MARUJA TARRE| EL UNIVERSAL
viernes 21 de febrero de 2014 12:00 AM
Un día lleno de emociones y, a estas alturas, lo único que sabemos es que Leopoldo está preso. Ni idea de donde está, de qué se le acusa, o si tiene algún acceso a sus abogados. Pero dentro de tanta incertidumbre, que espero se haya disipado cuando sea publicado este artículo, podemos sacar algunas conclusiones.
En primer lugar la enorme manifestación y el cariño indudable que siente la multitud por Leopoldo López. Luego, el nacimiento indudable de un líder carismático que puede, en un futuro no muy lejano, transformar su pase por la cárcel en una vía rápida hacia la Presidencia. Se trata de un hombre inteligente, atractivo, con una bellísima familia y una innegable valentía. Puede, sin lugar a dudas, ser un excelente conductor para nuestro aporreado país. Su entrega a una "justicia injusta" lo convierte en una figura noticiosa a nivel mundial y muestra una faz distinta de Venezuela, más joven, más educado, más honesto que todos los que nos han gobernado en años recientes.
En cuanto a las fallas, se observan no solamente del lado del ineficiente gobierno de Maduro. La oposición demostró que tiene un impresionante poder de convocatoria, pero durante la jornada me desagradaron los comentarios divisionistas. Se califica a líderes que hasta hace poco eran queridos y admirados, con epítetos soeces. Gente que jamás ha hecho nada por Venezuela los acusan de vendidos, cobardes, colaboracionistas. El odio entre tendencias, normales dentro de la oposición, parece aún más profundo que el rechazo a los chavistas. Ese afán por destruir de manera inmisericorde lo que hasta hace poco se admiraba, parece una tendencia suicida común en Venezuela. Mientras prevalezcan esas querellas insensatas, es difícil imaginar un gobierno exitoso de la oposición.
En primer lugar la enorme manifestación y el cariño indudable que siente la multitud por Leopoldo López. Luego, el nacimiento indudable de un líder carismático que puede, en un futuro no muy lejano, transformar su pase por la cárcel en una vía rápida hacia la Presidencia. Se trata de un hombre inteligente, atractivo, con una bellísima familia y una innegable valentía. Puede, sin lugar a dudas, ser un excelente conductor para nuestro aporreado país. Su entrega a una "justicia injusta" lo convierte en una figura noticiosa a nivel mundial y muestra una faz distinta de Venezuela, más joven, más educado, más honesto que todos los que nos han gobernado en años recientes.
En cuanto a las fallas, se observan no solamente del lado del ineficiente gobierno de Maduro. La oposición demostró que tiene un impresionante poder de convocatoria, pero durante la jornada me desagradaron los comentarios divisionistas. Se califica a líderes que hasta hace poco eran queridos y admirados, con epítetos soeces. Gente que jamás ha hecho nada por Venezuela los acusan de vendidos, cobardes, colaboracionistas. El odio entre tendencias, normales dentro de la oposición, parece aún más profundo que el rechazo a los chavistas. Ese afán por destruir de manera inmisericorde lo que hasta hace poco se admiraba, parece una tendencia suicida común en Venezuela. Mientras prevalezcan esas querellas insensatas, es difícil imaginar un gobierno exitoso de la oposición.
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