Editorial El Nacional
La información fue distribuida por la asociación civil Venezuela Vinotinto, que se ha ocupado de investigar por el bienestar de la ciudadanía en cuatro estados del país: las personas que protestan en las colas son perseguidas por la autoridad y no pocas pagan cárcel por su atrevimiento.
Si a esta afirmación se agrega el hecho comunicado por el Foro Penal Venezolano, según el cual ocurrieron durante el año pasado 856 conatos de saqueos y muchos saqueos cabales, estamos ante una artera forma de controlar o de evitar las reacciones naturales de la sociedad debido a las penurias que padece.
Los ciudadanos que protestan en la cola son reseñados por la GNB, organismo que los identifica para estar pendiente de su peligrosidad y para amonestarlos debidamente. Los guardias les dicen que están fichados y después los sermonean para que se porten bien, es decir, para que soporten los atropellos del régimen como si no hubieran sucedido, o para que los consideren como un capítulo necesario del proceso de implantación de la justicia social que se está llevando a cabo.
Sin embargo, algunos de los detenidos corren peor suerte. De acuerdo con la misma fuente, 10% de los fichados pasa de inmediato a la categoría de delincuentes. Se les imputa por la comisión de delitos como el boicot, la intimidación pública o la resistencia a la autoridad, faltas graves por las cuales algunos son trasladados a la jurisdicción militar.
Los mismos guardias se ocupan de relatar estas “proezas” en las colas que todavía se mantinen en paz, que todavía son pacientes, con el objeto de evitar que sigan el ejemplo de los protestantes que han pagado caro su derecho de manifestar por la salvaguarda de sus derechos ciudadanos y por una vejación generalizada que clama al cielo.
Pobre la mayoría y sin acceso al auxilio de abogados, los detenidos quedan a la merced de sus represores y solo pueden acceder a la justicia por el capricho de la soldadesca, que en ocasiones se compadece de ellos, o por las denuncias de asociaciones como Venezuela Vinotinto y como el Foro Penal Venezolano que no se cansan en su misión de proteger a la sociedad de los desmanes de la dictadura. Gracias a ellas han circulado las noticias que ahora comentamos en medio de una gigantesca preocupación.
¿Cabe mayor arbitrariedad, mayor evidencia de desenfrenado autoritarismo? Ante el crecimiento del malestar popular, que pronostica situaciones levantiscas de proporciones generales y manifestaciones que pueden ser incontenibles, el régimen adelanta estas medidas de intimidación cuyo objeto es lograr el silencio sumiso de la población, la obediencia ciega a la que deben someterse para evitar los rigores de una cárcel pasajera o un castigo de mayores proporciones.
Antes de que circulara esta información, el diputado Diosdado Cabello anunció el inicio de una campaña para evitar que se hablara mal del comandante Chávez en las oficinas públicas. No sé cómo pueda dudar alguien, a estas alturas del partido, de que Venezuela está sometida a un régimen dictatorial.
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