EDITORIAL
EL NACIONAL
La jueza
María Lourdes Afiuni nunca imaginó que aquel 10 de diciembre del año 2009 se
iniciaba un largo calvario cuando, en uso de la independencia que tiene el
Poder Judicial, tomó la decisión de darle una medida sustitutiva al empresario
Eligio Cedeño. Ese día precisamente, y para mayor crueldad, el mundo entero
celebraba el Día Internacional de los Derechos Humanos.
La fecha
incluyó, en desgracia de la justicia, la insólita e irracional solicitud del
presidente Chávez al Poder Judicial para que la condenaran a 30 años de cárcel,
olvidando el artículo 26 de nuestra carta magna que establece claramente: “El
Estado garantizara una justicia gratuita, accesible, imparcial, idónea,
transparente, autónoma, independiente, responsable, equitativa y expedita”.
Es mucho
lo que ha sufrido esta valiente mujer en estos años desde su estancia en el
Instituto Nacional de Orientación Femenina, donde la mandaron a convivir con
reclusas que ella había condenado y donde fue víctima de todo tipo de
atropellos por parte de los funcionarios encargados de custodiarla en ese
centro donde son cotidianos los maltratos, atropellos, y violaciones a los
derechos humanos. Allí la jueza fue violada y abusada sexualmente.
María
Lourdes Afiuni sigue siendo víctima de un proceso judicial arbitrario, lleno de
irregularidades. Sus antiguos compañeros del Poder Judicial, muchos de ellos
formados bajo su mano, se convirtieron en sus verdugos y perseguidores en estos
años.
El caso
de la jueza vuelve a enfrentar al Estado con los organismos internacionales. La
jefa de la delegación oficial, Luisa Ortega Díaz, negó ante el Comité de
Derechos Humanos de la ONU que Afiuni hubiese padecido abusos durante su tiempo
en prisión y consignó una carta (supuestamente escrita por la jueza), que la
misma Afiuni y sus abogados desmintieron poco después.
Ante
estas mentiras oficiales, la jueza decidió poner fin a su silencio en el
proceso que se le sigue y que fue grabado por alguien que se encontraba en la
sala. Posteriormente fue enviado a los medios de comunicación para dar a
conocer las graves denuncias que Afiuni formula.
“No,
señora fiscal, yo no estaba feliz en el INOF, yo pasé las de Caín, como la
pasan todas las presas de este país. Además, como yo era jueza titular yo tenía
mis puntuales enemigas y no hubo una semana en la que no me amenazaran. Me
pusieron al lado de reclusas a las que yo misma les había dictado privativa de
libertad.
“Yo
dormía dos horas en la mañana y dos en la tarde, para poder estar despierta
toda la noche. Hubo mujeres que me rociaron la celda con gasolina. Hubo una
española que debía un dinero y le dijeron que si me chuzeaba, le perdonaban la
deuda, la tipa entró a mi cuarto y me caí a golpes con ella. Testimonios de
estas agresiones se han enviado a la ONU a través de mis abogados”.
Un verdadero calvario que ya lleva
cinco años y medio viviendo la jueza Afiuni enfrentada a un Estado que controla
todos los poderes y donde la justicia permanece secuestrada.
Vía El Nacional
Que pasa Margarita
No comments:
Post a Comment