El chavismo murió con su creador. Han querido mantenerlo vivo con la ficción de que el führer no ha muerto, que sigue conduciendo los destinos del país, que está presente en todo momento recurriendo al sacrilegio de equipararlo a Jesucristo.
Su sucesor ha pretendido explotar esas falacias presentándose como su hijo y de esa manera usar y abusar del hechizo que el encantador de serpientes logró insuflar en un sector mediocre de espíritu de la población y sobre todo en los menos favorecidos que veían en él un mesías (sujeto real o imaginario en cuyo advenimiento hay puesta confianza inmotivada o desmedida –RAE).
El sucesor no le llega ni a las patas a su difunto tutor y para ocultar sus ineficiencias actúa como dueño y señor del país. La poca credibilidad que heredó se le fue agotando a medida y a la velocidad con que ha ido destruyendo el país. La escasa credibilidad entre quienes todavía le festejaban sus pachotadas o celebraban sus tropelías se le agotó el pasado 6 diciembre cuando el pueblo gritó ¡basta! Y le dijo ¡queremos cambio!, queremos comer, queremos vivir libres del miedo a ser víctimas de la violencia y la inseguridad, queremos poder sanar a nuestros enfermos, queremos que nuestros hijos puedan recibir una educación de calidad sin ser sometidos a adoctrinamiento ni lavados de cerebro, queremos ver nuestro país progresar para que podamos disfrutar de mejores condiciones de vida.
El ilegítimo, en lugar de acatar la voz del pueblo, se dedica a inventar patrañas y maldades que no persiguen otro fin que torpedear y entorpecer las tarea que tiene por delante la sociedad venezolana luego de que manifestó de manera contundente su voluntad de poner fin a los 16 años de desgobierno chavista. El ilegítimo calificó 2015 como un año terrible. Los que han sido terribles son esos 4 lustros durante los cuales hemos presenciado cómo un país en el cual sus habitantes vivían en paz y armonía ha sido transformado en una tierra de odios, maldades, corrupción, asesinatos, donde la vida ha perdido todo valor.
A pesar de haber aceptado públicamente los resultados de las elecciones parlamentarias anunciados por el CNE, en los cuales se reconoció el triunfo de la oposición, casi inmediatamente los laboratorios de la maldad y la sevicia en que se han convertido Miraflores y la presidencia de la Asamblea Nacional, comenzaron a emerger las medidas y los anuncios sobre decisiones y acciones destinadas a entorpecer la puesta en aplicación de esos resultados.
La magistral imbecilidad de crear un parlamento comunal merece ser inscrita en el libro Guinness de las payasadas. Un ente que no está contemplado en la Constitución, compuesto de “diputados comunales”, bedeles al servicio de los capitostes del régimen, dedicados a obstaculizar la tarea del parlamento legal y legítimo. Seguramente en la selección de esos diputados se aplicará el sistema electoral cubano en el cual todos los candidatos son propuestos por el régimen y son elegidos por el partido de gobierno. En los países donde existen parlamentos serios, que son la mayoría, deben estar muertos de risa burlándose de esta ridiculez.
Otra estupidez, porque no merece otro nombre, es la denuncia de que hubo fraude en las elecciones del 6 de diciembre. En las elecciones pasadas, en las que sin lugar a dudas si hubo fraude, las denuncias que se formularon entonces fueron calificadas de sacrilegio y de conspiración contra el “sistema electoral más perfecto del mundo”. Ahora es el régimen el que, habiendo recibido una derrota contundente, habla de fraude y pone en duda la “perfección” de ese mismo sistema electoral. Los perdedores oficialistas acusan a la oposición de haber comprado votantes y de haber utilizado cédulas de personas fallecidas como si no fuera público y notorio que son ellos quienes utilizan esos recursos, y otros peores, para arrastrar votantes a las urnas.
Y por si fuera poco, los perdedores anuncian que exigirán la revisión de los votos nulos que en número importante se registraron en los comicios del 6-D. Sería muy bueno que se lleve a cabo la auditoría de los votos nulos porque quedaría demostrado que fueron los chavistas desilusionados quienes para no seguir favoreciendo a un régimen fracasado, corrupto e ineficiente, que maneja la Asamblea Nacional para su exclusivo beneficio, pero al mismo tiempo temerosos de ser objeto de represalias, decidieron votar en blanco o salvar su voto.
Todos esos abusos, amenazas y recursos impúdicos contribuyen a acrecentar el desprestigio de este régimen. Todo esos anuncios de trampas que tiende el oficialismo para confundir a la población son simples manotazos de ahogado, son los estertores del madurismo moribundo que trata de reflotar en el océano de votos en el cual quedó sumergido el 6 de diciembre.
Al ilegítimo le quedan dos alternativas. Si quiere sobrevivir debe propiciar un régimen de cohabitación con la nueva Asamblea Nacional. Si pretende continuar manejando el país como si fuera su hacienda personal y seguir cometiendo abusos y desmanes que llevan al país a su destrucción, más temprano que tarde verá el país en llamas porque los venezolanos, como dicen vulgarmente “no nos la calamos más”.
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