Thursday, December 3, 2015

Hasta un niño enfermo

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Editorial El Nacional

Que cualquiera puede llegar a la presidencia de la República es un hecho irrefutable: tenemos un mandatario que alardea de ser “obrero”. Desgraciadamente poco calificado –como lo demuestra su deplorable gestión– y, lo que es más grave, indiferente a los reparos que a ella hacen profesionales de sólida formación.
Es verdad que Lenin sostuvo que un trabajador podía llegar a gobernar, pero ponía dos condiciones: que hubiese leído El capital, preferiblemente en alemán –denigraba de la traducción al ruso– y que se rodeara de un equipo técnico de primera línea.
En nuestro caso campea la falta de sapiencia tanto en el conductor como en sus consejeros y colaboradores, una laguna que han querido rellenar con mala educación, arrogancia, vulgaridad, cinismo y crueldad. Especialmente con crueldad, pues, no otra cosa derraman los infames señalamientos que hiciera Maduro al alcalde del municipio Sucre, Carlos Ocariz.
El burgomaestre de Petare ha sido miserablemente calumniado a partir de una deliberada manipulación de los objetivos de sus viajes a Estados Unidos. Es sabido que su hijo sufre de una terrible enfermedad y debe ser tratado allí, entre otras cosas, porque las carencias del país en materia sanitaria dificultan hacerlo en su patria y no garantizan su cura.
Maduro, sin un ápice de honestidad moral, maltratando el castellano, se mandó a vilipendiarlo: “Abandonaste el cargo Ocariz, no tienes justificación, tú sabes muy bien el apoyo que te hemos dado para la situación que estás enfrentando, y cómo has pagado ese apoyo, conspirando desde Miami. Ocariz viene con los planes de Miami a poner plata aquí y allá”.
Acompañado de Elías Jaua -el encapuchado que pretende ser una autoridad paralela al gobernador de Miranda-, el señor Maduro se expresó como haría un autobusero sin aprensiones y barriga al aire, de esos que regañan a los pasajeros y le nombran la madre a los peatones: “¡Qué triste entrar a Petare y verlo rodeado de basura! ... Lamentablemente este municipio lo gobierna un parásito, Carlos Ocariz, así lo declaro, es el parásito mayor. Ojalá haya conciencia en la clase media de acá del municipio Sucre… vive más tiempo en Miami porque es un rolo de vago, así lo digo yo”.
Ocariz ha respondido con presteza, serenidad y transparencia: “Lastimosamente las veces que he salido del país han sido para internarme en un hospital, día y noche, ya que mi hijo de 12 años tiene leucemia …He puesto el alma siempre en ser buen dirigente, diputado, alcalde, ciudadano, pero antes que cualquier cosa, tengo que ser un buen padre ”.
Ocariz considera, además, que estas declaraciones del jefe del Estado “pretenden conseguir beneficios electorales”. Está en lo cierto: ese rosario de gratuitas injurias es parte del “como sea” proclamado por quien ya se da por derrotado.
Es bien sabido que el insulto es propio de los que no tienen razón, como sucede con la violencia; a fin de cuentas, son caras de la misma moneda. Reclamar a Maduro un poco de decencia y compostura es mucho pedir.

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