La sorprendente declaración de Nicolás Maduro, dada en Barquisimeto el 29 de octubre, demuestra el poco conocimiento que tiene de la manera de ser de la Fuerza Armada Nacional. “Si se diera ese escenario, el triunfo de la oposición, Venezuela entraría en una de las más turbias y conmovedoras etapas de su vida política y nosotros defenderíamos la revolución, no la entregaríamos y la revolución pasaría a una nueva etapa. Si ese escenario ocurriera yo siempre gobernaría con el pueblo, en unión cívico-militar, con la Constitución en la mano defendiendo la independencia de Venezuela”. Sus amenazantes palabras buscan, en medio de un gran deterioro de su imagen y del estruendoso fracaso de su gobierno, debilitar la absoluta convicción que tienen los venezolanos, ratificada por todos los últimos sondeos de opinión, de la segura derrota del oficialismo y del avasallador triunfo de la oposición democrática en las elecciones parlamentarias.
En la primera parte de su declaración mantiene que Venezuela viviría, en caso de ganar la oposición las elecciones parlamentarias, un gran enfrentamiento nacional. En verdad, las elecciones del 6 de diciembre están orientadas exclusivamente a la escogencia del Poder Legislativo. Nicolás Maduro continuará en la presidencia de la República desarrollando las políticas que considere conveniente, sean estas revolucionarias o no. Ese no es el problema. En realidad, la crisis nacional se hará inmanejable, no por el triunfo de la oposición, sino porque se hará evidente, en medio de la tragedia económica y social que vive Venezuela, que más de 80% de nuestro pueblo rechaza el nefasto gobierno de Nicolás Maduro. La Mesa de la Unidad Democrática aspira a que la solución de esta grave crisis sea democrática, pacífica y electoral. Por lo que se observa, esa no es la posición del gobierno nacional y mucho menos de los sectores radicales del chavismo liderados por Diosdado Cabello.
Uno de los aspectos más difíciles de entender en la declaración de Maduro es la que afirma: “Nosotros defenderíamos la revolución, no la entregaríamos y la revolución pasaría a una nueva etapa. Si ese escenario ocurriera yo siempre gobernaría con el pueblo, en unión cívico-militar”… Eso significa, debería explicarlo el propio Maduro, que el régimen chavista, ante la derrota parlamentaria, encabezaría un golpe de Estado para constituir un régimen cívico-militar que permitiera pasar a una nueva etapa de la revolución. Eso es lo que dice. Por esa razón, millones de venezolanos se preguntan: ¿Se prestaría la Fuerza Armada para dar un golpe de Estado y sostener en el poder a un gobierno totalmente desacreditado y deslegitimado? Realmente no lo creo. Es verdad que algunos jefes militares han declarado que la Fuerza Armada es chavista. Esa misma forma de actuar la tuvo la camarilla militar durante la dictadura perezjimenista. El alzamiento del 1° de Enero del 58 demostró el profundo descontento existente en los cuadros militares…
No dudo que Nicolás Maduro y sus asesores entienden que un golpe de Estado difícilmente puede darse para respaldar un gobierno que ha sido derrotado, de manera aplastante, en unas elecciones. En todo caso, lo que podría producirse sería la desobediencia generalizada de importantes cuadros militares ante sus aviesas intenciones. Nuestra Fuerza Armada siempre ha sabido interpretar el sentimiento nacional. Cada vez que una crisis política ha llegado a tal nivel que puede comprometer gravemente la paz social ha intervenido militarmente, con aciertos y errores, con la finalidad de restablecer el orden. En verdad no creo que esa declaración anuncie una intervención militar. Lo inaceptable es que Nicolás Maduro comprometa el honor de la institución armada al utilizar su nombre en esa maniobra política. Lo que busca es desmoralizar a los venezolanos para que no voten masivamente en las elecciones y así evitar el más grave descalabro electoral sufrido por político venezolano en nuestra historia.
En esa misma línea estratégica, de innegable tufo cubano, se encuentran las permanentes declaraciones de Maduro afirmando “que el chavismo ganará las elecciones sea como sea” o la decisión del CNE de no permitir la presencia de una verdadera observación internacional. Reconozco que existen motivos para dudar de la transparencia de los procesos electorales realizados durante el régimen chavista. Sin embargo, soy de los que creen que el fraude no se realiza en el conteo de los votos sino en el descarado ventajismo a favor del oficialismo desde el inicio del proceso hasta el propio día de la votación. De todas maneras, por primera vez la oposición asiste a una elección con una marcada diferencia a su favor. Cada día se hace mayor. La abusiva propaganda electoral no ha dado resultado. Tampoco el control de precios. Mucho menos la amenaza de emplear la Fuerza Armada para desconocer los resultados La respuesta, a todas estas triquiñuelas, es una sola: votar masivamente el 6 de diciembre. Después, defender el resultado…
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