Sunday, July 3, 2016

Venezuela: la muerte de un mito

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Hambre, miseria, escasez, inseguridad, en contraste con los privilegios y la corrupción de quienes detentan el poder, dan fin al mito del buen revolucionario, tan bien pintado por Carlos Rangel. P

Plinio Apuleyo Mendoza El Tiempo Abril 21, 2016 http://www.eltiempo.com/opinion/columnistas/venezuela-la-muerte-de-un-mito-plinio-apuleyo-mendoza-columna-el-tiempo/16569855

En Venezuela el desastre no cesa. Es más, los augurios del Fondo Monetario Internacional son aterradores: una inflación que puede llegar al 720 % hará que los precios de la canasta familiar se multipliquen por ocho. Tal es el desastroso legado del socialismo del siglo XXI. Este y otros engaños, que surgieron suscitando nuevos sueños en la izquierda continental y que hoy se derrumban, han hecho perdurable el libro 'Del buen salvaje al buen revolucionario', escrito hace más de cuarenta años por mi inolvidable amigo venezolano Carlos Rangel. Cuando era conocido en Venezuela solo como un dinámico periodista, casado con la célebre Sofía Imber, Rangel tuvo la suerte de que el escritor y analista francés Jean François Revel conociera de manera confidencial el manuscrito de su obra. Apóstol de las ideas liberales y opuesto a los intelectuales que se acercaban al marxismo como un gato a la chimenea, Revel, sorprendido de encontrar en estos trópicos a un escritor que compartiera sus ideas, tomó el libro, lo tradujo y lo hizo publicar en Francia con el título 'Du bon sauvage au bon revolutionaire', mucho antes de que fuera editado en español.

Rangel sorprendió al mundo intelectual de Francia recogiendo en esta obra los mitos que marcaron la historia de nuestro continente. Mitos, por cierto, que daban la espalda a la realidad. El primero de ellos, el del buen salvaje, tuvo como punto de partida la carta que Colón escribió a los reyes católicos para darles su primera impresión de lo visto por él al llegar al nuevo mundo: “Certifico a sus Altezas que no existe mejor tierra ni mejor gente”. De ahí en adelante, los primeros conquistadores siguieron persiguiendo sueños propios de un paraíso terrenal como la búsqueda de El Dorado, la fuente de la eterna juventud o el reino de las amazonas.

Antes de llegar al último de los mitos que han cubierto nuestra historia, el del buen revolucionario, Rangel hace un recuento de la realidad que hemos vivido desde entonces, por cierto muy dura. Pinta nuestro mundo colonial, las guerras de independencia, las nuevas repúblicas que nacieron traumatizadas, débiles e inestables, en contraste con el rigor, la lucidez y la salud política de los Estados Unidos. La quiebra de la Gran Colombia fue un anuncio de lo que viviríamos en el siglo XIX y parte del siglo XX, dominados por caudillos, guerras civiles y golpes de Estado. El marxismo, que aparecería después en el ámbito político continental, señalaría como explotador de nuestras riquezas y responsable de mantenernos en el tercermundismo al imperialismo norteamericano. Rangel analiza todas las variantes de esta ideología en el continente, desde Haya de la Torre, la creación de los partidos comunistas, hasta la aparición de Fidel Castro y el Che Guevara, que dieron vida al foco guerrillero como instrumento para llegar al poder por la vía armada. Visto inicialmente por los comunistas cubanos como “un aventurero putschista pequeño burgués”, Fidel se convertiría en el líder supremo de una mítica revolución que abarcaría todo el continente.

Rangel no alcanzó a ver el derrumbe de la Unión Soviética ni la caída del muro de Berlín, pero sí la lastimosa realidad de la Revolución cubana. Desde luego, no llegó a sospechar que en su propio país, Venezuela, aquel mito derrotado en el siglo XX renaciera con el pomposo nombre de socialismo del siglo XXI. Su arma predilecta para encandilar inicialmente a los sectores más pobres de la población venezolana fue el populismo asistencialista, y su credo ideológico, un marxismo tropical inspirado en Cuba. Con Maduro en el poder, los hechos no tardaron en desenmascarar tal quimera. Hambre, miseria, escasez, inseguridad, en contraste con los privilegios y la corrupción de quienes detentan el poder en Venezuela, dan fin, tal vez definitivamente, al mito del buen revolucionario tan bien pintado por Carlos Rangel.


Plinio Apuleyo Mendoza. (Tunja, Colombia, 1932) Periodista y escritor colombiano. Estudió ciencias políticas en la Universidad de La Sorbona de París. Desempeñó el car-go de primer secretario de la embajada de Colombia en Francia y escribió artículos periodísticos para varias publi-caciones internacionales. En 1979 ganó el Premio de Novela Plaza y Janés con la obra Años de fuga (1979).
De regreso en Colombia colaboró con el periódico El Tiempo, realizó el programa de televisión Personajes y obtuvo, compartido con sus hermanas, el Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar. Otras obras de su pluma son el libro de ensayos Primeras palabras, el libro de cuentos El desertor (1974) y El olor de la guayaba (1982), reportaje sobre el escritor Gabriel García Már-quez, del que es amigo personal, aunque discrepa con él políticamente. Posteriormente publicó La llama y el hielo (1984), en la que se narran anécdotas de cinco per-sonajes conocidos por Plinio Mendoza, y Nuestros pintores en París (1990).
En 1996 saltó a la fama continental tras la publicación del Manual del perfecto idiota latinoamericano, un ensayo contra la clase política hispanoamericana escrito en colaboración con Carlos Alberto Montaner y Álvaro Vargas Llosa, del cual se publicaría en 2007 una continuación: El regreso del idiota. De 1997 es Fabricantes de miseria, so-bre la situación en
Venezuela y Colombia. En 1999, el Ejército de Liberación Nacional (ELN) de Colombia atentó contra el escritor con el envío de una carta-bomba a su apartamento, que no llegó a estallar. En marzo de 2002, Mendoza pidió públicamente solidaridad internacional con la situación de terrorismo que vivía el país. Poco después publicó Aquellos tiempos con Gabo, libro en el que reveló aspectos desconocidos de Gabriel Garcia Marquez y que tuvo un gran éxito en Latinoamérica.

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