sea el financiamiento por estos organismos internacionales. Un incremento considerable en los precios del barril de petróleo -que se encuentran por debajo de los 30 dólares- elevándolo a 150 dólares podría ser otra solución, pero dado el comportamiento del mercado, esta alternativa no es muy probable.
El economista señala que el país podría estar en la capacidad de saldar la posterior deuda adquirida. El conflicto -insiste- está en que Venezuela no tiene intenciones de efectuar cambios sustanciales en la política económica que viene ejecutando estos últimos años. “Venezuela quiere que le presten a juro y a juro no le presta nadie. Tiene que decir para qué, en qué lo va a emplear”
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