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Que un nuevo presidente de Estados Unidos reciba a un premier británico como su primera visita extranjera en la Casa Blanca no es nada fuera de lo común, dada la historia y visiones que comparten Londres y Washington. Es por eso que tantas veces las relaciones Estados Unidos-Reino Unido han sido calificadas de “especiales”. Sin embargo, cuando el presidente que hace de anfitrión es Donald Trump y la primera ministra es Theresa May, algo que normalmente sería una historia poco trascendente adquiere nuevos ribetes, más interesantes.
Trump no solo ha expresado su apoyo de forma pública y controvertida a la salida de Reino Unido de la Unión Europea, sino que también se ha referido a su propia sorprendente victoria en las presidenciales como la versión estadounidense del “brexit”. May, por su parte, se ganó el difícil trabajo de sacar a Reino Unido de la UE. De alguna manera, entonces, ambos están ligados.
Interés común
“Yo creo que ambos tienen razones suficientes para concretar esta reunión aun cuando no haya nada sustancial que hablar, y espero que parezca escenificar una relación especial, que es lo que ambos buscan”, dice James Goldgeier, decano de la Escuela de Servicios Internacionales de la Universidad Americana. Con Trump todavía en su primera semana como presidente, tratando de poner en operación al personal y la administración, es difícil que haya decisiones concretas.
Lo que sí se espera, sin embargo, es que ambos líderes declaren su intención de negociar un acuerdo bilateral de libre comercio. Trump lo había prometido cuando dijo que Londres no tendría que esperar por un tratado con Estados Unidos, justo cuando su predecesor, Barack Obama, advertía sobre el referéndum del “brexit”.
Y para May, que ha optado por un “brexit” duro, es extremadamente importante no solo ser recibida con pompa en la Oficina Oval, sino también tener la certeza de que la administración de Trump tiene la intención de alcanzar un nuevo acuerdo.
Alivio del dolor
“Si Theresa May puede mostrar progresos en el establecimiento de este tipo de acuerdos bilaterales, el ‘brexit’ será menos doloroso”, dice Dan Reiter, profesor de ciencias políticas en la Universidad Emory, en Atlanta. Esto es especialmente relevante cuando el socio comercial no es un país menor, sino Estados Unidos, más allá de que un acuerdo de este tipo todavía esté a varios años de concretarse, pues Reino Unido no puede firmar tratados hasta abandonar la UE.
Si bien la visita de May a Trump es vista como importante más bien a nivel interno en ambos países, la verdad es que no es tan así. “Es simbólico, pero también un poco más que eso”, dice Theodore Bromund, investigador y experto en relaciones anglo-estadounidenses en la Fundación Heritage, un think tank conservador asentado en Washington.
¿La UE? No importa
“Yo creo que Estados Unidos está a punto de romper con la política hacia Europa que ha tenido desde la Segunda Guerra Mundial, adoptando ahora una actitud hacia Bruselas de ‘no me interesa'”, agrega el experto. Al recibir a la premier encargada de sacar a Reino Unido de la UE, Estados Unidos envía una fuerte señal de la importancia que la administración de Trump asigna a Gran Bretaña y cómo ve con distancia a la UE.
Pero la visita de May no solo supone un mensaje para la UE, sino que más bien indica algo mayor, piensa Reiter. “Esta mejora en las relaciones de Estados Unidos con Reino Unido ocurre en el contexto de reacomodo político a nivel mundial”, afirma. La visita, añade Reiter, muestra que Trump se opone al tipo de globalismo que encarna la UE y que simpatiza con líderes que comparten su propia visión ideológica del mundo.
Explicar la UE
“El tema acá es si él irá más allá de solo pensar que la UE es algo que no vale la pena apoyar, lo que es una cosa, o si empezará a respaldar a aquellos que, en otros países, busquen salir de la Unión Europea o pretenden impulsar el nacionalismo en el continente”, dice Goldgeier. “Si hiciera eso, será una desgracia para Estados Unidos y para Europa”, pondera.
Para Bromund, el escepticismo de Trump respecto a la UE “refleja la pérdida de confianza que ha sufrido Estados Unidos respecto a su vieja política internacional”. Incluso el antecesor de Trump, Obama, quien se oponía al ‘brexit’, fue criticado muchas veces por estar más enfocado en Asia que en Europa.
Teniendo en cuenta la posición de Trump respecto a Europa, Goldgeier piensa que “va a ser importante que, cuando la canciller alemana Angela Merkel se reúna con Trump, lo ayude a entender qué es Europa, cuáles son su objetivos y por qué es importante para Estados Unidos”.
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